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E. coli multirresistente: “Casi nadie entiende el vínculo alimentos-microbiota-heces-infección uretral”
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E. coli multirresistente: “Casi nadie entiende el vínculo alimentos-microbiota-heces-infección uretral”

Azucena Mora y su equipo caracterizan las bacterias que provocan infecciones del tracto urinario
Azucena mora
Azucena Mora, veterinaria catedrática de microbiología en la Facultad de Veterinaria de Lugo.

Azucena Mora, veterinaria catedrática de microbiología en la Facultad de Veterinaria de Lugo, directora científica del Centro de Investigación de Biomedicina y Veterinaria (CEBIOVET) y miembro del Laboratorio Español de Referencia para la Detección de E. coli (LREC) en Alimentos, dirige un grupo de investigación centrado en estudiar resistencias a antibióticos en cepas de Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae. En su último proyecto han identificado los clones bacterianos que provocan infecciones graves de orina.


La investigadora explica en declaraciones a Diario Veterinario que “mi propia tesis ya era de Escherichia coli en el ámbito One Health”. En ella investigó cómo “una de las fuentes importantes de transmisión de E. coli verotoxigénicos, la carne de vacuno, que provocaba lo que en aquella época se conocía como enfermedad de las hamburguesas”, y comparó los aislamientos de origen animal con los que producían infección en humanos. Afirma que “este espíritu de estudiar el ámbito de la medicina humana y veterinaria nació de mi tesis doctoral”.


El grupo de investigación que lidera está formado por profesionales de distintos ámbitos: veterinarios, biólogos, bioquímicos y microbiólogos, entre otros. Explica que “uno de los últimos trabajos que hemos hecho ha sido relacionar cepas de E. coli que aislamos de diferentes alimentos con las que producen infecciones del tracto urinario, y confirmamos que existe esa transmisión alimentaria de cepas que producen no sólo trastornos intestinales, sino extraintestinales”.


“En general trabajamos en E. coli y otras enterobacterias multirresistentes. Y nos preocupa su presencia en los animales de producción, en las mascotas y en los seres humanos”. Advierte de que la Organización Mundial de la Salud ha llamado la atención sobre que “la resistencia a los antibióticos es una de las prioridades para la salud humana, porque el dato de que en el 2050 puede morir 10 millones de personas es una realidad”. Mora señala que el hecho de que no haya antibióticos nuevos ya “es un problema”, y que “hay una serie de bacterias que son especialmente preocupantes. De entre ellas, las que están priorizadas para buscar alguna herramienta de ataque, alternativa a los antibióticos, están Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae”.


INFECCIONES DEL TRACTO URINARIO


Existen cepas de estas dos especies bacterianas multirresistentes “que ya no responden a tratamientos con cefalosporinas de amplio espectro ni carbapenémicos”, dos categorías de antibióticos que se emplean como último recurso ante infecciones causadas por microorganismos multirresistentes. La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) advierte de que en 2023 hubo más de 20 000 defunciones por infecciones multirresistentes, lo que significa que en España “están ocurriendo 20 veces más muertes por esta causa que por accidentes de tráfico”. La veterinaria especifica que “una de las infecciones multirresistentes que está empezando a producir alto número de fallecimientos es E. coli, en infecciones de tracto urinario”.


Escherichia coli está presente en la microbiota humana y en la de otros animales, “y en general es una bacteria buena, pero algunos individuos o cepas de esta especie son patógenas y/o multirresistentes. Con ayuda de nuestro consorcio estudiamos qué características tienen estos últimos, en concreto las que producen infecciones extraintestinales, como la del tracto urinario”, explica la investigadora. La microbiota intestinal “se va formando y modulando a través de las bacterias que adquirimos, por ejemplo al ingerir alimentos, y regularmente expulsamos parte de estos microorganismos por las heces”. En este proceso, las heces “pueden contaminar nuestra propia uretra. De manera que prácticamente todas las infecciones de nuestro tracto urinario son por nuestros propios E. coli”.


