El panorama actual de riesgos globales es complejo y está en constante evolución. Los avances tecnológicos, el cambio climático, la globalización y los cambios demográficos son solo algunos de los factores que hacen que las personas, los animales y el entorno en el que habitan sean cada vez más vulnerables a los riesgos conocidos y emergentes, incluidas las enfermedades infecciosas, ya sean de origen natural, accidental o deliberado.
La sobrecarga de información añade otra capa de complejidad. El panorama digital actual ha cambiado para siempre la forma en que se tiene acceso a las noticias y son consumidas. Las redes sociales, en particular, permiten un flujo instantáneo de información. Al mismo tiempo, las tecnologías digitales han fragmentado los medios, ofreciendo a las audiencias en línea una amplia gama de canales y medios de los que obtener información. En este contexto, la capacidad de las personas y las instituciones para distinguir las noticias falsas de las reales se pone a prueba continuamente.
A raíz de la crisis mundial de COVID-19, los organismos internacionales, los gobiernos, los científicos, los medios de comunicación, los grupos de la sociedad civil y los ciudadanos interesados han estado tomando medidas para comprender cuáles fueron los principales desafíos e identificar lecciones importantes del pasado.
UN ENFOQUE MULTISECTORIAL EN UN ENTORNO DE MÚLTIPLES RIESGOS
El sector de la salud animal es igualmente vulnerable a las amenazas que plantean la desinformación y la información errónea. En octubre de 2022, un contenido viral en línea sobre la propagación y el tratamiento de la dermatosis nodular contagiosa desató teorías conspirativas, socavando los esfuerzos de vacunación del ganado y sugiriendo que la leche no es segura para beber. La principal fuente de noticias del Reino Unido, la BBC, desmintió la afirmación utilizando hechos basados en la ciencia y las voces de los expertos. Esta es solo una de las varias historias que llegaron a los titulares internacionales y que ponen de relieve cómo el sector de la salud animal puede verse gravemente afectado por las narrativas falsas.
Casi todos los brotes de enfermedades animales, desde la encefalopatía espongiforme bovina (EEB o enfermedad de las vacas locas), hasta la fiebre aftosa, la peste porcina africana y la gripe aviar, han estado acompañados de información errónea y desinformación.
La evolución de un panorama de múltiples peligros exige un enfoque nuevo e innovador para detectar y responder a la información errónea y la desinformación. Cuando la difusión de información falsa está vinculada a actividades delictivas o terroristas, por ejemplo, se requiere la intervención de los organismos encargados de hacer cumplir la ley.
Para garantizar la seguridad sanitaria mundial, los sistemas de respuesta deben ser intersectoriales, críticos, comprometidos y bien informados. “Los actores maliciosos participan continuamente en campañas de desinformación dañinas y de múltiples capas que tienen como objetivo perturbar, dividir, dañar y socavar a sus objetivos”, afirma Ben Wakefield, analista sénior y subdirector de ELBI (Emerging Leaders in Biosecurity Fellowship) en el Centro de Seguridad Sanitaria de Johns Hopkins. “En los últimos años hemos visto ejemplos claros de esto durante la pandemia de COVID-19. El sector de la salud animal corre el riesgo de ser objeto de campañas de desinformación similares, que podrían tener un impacto significativo en el comercio y la seguridad alimentaria y hacer que el mundo sea menos estable y un lugar menos seguro para todos”.
Si no se toman medidas, las declaraciones falsas o engañosas pueden tener consecuencias importantes, ya que aumentan el riesgo de que las enfermedades animales y zoonóticas se propaguen rápidamente, además de socavar la confianza de la población en las autoridades y las respuestas sanitarias. Esto significa que la respuesta de las partes interesadas de todos los sectores debe ser rápida y bien informada.
“Para desmantelar los esfuerzos maliciosos”, continúa Wakefield, “los expertos en salud animal, los científicos y los científicos sociales deben unirse con la comunidad de seguridad para planificar y ejecutar de manera integral estrategias efectivas. La colaboración multisectorial que incorpora un conjunto diverso de conocimientos es una parte esencial para contrarrestar la desinformación y garantizar que la salud animal siga protegida”.
“Es fundamental que estas entidades trabajen juntas de manera coordinada”, afirma Katy Carroll, experta del Instituto Interregional de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre la Delincuencia y la Justicia (UNICRI, por sus siglas en inglés). “Esto se debe a que, al igual que ocurre con otros fenómenos delictivos, los actores maliciosos suelen intentar explotar cualquier laguna o vulnerabilidad en las iniciativas de prevención y respuesta para lograr sus objetivos”.
OMSA EN LA LUCHA CONTRA LA DESINFORMACIÓN E INFORMACIÓN ERRÓNEA SOBRE SALUD ANIMAL
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol, por sus siglas en inglés) publicaron recientemente un conjunto de directrices sobre el tema. Las directrices ilustran algunas estrategias clave que deberían planificarse y ejecutarse de manera integral para gestionar la desinformación y la información errónea por parte de las organizaciones que trabajan en emergencias de salud animal a fin de prepararse, detectar y responder ante estos eventos.
Estas acciones clave se discutieron en una reciente capacitación regional sobre comunicación de riesgos y crisis para emergencias de salud animal organizada por la OMSA en el marco del proyecto Fortaleciendo la Resiliencia Institucional Frente a Amenazas Biológicas (FIRABioT por sus siglas en inglés).
La amenaza de la desinformación no es nada nuevo. Desde la propaganda utilizada para promover agendas políticas hasta los mensajes manipulados que influyen en las opiniones, la información ha sido utilizada como arma por grupos e individuos por igual. Sin embargo, a medida que los ecosistemas se vuelven cada vez más interconectados, esta amenaza ha adquirido una nueva importancia. La fragmentación de los medios de comunicación de hoy, junto con la naturaleza interconectada de la vida moderna y el aumento de contenido generado por inteligencia artificial, hace que sea más difícil para los consumidores distinguir las noticias veraces de las sesgadas, engañosas o poco fiables.
Según el Informe de Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial, la desinformación será el principal riesgo mundial durante los próximos dos años. Por eso, es más urgente que nunca implementar las contramedidas adecuadas, desde campañas de concienciación pública hasta campañas de alfabetización mediática. “Con la evolución de la tecnología, las redes sociales y la conectividad a Internet que tenemos en la actualidad, las campañas de desinformación se propagan mucho más rápidamente y con mayores consecuencias que en décadas anteriores”, destaca Wakefield. “Como resultado, nunca ha sido más importante contrarrestar y condenar activamente los esfuerzos de desinformación malintencionados, sea cual sea su origen”.
El desarrollo de directrices sobre información errónea y desinformación en salud animal por parte de la OMSA e Interpol contó con el apoyo del Programa de Reducción de la Amenaza de Armas de Global Affairs Canada.