La fluvoxamina es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), y es comúnmente utilizado en medicina humana para tratar trastornos depresivos mayores, trastornos obsesivo-compulsivos, así como otros trastornos de ansiedad. No obstante, su uso clínico en la medicina del comportamiento canino no ha sido bien estudiado.
Para documentar el uso de fluvoxamina como terapia para la modificación del comportamiento en perros diagnosticados con diversos trastornos de ansiedad, un equipo de investigadores canadienses ha llevado a cabo una investigación. La hipótesis de los científicos fue que la fluvoxamina combinada con las otras recomendaciones podría arrojar resultados positivos sobre la conducta del animal, y sin efectos secundarios importantes.
Recopilaron un total de 72 perros que tenían diagnosticados al menos un trastorno de ansiedad. Los perros recibieron durante un periodo mínimo de 6 meses un tratamiento a base de fluvoxamina.
Sus registros médicos fueron revisados minuciosamente. También se realizó una encuesta telefónica para validar los datos en los registros médicos y preguntar sobre el efecto percibido de la fluvoxamina en los problemas de comportamiento.
Las variables incluyeron las características del perro, la dosis del fármaco, la monitorización del tratamiento y las enfermedades concomitantes. Los datos fueron categorizados y analizados estadísticamente para estudiar posibles asociaciones entre diferentes variables.
De los 72 perros con al menos un trastorno de ansiedad, 11 tenían un trastorno de ansiedad sin agresión, 47 eran agresivos con los humanos, 51 eran agresivos con otros perros, 5 tenían trastornos compulsivos y 32 tenían sospecha o confirmación de ansiedad por separación.
Según la percepción de los dueños sobre el comportamiento de su perro, el 45 % de los animales mostró una mejora marcada, el 38 % mostró una mejora moderada, el 15 % mostró una mejora mínima y el 2 % no mostró ninguna mejora.
El estudio, publicado en la revista Journal of Veterinary Behavior, recoge que la presencia de una afección médica concomitante tratada y la dosis óptima de fluvoxamina, respectivamente, mostraron una correlación con el efecto del tratamiento.
Además, “la gran mayoría de los efectos secundarios se consideraron leves y se observaron durante las primeras semanas de tratamiento o durante los períodos de ajuste de dosis”.
En conclusión, “la fluvoxamina ofrece una alternativa segura y prometedora para los pacientes que no responden a los antidepresivos tricíclicos o ISRS aprobados”.