La terminología de enfermedades inmunomediadas y autoinmunes se ha utilizado indistintamente como términos estrechamente relacionados a lo largo de las últimas tres décadas. Las enfermedades cutáneas inmunomediadas se caracterizan por un tema común de desregulación de la respuesta inmunitaria normal, y algunas de estas enfermedades se clasifican como enfermedades autoinmunes, lo que implica un ataque directo del sistema inmunitario a los tejidos normales. Dichos ataques autoinmunes pueden ser causados por autoanticuerpos (p. ej., complejo de pénfigo) o por linfocitos T autorreactivos (p. ej., lupus eritematoso cutáneo [LEC]). Las enfermedades cutáneas inmunomediadas y autoinmunes en gatos son poco frecuentes.
Aunque las enfermedades inmunomediadas felinas comparten similitudes con las de los humanos y los perros en cuanto a manifestaciones clínicas, patogénesis y enfoques de tratamiento, generalmente se investiga y conoce menos en gatos que en otras especies. Como el espectro de enfermedades cutáneas inmunomediadas felinas se ha expandido notablemente a lo largo de los años, se alienta a los veterinarios a familiarizarse con las características clínicas características de varios trastornos de la piel impulsados por el sistema inmunitario para permitir un diagnóstico temprano y preciso y un tratamiento adecuado.
Un grupo de veterinarios ha elaborado una guía dividida en dos partes. La primera parte aborda las enfermedades cutáneas inmunomediadas felinas, como el complejo pénfigo, el lupus eritematoso y la dermatitis exfoliativa, asociada y no asociada a timoma. El artículo revisa la patogénesis, la sintomatología, los signos clínicos, los hallazgos de laboratorio e histopatología, el tratamiento y el pronóstico de estas enfermedades cutáneas inmunomediadas felinas.
En la segunda parte se revisan las presentaciones clínicas de las dermatosis felinas inmunomediadas: eritema multiforme, síndrome de Stevens-Johnson/espectro de necrólisis epidérmica tóxica, pododermatitis de células plasmáticas, otitis externa proliferativa y necrosante, entre otras, y se discuten los diagnósticos diferenciales, el diagnóstico y el enfoque terapéutico.
Los autores recogen y analizan las distintas enfermedades y explican, en cuanto a su diagnóstico, que la historia clínica y los hallazgos de la exploración física de cualquier gato que presente signos clínicos de eritema, pérdida de pelo, descamación/formación de costras y erosiones, con o sin prurito, deben evaluarse para detectar signos menos consistentes con dermatosis cutáneas comunes (p. ej., dermatitis por hipersensibilidad, dermatitis parasitaria y fúngica) que puedan hacer sospechar enfermedades cutáneas inmunomediadas.
En este contexto, el conocimiento de las dermatosis cutáneas inmunomediadas facilitará el reconocimiento de indicios históricos o lesionales menos consistentes para identificar enfermedades inmunomediadas específicas, y unas habilidades y herramientas diagnósticas precisas ayudarán a descartar diagnósticos diferenciales comunes.
Entre las pruebas diagnósticas, consideran que la citología y las biopsias de piel son a menudo las herramientas más importantes para diagnosticar enfermedades cutáneas inmunomediadas y distinguir entre causas infecciosas, de hipersensibilidad y neoplásicas.
Por otro lado, el tratamiento de las distintas enfermedades cutáneas sigue siendo un desafío y comúnmente requiere una combinación a largo plazo de medicamentos inmunosupresores (glucocorticoides y agentes ahorradores de esteroides); y apuntan que “esto puede ser frustrante debido al coste, la recurrencia de la enfermedad y los posibles efectos adversos de los medicamentos”.