El agente que causa la enfermedad de la fiebre Q, Coxiella burnetii (familia Coxiellaceae), es una bacteria zoonótica importante y altamente resistente al medio ambiente con distribución mundial. En los últimos años, Europa ha notificado más de 700 casos humanos anuales de fiebre Q. Entre los países europeos, España ha registrado el mayor número de casos de fiebre Q en los últimos años, lo que la convierte en la zoonosis sometida a notificación más frecuente en el país.
Se han informado diferentes modos de transmisión y, aunque la inhalación se considera el modo principal, también se han evidenciado transmisiones orales y transmitidas por garrapatas. En los seres humanos, la fiebre Q causa fiebre, malestar general, dolor de cabeza, dolor muscular y endocarditis, mientras que en los animales, y particularmente en los rumiantes, esta enfermedad se caracteriza por abortos durante la última etapa del embarazo o descendencia débil, causando importantes pérdidas económicas en la industria ganadera.
Aunque los rumiantes domésticos son los principales reservorios de la bacteria, una amplia gama de especies silvestres pueden infectarse con C. burnetii. El conejo salvaje europeo (Oryctolagus cuniculus) ha sido señalado como un reservorio natural de C. burnetii en ciertos contextos epidemiológicos, y los casos de fiebre Q en humanos ya se han asociado con el contacto indirecto con conejos salvajes. Además, algunos estudios han señalado que las liebres pueden desempeñar un papel en el mantenimiento y la transmisión de esta bacteria zoonótica. Sin embargo, la información sobre el papel de estas especies de lagomorfos en la epidemiología de la fiebre Q es todavía muy limitada.
Aunque la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha incluido la fiebre Q como prioridad para el establecimiento de un sistema de vigilancia coordinada y ha destacado la necesidad de la vigilancia epidemiológica de C. burnetii en lagomorfos salvajes para evaluar la circulación de este patógeno zoonótico, hasta la fecha se han realizado muy pocos estudios serológicos para liebres ibéricas y conejos salvajes europeos, respectivamente, en todo el mundo.
El objetivo de un trabajo realizado por investigadores del Grupo de Investigación en Sanidad Animal y Zoonosis de la Universidad de Córdoba; del Grupo de Virología Clínica y Zoonosis del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba; del Instituto de Salud Carlos III; de la Universidad de Sevilla; y de la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía, fue evaluar la seroprevalencia y los factores de riesgo asociados con la exposición a C. burnetii en poblaciones de conejo salvaje europeo y liebre ibérica en ecosistemas mediterráneos del sur del país.
MUESTRAS EN 112 COTOS DE CAZA
Entre las temporadas de caza 2018/2019 y 2021/2022, se recogieron muestras de sangre de 638 lagomorfos salvajes, incluidos 471 conejos salvajes y 167 liebres ibéricas, en 112 cotos de caza distribuidos en las ocho provincias de Andalucía.
La seroprevalencia individual aparente general fue del 8,9 %. Se encontraron anticuerpos contra C. burnetii en el 11,3 % de los conejos salvajes y en el 2,4 % de las liebres ibéricas. Se detectaron animales seropositivos en 16 de los 112 cotos de caza analizados y en todas las temporadas de caza muestreadas.
Un modelo de ecuaciones de estimación generalizadas mostró que la zona geográfica (Andalucía occidental) y la presencia de ovejas eran factores de riesgo potencialmente asociados con la exposición a C. burnetii en lagomorfos salvajes. Los terrenos de caza donde había ovejas, comentan, tenían 4,6 veces más riesgo de exposición a C. burnetii que aquellos sin ovejas. “Estos hallazgos indican que Andalucía occidental podría ser un punto crítico para la circulación de C. burnetii”.
“Nuestros resultados proporcionan evidencia de una circulación moderada, endémica y heterogénea de C. burnetii en poblaciones de lagomorfos silvestres en los ecosistemas mediterráneos españoles”, han comentado los autores.
Hasta donde saben los autores, este es el primer informe de exposición a C. burnetii en liebre ibérica, “lo que aumenta la gama de especies susceptibles a este patógeno zoonótico”.
En consecuencia, consideran que “se deben implementar estrategias basadas en el riesgo para programas de vigilancia integral en estas especies para reducir el riesgo de transmisión de la bacteria a especies simpátricas, incluidos los humanos”.