Mora lamenta que “casi nadie entiende el vínculo alimentos-microbiota-heces-infección uretral”, y señala que, “aunque los alimentos deben llevar una calidad microbiológica adecuada, como E. coli está en todos lados es muy frecuente encontrar contaminaciones” desde el matadero y a lo largo de la cadena alimentaria. Si el cocinado, o la manipulación de alimentos no es adecuada y ocurren contaminaciones cruzadas, podemos ingerir esa bacteria.


Si la comida está contaminada por “una cepa no patógena sin mecanismos de resistencias, no hay problema”. Pero si llega un E. coli multirresistente y adquirimos una infección multirresistente “vamos a tener menos probabilidades de curar nuestra cistitis, y mayor posibilidad de que esa cistitis evolucione a daño renal. Tras este puede existir una septicemia y de ahí, la muerte”. Lo que más ocupa a su grupo de investigación es “utilizar a los alimentos como elemento de vigilancia de lo que ocurre «de la granja a la mesa» en relación a la resistencia a los antibióticos”.


En su último trabajo, en concreto, “analizamos todas las infecciones de tracto urinario del Hospital Universitario Central Asturiano (HUCA) de Oviedo ocurridas en un periodo específico, a la vez que analizábamos los alimentos de esa ciudad. En el hospital estudiamos genómicamente las bacterias causantes de infecciones para saber a qué clones pertenecen, y si se repiten”. Encontraron que dos de ellos son clones exitosos y culpables de la mayoría de resistencias a las fluoroquinolonas en estas infecciones por E. coli: B2-CC131 y B2-ST1193. Una vez que lograron caracterizar todos los patrones “identificamos los más importantes y vimos qué características tenían, para proponer en base a ellas su vigilancia o protocolo para implementar en el laboratorio”. Esto permite al hospital realizar un “cribado rápido para su monitorización o vigilancia”.


Azucena Mora II

Junto a parte del equipo de medicina humana (HUCA) y la Universidad de Oviedo (de izq. a dcha.): Javier Fernández (HUCA/FINBA), Anable Montufo (HUCA/FINBA), Azucena Mora, Edurne Rodrigo (HUCA/FINBA), Vanesa García (USC/LREC), María Rosario Rodicio (Uniovi) y Ana López (USC/MIV).


COMBATIR LAS RESISTENCIAS


Este estudio abre las puertas a que alguna empresa farmacéutica pueda desarrollar una vacuna eficaz para luchar contra las infecciones del tracto urinario y “que le resulte económicamente rentable”. El problema actual de estas infecciones es que “hay muchos clones y hay poca gente que sepa identificarlos. Existe mucha variación y es difícil encontrar una vacuna eficaz”. Mora subraya que “tratamos de aportar una sugerencia o una hipótesis, creo que bien sustentada, de cuáles serían los clones a valorar para desarrollar una vacuna y proteger a un muy importante número de casos de infecciones del tracto urinario”.


La científica advierte de que “las bacterias multirresistentes son un problema de primer orden, porque cada vez es más habitual conocer casos de gente que no es de la tercera edad que han acabado en la UCI con un problema derivado de una infección de tracto urinario”. Este tema se puede abordar “desde una aproximación de una salud única”. Sin embargo, señala que esto quiere decir “que implicamos no solo a médicos, veterinarios y a cuidadores del medio ambiente”, sino que conlleva que “todos estamos en el planeta, hemos hecho algo mal y podemos hacer algo bien”. Por esta razón, acciones como “educar en los colegios respecto al uso adecuado de antibióticos o a la manipulación y conservación segura de alimentos” son muy eficaces, porque “los niños son quienes aprenden mejor y pueden obligar a los adultos a hacer algo bien”.


Otra medida “super eficaz y a la que nadie le da importancia es la de no infectarse. Hoy en día, el primero de los planes de acción que existe es evitar infecciones para no tener que tratarse”. Por último, “la estrella es lavarse las manos”, especialmente en ambientes hospitalarios, para cortar la transmisión. Mora añade que “son cuestiones de sentido común. Porque las bacterias no se ven, pero existen”.

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