La mayoría de gatos no lo pasan bien cuando viajan, son animales fuertemente vinculados a su territorio y se sienten muy vulnerables fuera de su hogar. Los felinos no se entusiasman como los perros con explorar o caminar en algún lugar nuevo. Por ello, si se decide llevar a un gato de viaje, es importante asegurarse de que su transportín sea adecuado, seguro y cómodo, y que esté confinado al menos hasta que se haya acostumbrado al nuevo entorno.
De acuerdo con International Cat Care, en primer lugar, éste tiene que estar hecha de un material que permita una limpieza fácil, tomando en cuenta el clima en el que se viajará, tanto el actual como la temperatura probable del destino, o el material que prefiere o exige la aerolínea si el trayecto será en avión; existe varias opciones: mimbre, plástico sólido, fibra de vidrio, malla de alambre recubierta de plástico, etc.
Además, debe tener una mitad superior extraíble para permitir las interacciones, así como aperturas a cada lado que posibiliten la ventilación y la administración de golosinas, clips de seguridad de liberación rápida para facilitar el acceso y, lo más importante, una puerta de seguridad para evitar la fuga.
Como complemento al transportín, la Organización recomienda colocar dentro de ella un soporte que funcione como cama junto con golosinas para posibilitar la comodidad y las experiencias positivas, y debajo, un forro absorbente antideslizante que retenga la orina.
Asimismo, es aconsejable rociar un spray anti estrés en la cama para ayudar a reducir la ansiedad por lo menos 15 minutos antes de que el gato entre en el transportín.
Cabe destacar que es importante tomarse el tiempo necesario para que el gato se acostumbre a la jaula de viaje mucho antes de la excursión. Se le debe convertir en un lugar agradable preparando una cama acogedora con ropa que huela familiar. Se puede dejar la puerta abierta y animar al gato a entrar, salir y dormir en ella. De este modo, cuando llegue el momento del viaje, el gato al menos estará familiarizado con su entorno inmediato.
Si se tiene más de un gato, lo mejor es asignarles transportines individuales que permitan una buena circulación del aire, más espacio y menos posibilidades de sobrecalentamiento. Si al menos pueden verse y oírse, eso puede consolarlos.
Una vez que el animal ha dejado su hogar, se recomienda cubrir con una manta ligera la mayor parte del transportín para aumentar la sensación de seguridad del felino, al mismo tiempo que se mantiene la ventilación. Al momento de cargar o agarrar el transportín, se debe realizar de forma segura utilizando ambas manos.
El transportín debe ser colocado en el hueco para los pies. Si no hay espacio suficiente, se sugiere rodearlo con el cinturón de seguridad en el asiento trasero o poner al animal en un lugar seguro si se tiene que frenar de repente, pero donde haya una buena circulación de aire, nunca en el maletero.
El gato puede maullar al principio o incluso durante todo el viaje, es poco probable que esté sufriendo, simplemente está expresando su disgusto por la situación; hablarle con calma y con palabras tranquilizadoras ayuda, pero dejarlo salir del transportín no es una opción. Con el tiempo, el movimiento y el ruido constantes del coche probablemente lo induzcan a dormir o al menos a calmarse.
Viajar en avión con un gato se debe planificar con mucha antelación, sobre todo para conocer la forma en que las aerolíneas transportan a las mascotas, aunque la mayoría no permiten que vayan con sus dueño y deben ir en una parte especial de la bodega que está climatizada y presurizada.
En este caso, no se recomienda enviar a la bodega a una gata embarazada o a un gatito menor de tres meses. Si es posible, se sugiere llevar al gato en un vuelo directo para que no haya necesidad de molestarlo durante el traslado y se puedan evitar los problemas asociados con la espera en un país muy caluroso o muy frío.
Los transportines mochila no son ideales según la International Cat Care, pues el espacio es limitado, los movimientos son inestables, dejan el gato visualmente expuesto y la ventilación es deficiente.
Tampoco lo son los transportines de tela, ya que son difíciles de limpiar y pueden colapsarse al abrirlas causando angustia.
De igual forma, los arneses o correas no son un medio de transporte seguro.
Se aconseja no darle de comer al gato durante cuatro o cinco horas antes del viaje por si el felino se enferma durante el viaje. Se le debe de ofrecer agua hasta el momento de la salida y, si es posible, durante el viaje con cuencos que se adhieren a las jaulas para que el gato no los derrame durante el viaje y sean fáciles de llenar sin abrir la jaula en caso de que haya un retraso durante el viaje.
Al arribar al destino, se debe colocar al gato en una habitación y comprobar de que esté seguro, cómodo y no pueda escapar. Se le puede ofrecer agua y un poco de comida, aunque seguramente no estará interesado en comer hasta que se adapte un poco más. No se debe permitir que el gato salga al exterior durante al menos una semana y hay que asegurarse de que sea identificable si se pierde. Se recomienda no darle comida durante unas 12 horas a partir de la llegada para que el gato tenga hambre y vuelva a buscarla cuando lo llame. Poco a poco, hay que dejarlo explorar más y usar la comida para asegurarse de que no se aleje demasiado y regrese para comer con regularidad.
Si un gato lo pasa mal al viajar o ha estado enfermo en algún viaje, vale la pena hablar con su veterinario sobre la posibilidad de administrarle un tranquilizante. Sin embargo, algunos gatos se ponen más nerviosos con los tranquilizantes, por lo que puede ser mejor probar esto antes del viaje. Si el gato va a viajar en la bodega de un avión, es posible que no se recomienden los tranquilizantes, ya que los medicamentos pueden alterar la forma en que los gatos se adaptan a los cambios de temperatura. Los felinos también pueden recuperarse del viaje más rápidamente si no están sedados.
Finalmente, es importante consultar todas las normativas si se va a llevar a un gato de un país a otro. Los requisitos sanitarios preventivos, como la vacunación antirrábica (o incluso la cuarentena), varían, al igual que los de tratamiento antiparasitario/antipulgas, etc. El incumplimiento puede suponer que no se le permita al gato continuar con el viaje y que corra un mayor riesgo de contraer enfermedades con las que no está familiarizado.