Durante una inundación, el bienestar animal se ve comprometido de varias formas. Los animales afectados se enfrentan a situaciones de estrés severo y, en muchos casos, deben nadar o caminar largas distancias para acceder a zonas seguras, consumiendo así mucha energía.
Según una serie de recomendaciones que han publicado expertos de Sanidad Animal del Gobierno argentino, es importante que, en la medida de lo posible, “en situaciones donde no se dispone de pasturas, se provea heno en cantidad suficiente teniendo en cuenta que el ganado en general consume entre el 2,5 al 3 % de su peso vivo”.
Asimismo, se recuerda que si el alimento disponible es de calidad inferior, se debería agregar algún concentrado proteico que le permita proveer al rumen de nitrógeno suficiente para fomentar el consumo del heno de mala calidad. "Los concentrados energéticos y de baja fibra deben ser evitados como única fuente de alimento, ya que pueden ocasionar trastornos digestivos y deteriorar la salud del animal”.
En cualquier escenario, las recomendaciones señalan que se deben evitar los cambios abruptos en la dieta, agrupar a los animales en áreas donde hay una alta presencia de malezas toxicas y alimentar con granos y henos contaminados con sustancias químicas.
En este sentido, se destaca que la presencia de zonas anegadas, barro acumulado y charcos provocan cambios ambientales en los corrales y en las salas de ordeño. La humedad favorece las infecciones mamarias, trastornos podales (pietín), problemas respiratorios (neumonía) y otras enfermedades infecciosas (leptospirosis), especialmente en las categorías jóvenes. Por tanto, el sistema inmune de las vacas se deprime, aumenta el estrés y proliferan microorganismos. Estos factores hacen que sea "fundamental trasladar a los animales a zonas altas y secas temporalmente".
Por otra parte, es importante mantener al día el calendario de vacunación, eliminar apropiadamente los restos de animales muertos, controlar la población de moscas y mosquitos y evitar el hacinamiento. E igualmente se debe brindar atención de primeros auxilios a los animales heridos y, en caso de ser necesario, solicitar atención veterinaria a un profesional.
Si fuera necesario el sacrificio de emergencia, los especialistas sugieren que debe realizarlo una persona idónea para así evitar el sufrimiento físico y mental del animal durante el proceso.
También se añade que, a medida que las aguas se retiren, es fundamental adoptar medidas que minimicen los problemas vinculados a la salud animal. “La producción de pastos –pastizales y pasturas– después de un periodo de inundación, se ve afectada negativamente entre un 25 y un 30 %”.
Otra recomendación es revisar la zona afectada antes de que los animales regresen a la misma para identificar elementos peligrosos como objetos punzantes, derrame de productos químicos, agua o alimentos contaminados, cadáveres de otros animales, líneas eléctricas caídas, entre otros peligros y tomar las acciones correspondientes para eliminar su peligrosidad.
En caso de haber animales muertos, conviene realizar la disposición de cadáveres considerando las condiciones de bioseguridad y medioambientales correspondientes según la autoridad competente. Por otra parte, también hay que revisar el predio y observar si han ocurrido cambios físicos que requieran la adopción de medidas como cambio de ubicación de corrales, pozos de agua, bebederos, galpones, etc.
Finalmente, hay que proveer a los animales de agua y alimento libres de contaminación. Una vez que estos hayan regresado a sus lugares, es necesario revisar su estado general de manera periódica y con precaución, ya que su comportamiento puede variar debido al estrés asociado a la emergencia o desastre. Se recomienda también el chequeo por parte de un médico veterinario si se observan lesiones o signos de enfermedad.