Sergio Acuna Gutiérrez es un estudiante de Veterinaria que siente un gran interés por la medicina zoológica y de conservación. En mayo de 2023, viajó a la ciudad mexicana de Guadalajara, Jalisco, durante diez semanas para trabajar en el zoológico de esta capital. Hogar de más de 3.500 animales de más de 300 especies diferentes, el zoológico de Guadalajara está construido en una reserva al borde del Cañón Huentitán y tiene el honor de ser uno de los más grandes de toda América Latina.
La motivación del estudiante para emprender este proyecto a través del Programa Educativo Expandiendo Horizontes de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, surgió del deseo de conectarse con su herencia mexicana y, al mismo tiempo, alcanzar una variedad de objetivos profesionales.
Como aspirante a veterinario con un gran interés en la medicina zoológica y de conservación, el joven vio en esta oportunidad una puerta de entrada a una experiencia clínica invaluable. Trabajar en estrecha colaboración con diversas especies de vida silvestre en el zoológico le ofreció la oportunidad de profundizar en su comprensión de las complejidades de la salud animal. Además, representó un paso crucial para confirmar su objetivo de "contribuir al bienestar y la preservación de los animales a escala global".
Durante su estancia en México, trabajó con el personal veterinario del zoológico, ayudando en las tareas del hospital de animales y de campo. Sus responsabilidades incluían tanto la preparación de comidas como la planificación de enriquecimiento y la gestión de medicamentos.
El estudiante pudo trabajar con diversas especies, incluidos pingüinos antárticos, rinocerontes blancos africanos, ciervos sika, titíes de manos doradas y guacamayos. Pero, sin duda, recuerda con especial cariño a una de las aves: “Uno de mis animales favoritos en el zoológico era la cacatúa Molly, quien me acompañaba en mi rutina matutina de cuidar a los pacientes del hospital, silbando conmigo mientras avanzaba mi día”, explica.
EL TRABAJO EN EL ZOOLÓGICO
Finalmente, se convirtió en una cara conocida tanto para el personal del zoológico como para los animales. Es el caso de los lobos grises mexicanos y las hienas, “comenzaron a seguir mis movimientos cuando pasaba, esperando que llevara elementos de enriquecimiento como bloques de hielo con carne dentro para refrescarse durante las calurosas tardes de verano”, asegura el estudiante de veterinaria.
También le reconocían Mayte y Axel, los rinocerontes del zoo. Mayte padecía conjuntivitis alérgica y, al trabajar con ella, Sergio pudo aprender sobre el manejo médico de enfermedades crónicas, limpieza de heridas, administración de medicamentos, extracciones de sangre de megafauna y análisis de hisopos oculares bajo el microscopio.
Durante las últimas semanas trabajó principalmente en el laboratorio del hospital veterinario, impulsado por su interés en los aspectos diagnósticos de la medicina veterinaria. “Aquí profundicé en las complejidades microscópicas de cómo funcionaban varias especies a nivel celular y molecular”.
Con la ayuda de la veterinaria Andrea Saucedo, aprendió sobre métodos de diagnóstico y adquirió la experiencia en diferentes técnicas de tinción, identificación de parásitos y evaluación de la morfología sanguínea. “También tuve la oportunidad de enseñar a los niños pequeños que visitaban el hospital de animales la importancia de la medicina preventiva dentro del zoológico y su relación con las enfermedades zoonóticas que afectan tanto a humanos como a animales. Ver a los niños fascinados por las maravillas de la vida silvestre me recordó el lugar en el que me encontraba cuando me embarqué en mi viaje hacia el mundo de la medicina veterinaria”, declara.
UNA EXPERIENCIA TRANSFORMADORA
Sergio define este viaje como “profundamente emocional y transformador” y explica que fue la primera vez que tuvo el privilegio de encontrarse con veterinarios que compartían su origen cultural, “un hecho que tenía un inmenso significado para mí”.
“A lo largo de mi educación, la escasez de veterinarios que se parecieran a mí, a menudo me llevó a cuestionar mi lugar y dedicación dentro del campo. Sin embargo, mi estancia en México fue una revelación: cada veterinario del zoológico reflejaba mi propia cultura y su orgullo por ella era evidente”, subraya.
El joven confiesa que fue agridulce separarse de sus compañeros y de los animales tras su estancia de diez semanas. Sin embargo, está orgulloso de la experiencia y siente un gran agradecimiento a todos los que han hecho posible su estancia.