La etología veterinaria es una disciplina que integra los conocimientos necesarios para reconocer los problemas psíquicos y emocionales de las mascotas, y permite actuar sobre ellos de forma eficaz. En los últimos años, ha cobrado mayor importancia, en parte por las consecuencias que conllevan los problemas de conducta en las mascotas, como el abandono.
A pesar de esta notoriedad que viene adquiriendo en los últimos años, existe “la sensación de que no hay suficientes especialistas en esta materia, al menos que se dediquen en exclusiva”, comenta Álvaro Arévalo, Ldo. Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid, MSc. Etología Clínica en la Universidad Autónoma de Barcelona, educador canino en positivo (AEECP) y gerente y fundador de RESPET, en declaraciones a Diario Veterinario.
“Somos muy pocos los que trabajamos exclusivamente tratando problemas de conducta en animales”, asegura el experto.
Arévalo, tras realizar prácticas en distintos departamentos durante su época académica, finalmente, tras la realización de un curso, se “enamoró de la etología”, lo que le llevó especializarse realizando el Máster de Etología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona una vez terminada la licenciatura.
Según cuenta, "es una salida profesional en la que hay oportunidades de encontrar un nicho de mercado, pero requiere una gran vocación y trabajar de forma autónoma en la mayoría de los casos”.
SIN ESPECIALIDADES DENTRO DE LA VETERINARIA
Sobre la formación que quieran realizar los veterinarios interesados en este campo, comenta que existen diferentes cursos, másters y titulaciones propias que te forman en etología, además de acreditaciones que certifican tus conocimientos, pero “no hay una especialidad como tal dentro de la veterinaria”, reclama.
No obstante, considera la formación adecuada como algo fundamental. “Tanto si te especializas como si te dedicas a la práctica clínica, el conocimiento sobre la comunicación gestual, sobre la influencia que pueden tener algunas patologías o el dolor sobre la conducta y saber interpretar un cambio de comportamiento, que en muchas ocasiones puede ser el único signo de enfermedad en algunos pacientes, son herramientas muy necesarias para el desarrollo de nuestro trabajo con animales”.
Si bien, lamenta que, durante la formación universitaria, “el plan de estudios actual da muy poca importancia a la etología”. Por ello, considera necesario formar mejor durante los años de carrera para dar a conocer la etología, fomentar que más estudiantes decidan continuar su aprendizaje y “que los futuros veterinarios adquieran un mayor nivel de conocimientos en esta área para poder asesorar adecuadamente y derivar al especialista cuando se considere que es necesario”.
Como prueba de la necesidad de dicha formación, expone que los problemas de comportamiento son “muy frecuentes”. Durante los procedimientos clínicos habituales, “los propietarios o tutores suelen hablar sobre la conducta de sus animales, sobre las cosas que valoran como positivas, pero también sobre los comportamientos problemáticos o inapropiados”.
En cuanto a la etología felina, comenta que, afortunadamente, cada vez se identifican y trabajan mejor los problemas de comportamiento en gatos. “La mayoría de los problemas están relacionados con el estrés, generalmente motivado por la convivencia con individuos de su misma u otras especies o la falta de posibilidad de acceso a zonas exteriores”.
INTRUSISMO LABORAL EN EL CAMPO DE LA ETOLOGÍA VETERINARIA
Ante la demanda de este tipo de servicios por parte de la población, el veterinario denuncia que existe un incremento del intrusismo laboral por parte de personas sin la formación adecuada.
“Hoy, decir que eres etólogo, te permite acceder a algunos clientes que solicitan algo diferente al adiestramiento tradicional. Pero, en muchas ocasiones, aquellos que se hacen llamar etólogos carecen de formación veterinaria y confunden (cuando no engañan a sabiendas) a un propietario/tutor que busca ayuda de un profesional con formación en etología clínica veterinaria”, indica.
