A lo largo de la historia de la humanidad, la vida silvestre ha sido una fuente importante de enfermedades infecciosas para el ser humano. En la actualidad, los patógenos zoonóticos con un reservorio silvestre constituyen una amenaza grave y creciente para la salud pública en un mundo globalizado y bajo el prisma del cambio climático. El impacto humano en los hábitats, la biodiversidad y el clima podrían ser responsables de los cambios en los patrones de interacción entre los animales domésticos, la fauna silvestre y los humanos, y de la aparición de patógenos multi-hospedador que cruzan la barrera entre especies y emergen como causantes de enfermedades humanas.
La fiebre Q es un ejemplo de zoonosis mundial reemergente de origen bacteriano, causada por Coxiella burnetii, que podría estar influenciada por los recientes cambios ambientales. La aparición de casos de fiebre Q en humanos se debe principalmente a la circulación y transmisión de esta bacteria en reservorios animales, en particular, ovejas y cabras. Sin embargo, la fauna silvestre también es una fuente para la aparición de casos de fiebre Q en humanos.
Coxiella burnetii es un patógeno multi-hospedador que puede beneficiarse de la gran biodiversidad presente en la península ibérica en lugar de experimentar una dilución en su transmisión como generalmente se ha asociado a patógenos con un rango de hospedadores más reducido. Esto radica en la capacidad de Coxiella burnetii de replicarse en prácticamente cualquier mamífero, ave, reptil, pez, o incluso en artrópodos. La alta diversidad de hospedadores podría ofrecer a Coxiella burnetii una red más diversa de interacciones directas e indirectas entre hospedadores (relaciones tróficas y agregación) que favorezcan la transmisión al ganado, las mascotas y las personas.
La península ibérica no solo podría ser un punto crítico por su elevada biodiversidad, sino que también podría ser excepcional por su notable integración entre los ecosistemas naturales y las actividades humanas, por lo que resulta clave analizar la relación entre la diversidad de especies silvestres y el riesgo potencial de transmisión de Coxiella burnetii, desconocida hasta el momento.
Este ha sido precisamente el objetivo de un equipo de científicos del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), usando la diversidad de especies de mamíferos como indicador. Realizaron una revisión bibliográfica a escala ibérica para registrar los casos notificados de infección por C. burnetii en mamíferos silvestres. De forma paralela, estimaron la diversidad de especies de mamíferos silvestres a una escala espacial de 10x10km y analizaron cómo se relacionaba esta diversidad con la frecuencia de notificaciones de C. burnetii.
El primer hallazgo fue que la infección por C. burnetii se ha estudiado en 30 especies de mamíferos ibéricos y se ha detectado en 19 (63,3 %) de ellas. También identificaron un amplio rango espacial en las notificaciones de infecciones por C. burnetii en algunos de los mamíferos silvestres mejor estudiados, como el ciervo o el conejo de monte. Estos resultados confirman la primera premisa de la hipótesis del estudio, que la Península alberga una amplia diversidad de mamíferos silvestres en los que C. burnetii puede reproducirse.
Los resultados del estudio de relación mostraron una asociación positiva entre el número de especies de mamíferos silvestres por cuadrícula y la frecuencia de notificaciones de C. burnetii hasta un cierto umbral de diversidad en el que la relación se invierte. Así, se puede observar que, en las cuadrículas con niveles altos de diversidad de mamíferos silvestres, la frecuencia de notificaciones de C. burnetii era menor, sugiriendo con ello que una biodiversidad elevada podría tener un efecto de dilución incluso para un patógeno de naturaleza auténticamente multi-hospedador.
Este trabajo revela un papel potencialmente relevante de la biodiversidad de mamíferos silvestres en la ecología de C. burnetii, "que debería ser explorado más a fondo para identificar los servicios ecosistémicos que ofrece la biodiversidad en materia de salud y para buscar estrategias ambientalmente sostenibles que prevengan el impacto negativo de la fiebre Q en el ganado y la salud humana", indican los autores.