El dolor musculoesquelético y la cojera se encuentran entre los problemas clínicos más comunes observados en perros de compañía. Una gran proporción de estos casos están relacionados con la osteoartritis (OA), el trastorno articular más común en los perros.
La prevalencia de la OA oscila entre el 2,5 % y más del 80 %, según los métodos de estudio y las características de la población. Esta variación probablemente refleja verdaderas diferencias en la prevalencia entre poblaciones, relacionadas con diferencias en raza, edad, cría y otros factores causales, así como diferencias en los métodos de diagnóstico y definiciones de casos entre estudios.
La OA, una afección progresiva e incurable, puede afectar la comodidad y la calidad de vida durante una proporción sustancial de la vida de un paciente. Esta condición compromete el bienestar de los perros afectados y supone una carga significativa para los cuidadores humanos. El dolor musculoesquelético y la disfunción locomotora, a menudo debido a la OA, también se encuentran entre los motivos más frecuentes de eutanasia en perros.
Actualmente, el enfoque principal para mitigar el impacto negativo de la OA canina es el tratamiento una vez que se han manifestado los signos clínicos. La detección temprana y las intervenciones para prevenir o retrasar el desarrollo de la OA podrían tener beneficios significativos. Los enfoques eficaces para prevenir o retrasar el desarrollo de la OA dependen de una comprensión clara de los factores de riesgo relevantes y de la identificación de las personas con mayor riesgo.
Muchos supuestos factores de riesgo se han asociado con el desarrollo y la progresión de la OA canina. Existe evidencia sólida del papel de los factores genéticos que influyen tanto en el riesgo individual como en las diferencias raciales en la susceptibilidad a la OA.
El peso corporal es otro factor asociado con el riesgo de OA. Sin embargo, los estudios a menudo no distinguen claramente entre el tamaño y la condición corporal. Las razas más grandes parecen tener mayor riesgo, al igual que las personas con sobrepeso u obesidad, pero la relación entre estas diferentes variables de tamaño corporal no siempre es clara.
INFLUJO DE LA EDAD
La osteoartritis se considera una enfermedad del envejecimiento y el aumento de la edad a menudo se asocia con una mayor prevalencia de OA. Sin embargo, esta asociación es potencialmente complicada por la falta de vigilancia y marcadores de diagnóstico de la enfermedad articular preclínica temprana.
La evidencia es limitada y contradictoria para muchos actores potenciales de riesgo de OA. El sexo, por ejemplo, a menudo se asocia con la prevalencia de OA, pero se ha informado que tanto los perros machos como las hembras tienen el mismo riesgo, y el potencial de confusión por tamaño corporal, actividad y estado de castración es alto.
Uno de los factores de riesgo más debatidos para la OA es la esterilización. Si bien la mayoría de los informes indican que los perros castrados corren un mayor riesgo que los perros enteros, los detalles de la relación entre el estado de castración y la OA no están claros.
FACTORES AMBIENTALES
Otros factores asociados con la OA son claramente modificables en los individuos, incluido el peso y la condición corporal, la dieta, o los patrones de actividad.
Las recomendaciones dietéticas comunes para retrasar o prevenir la OA incluyen una alimentación reducida para prevenir la obesidad y modular el desarrollo esquelético en los cachorros en crecimiento.
No obstante, una mayor claridad sobre el papel de los factores de riesgo clave en el desarrollo de la OA canina sería útil para informar las estrategias preventivas.
En consecuencia, el propósito de un estudio realizado en EEUU fue examinar factores de riesgo seleccionados para el desarrollo de OA en un gran estudio de cohorte retrospectivo de perros de compañía utilizando datos de registros médicos de consultas veterinarias de atención primaria. Los autores examinaron los factores de riesgo informados anteriormente, incluida la edad, el sexo, la raza, el peso corporal y la condición corporal. También buscaron investigar más a fondo las relaciones entre la OA, el estado de castración y la edad de castración, así como la variabilidad de estas relaciones entre razas.