Arévalo aclara que un adiestrador es un profesional formado en educación canina. El concepto clásico de adiestramiento consiste en el aprendizaje y ejecución, por parte del perro, de una serie de ejercicios estandarizados a través del empleo de distintas metodologías. Actualmente, el término adiestrador está siendo sustituido por el de educador canino. “Se promueve un enfoque más global de la conducta canina y las pautas y ejercicios van encaminados al establecimiento de normas de convivencia dentro y fuera del domicilio”, señala. También se trabajan aspectos relacionados con la sociabilidad con perros y persona, la gestión de situaciones estresantes o el manejo de la correa a través de ejercicios, pero de una forma más individualizada que en el adiestramiento clásico grupal.
Por otro lado, respecto a la figura del etólogo, explica que actualmente no hay una especialidad reconocida y hay profesionales con estudios en distintas áreas como psicología, biología, etc. que pueden cursar un máster de etología o realizar un curso de posgrado y llamarse etólogo. Sin embargo, en su opinión, “el profesional más preparado para diagnosticar y tratar problemas de conducta es un veterinario etólogo, ya que “aglutina un conocimiento mayor de la fisiología y patología de los animales y dispone de herramientas como la prescripción de psicofármacos, de las que otros profesionales no disponen”.
Otro punto tratado por el experto ha sido la figura de los perros potencialmente peligrosos (PPP). Concretamente, sobre el posicionamiento que hace la nueva ley de bienestar animal sobre los PPP, lamenta que no ha cambiado nada respecto a la ley anterior. “Mi opinión es que se ha perdido una buena oportunidad de derogar la ley 50/1999 que regula la tenencia de perros considerados potencialmente peligrosos. Aun así, parece que se están dando pasos en buena dirección de cara a sentar las bases de una reglamentación más justa dentro del marco legal”.
Arévalo en su ponencia del III Congreso Internacional de Sanidad y Bienestar Animal.
RECONOCER EL MALTRATO ANIMAL
El maltrato animal es una lacra social, que por suerte en España se encuentra regulada legalmente. Para reconocer los casos en los que un animal ha sido sometido a maltrato, el experto indica que “es fundamental que todos los veterinarios tengan una comprensión profunda de la comunicación canina para poder interpretar su lenguaje corporal y los signos compatibles con un posible maltrato físico o emocional en los diferentes contextos de actuación de la profesión”.
Respecto al papel de la esterilización en la modificación de conducta y los problemas de comportamiento, destaca la importancia de la esterilización para el control de la cría y la prevención de diversas patologías, "especialmente las que afectan a hembras”.
Los estudios indican que la castración resulta efectiva en algunos casos de agresividad intrasexual entre machos y ayuda en problemas de territorialidad y protección de recursos. Sin embargo, “refieren un empeoramiento en la agresividad en hembras esterilizadas que ya eran agresivas, salvo que esta conducta se manifieste en las fases de proestro y estro”.
Arévalo recuerda que hay que tener en cuenta que la castración quirúrgica es un procedimiento complejo que implica un estado de confusión, molestias o dolor, además de un desajuste hormonal que afecta a cada individuo de una forma diferente. Por suerte, “cada vez más veterinarios recomiendan realizar una consulta de etología antes de tomar una decisión sobre la castración o esterilización del animal por razones de comportamiento”.
Finalmente, sobre la polémica que han generado algunos programas de televisión con respecto al uso de métodos inadecuados, insta a utilizar metodologías más seguras y amables para la convivencia con los animales. “La aplicación de castigos físicos o verbales habitualmente genera un clima de tensión en el domicilio y pone en riesgo a aquellos miembros del grupo familiar que no puedan o no estén dispuestos a llegar a un cierto nivel de presión o intimidación”, advierte.
Asimismo, recalca que “esto es especialmente preocupante en el caso de la convivencia con niños, ya que el animal puede inhibir algunas conductas por temor a las consecuencias en presencia de un adulto, pero podría llegar a mostrar un comportamiento de mayor intensidad con otros perfiles al aprender y normalizar que la agresividad es el mecanismo a través del cual se consiguen y se ceden recursos”.
Y subraya que la actual Ley de Bienestar Animal define claramente como maltrato "cualquier conducta, tanto por acción como por omisión, que cause dolor, sufrimiento o lesión a un animal y perjudique su salud, o provoque su muerte, cuando no esté legalmente amparada".