Esta semana de marzo la iniciamos con la sanción al Reino de España por contaminación de nitratos, que afecta entre otras regiones a la Región de Murcia, continuamos con la controversia generada por la propuesta del grupo político “Vox” sobre la reforma de la Ley del Mar Menor, y la hemos cerrado con una noticia en la prensa del 17 de marzo de 2024 en el que la Confederación Hidrográfica del Segura advierte que la “hay que atacar el problema de las deyecciones de la ganadería”. Quién da más.
Genera estupor que ningún partido político ni estamento de la Administración Pública ponga encima de la mesa soluciones urgentes y viables que no sean destructivas para el sector. Además de aplicar mano dura para proteger el medio ambiente, quizás también deberían aplicarse en buscar soluciones que permitan mantener el tejido productivo de muchas familias que VIVEN por y para el CAMPO, y que forman parte de un tejido empresarial primario, el agrario, de especial relevancia en la Región de Murcia.
Hoy hay que ser valiente para trabajar en el sector ganadero, como productor y como técnico, porque lejos de ser considerado un sector estratégico para el abastecimiento del los mercados, cada día son más las administraciones públicas y los sectores de la sociedad que han centrado sus esfuerzos en facilitar una extinción progresiva, aumentando en consecuencia, el despoblamiento rural y nuestra dependencia externa de terceros países, porque lo que es producir alimentos en Europa cada día se producen menos, eso sí, siempre nos queda importar productos de terceros países.
Nuestra Región tiene aproximadamente el 7,3% del censo de porcino nacional, por detrás de otras Comunidades Autónomas como Aragón, Cataluña, Castilla-León y Andalucía, pero su distribución espacial se concentra principalmente en el entorno de dos municipios: Lorca y Fuente Álamo, que albergan, respectivamente, 569 y 254 explotaciones porcinas dedicadas al cebo, con un tamaño medio de 1.450 plazas para el caso de Lorca, frente a las 2.213 plazas de capacidad media en el caso de Fuente Álamo. Estas granjas de cebo son de tamaño medio, un 92% tienen menos de 420 UGM, lo que quiere decir que tienen menos de 2.800 plazas de cebo, y tan solo un 8% tienen más de 2.800 plazas, capacidad que se van a ver reducidas en un 14% con la aplicación del Real Decreto 159/2023 partir del 8 de marzo de 2025.
Si volvemos la vista hacia las regulaciones y normas dirigidas a proteger el medio ambiente, como Ley 3/2020, de 27 de julio, de recuperación y protección del Mar Menor; diferentes órdenes relacionadas con la declaración de zonas vulnerables por contaminación de nitratos, Estrategia de reducción de emisiones de metano COM (2020) 663, Ley de Cambio Climático, Estrategia de la Granja a la Mesa y un largo etcétera, podemos observar cierto contraste con la pregunta de por qué las Administraciones Públicas no “abonan el terreno” para que en una de las zonas de mayor riesgo como es el campo de Cartagena y la cuenca vertiente al Mar Menor, tenga ya iniciativas público-privadas que mejoren la sostenibilidad de las explotaciones porcinas y reduzcan los impactos sobre el medio ambiente.
Las plantas de producción de biometano y de fertilizantes de base orgánica basadas en la gestión de los purines junto a otros residuos, forman parte de la solución para que el sector porcino no sea tratado como el “el gran villano” de la contaminación del suelo y de las aguas y corresponsable de una parte de las emisiones de CO2 y de CH4 a la atmósfera. Los purines producidos por 5 cerdos pueden generar energía eléctrica suficiente para cubrir el consumo medio de un ciudadano europeo durante un año.
La gestión de los purines en la cuenca vertiente del Mar Menor necesita de soluciones inmediatas, asumibles económicamente por el sector productor y sin duda la puesta en marcha de plantas de producción de biometano, que situadas en puntos estratégicos reciban los purines mediante “purineductos”, conducciones que eviten emisiones de GEI directas e indirectas por el transporte de los purines y conserven su potencial biogénico. Esta es una medida que el sector necesita de forma urgente, en la que deben estar implicados no solo la administración regional y local, sino todo el sector productor de porcino y la industria energética.
La empresa alemana Weltec Biopower afirma que España es un diamante en bruto por el potencial que tiene para la producción de biometano, como consecuencia del potente sector agrícola y ganadero español, que genera una materia prima que a día de hoy tiene sin explotar para la producción de biometano. Estas afirmaciones se basan en la hoja de ruta fijada por la UE y que han convenido en llamar “En forma para el 55” (Fit for 55) que pretende reducir las emisiones de C02 al menos un 55% en 2030 con respecto a las emisiones existentes en 1990, y que va a provocar un auténtico aluvión de inversiones en España para desarrollar plantas de biometano, como consecuencia del comercio de Garantías de Origen de gases renovables (Gdo).
Las instalaciones de producción de biometano se conciben con una estructura de residuo cero y vertido cero, con un balance hídrico positivo, donde la competitividad de los productos generados como el biometano y el fertilizante se ve aumentada por tener una huella de carbono negativa, al ser un proceso descarbonizante, en un mundo con unas reservas de fósforo escasas donde este tipo de procesos favorecen la recaptación de fósforo.
Nuestra profesión veterinaria debe catalizar la puesta en marcha de este tipo de infraestructuras que son necesarias para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), apoyando iniciativas como la jornada “El Biometano en la Región de Murcia” que organizó el pasado mes de enero la Asociación Sectorial del Hidrógeno Verde y Gases Renovables de la Región de Murcia (AHMUR) en la que se puso de manifiesto el potencial que tenemos para la producción de biometano, la contribución que su producción tiene para la lucha contra el cambio climático y para la reducción del impacto ambiental de las producciones ganaderas.