La cohorte final del estudio incluyó 131.140 perros, 31.365 de los cuales fueron diagnosticados con OA durante el curso del estudio. La cohorte de perros tenía una edad promedio al ingresar al estudio de 5,12 años, un peso adulto promedio de 19 kilos, y 63.541 (48,5 %) perros eran hembras. Hubo 318 razas presentes en el estudio, con Labrador Retrievers, Chihuahuas y Yorkshire Terriers como las razas más frecuentes observadas.
Tras realizar un análisis de los animales, los investigadores encontraron que la edad fue, con diferencia, el factor de riesgo más importante para el diagnóstico de OA, lo que coincide con la comprensión establecida de la OA como una enfermedad del envejecimiento. Este efecto fue consistente en razas de diferentes tamaños y con diferentes tasas de aparición de OA. El diagnóstico de OA en pacientes individuales “es más probable a medida que pasa el tiempo, porque es una afección incurable y, por lo tanto, estará presente y disponible para el diagnóstico por más tiempo y porque es progresiva y, por lo tanto, es más probable que se vuelva clínicamente evidente a medida que el perro envejece”, comentan los autores.
En cuanto al sexo, los perros machos tenían un riesgo menor, aunque la magnitud de este efecto en la población general fue pequeña.
VARIABILIDAD ENTRE RAZAS
La raza es un factor de riesgo complejo que involucra diferencias en la composición genética, el tamaño y la conformación corporal, y probablemente también variables de estilo de vida influenciadas por los propietarios, como las prácticas de alimentación y el tipo e intensidad de la actividad.
Considerando la raza, matizan que, debido a la enorme variabilidad fenotípica entre los perros, “la evaluación del papel del peso corporal en el riesgo de OA puede fácilmente confundir los efectos del tamaño corporal y la raza con los del sobrepeso”.
En este sentido, en general, el mayor tamaño corporal suele identificarse como un factor de riesgo de OA en perros. Este patrón se confirmó en este estudio, donde el aumento del peso corporal se asoció positivamente con el riesgo de OA. “Cuando se comparó el riesgo de OA entre razas, las razas más grandes tenían un mayor riesgo, lo que coincide con hallazgos anteriores”.
En cuanto a la condición corporal, “este análisis mostró que el aumento de peso después de la madurez, que probablemente representa un exceso de masa adiposa, aumenta el riesgo de OA”.
Este efecto es mayor en perros más grandes, “posiblemente debido a una exacerbación del riesgo ya elevado que plantea el mayor tamaño corporal o porque la carga mecánica absoluta del peso ganado después de la adultez es mayor en perros más grandes”.
EDAD DE ESTERILIZACIÓN
Por otro lado, los resultados del presente estudio “han sido consistente con hallazgos anteriores de que el riesgo de OA aumenta después de la castración en la mayoría de los perros de razas medianas y grandes y en algunas razas más pequeñas”.
No obstante, matizan que “la castración también es un factor de riesgo establecido para la obesidad, y es posible que una forma en que la castración aumente el riesgo de OA sea aumentando la propensión al sobrepeso y la obesidad”.
En cuanto al influjo de la edad en el momento de la castración, descubrieron que se asoció inversamente con el riesgo de OA en la población total, y el riesgo disminuyó progresivamente con la castración retrasada hasta los 2 años de edad.
En conclusión, la edad avanzada, el mayor peso corporal adulto, la gonadectomía y la edad más joven en el momento de la gonadectomía se asociaron significativamente con mayores riesgos de osteoartritis en la cohorte total. Las puntuaciones más altas de condición corporal y el sexo también “se asociaron significativamente con la osteoartritis, pero con tamaños de efecto mínimos en la cohorte general, y estos factores de riesgo no fueron consistentemente significativos en todas las razas analizadas”.
Estos resultados, consideran los autores, “ayudarán a los veterinarios a identificar perros con mayor riesgo de osteoartritis y aplicar intervenciones de diagnóstico, preventivas y de tratamiento adecuadas”.
La comprensión de los factores de riesgo potencialmente modificables, como la condición corporal y la castración, “respaldará las discusiones basadas en evidencia con los dueños de perros sobre la gestión de riesgos en pacientes individuales”.