El linfoma es una de las neoplasias más comunes tanto en perros como en gatos. Este tipo de cáncer afecta al sistema linfático y su origen radica en la proliferación maligna de linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre. Los tumores suelen surgir en tejidos linfoides como los ganglios, el bazo o la médula ósea, aunque realmente pueden aparecer en cualquier tejido del cuerpo.
El linfoma más frecuente en los gatos es el alimentario o digestivo, por lo que los síntomas se relacionan con la pérdida de peso y de apetito, vómitos y diarrea. En todo caso, la sintomatología depende principalmente del tipo de linfoma y de la extensión de la enfermedad. No existe predisposición según la raza, aunque los linfomas alimentarios son muy comunes en gatos mayores mientras que los mediastínicos son más frecuentes en gatos jóvenes positivos a leucemia.
TRATAN CON ÉXITO UN LINFOMA FELINO
El servicio de oncología del hospital veterinario AniCura Estoril trató el caso de un gato común europeo de 3 años que llegó con una grave dificultad para respirar. Los especialistas realizaron radiografías de tórax que pusieron de manifiesto la presencia de un derrame pleural severo, además de una analítica de sangre sin alteraciones y un test de leucemia e inmunodeficiencia con resultado negativo.
“En conjunto con el servicio de cirugía del centro, llevamos a cabo un drenaje eco guiado del derrame pleural y se evidenció la presencia de una masa mediastínica. Realizamos una citología que no resultó concluyente, por lo que decidimos realizar una toracoscopia, una vez estabilizado el paciente, para observar el interior de la cavidad torácica y tomar una biopsia”, explica Ignacio Molina, responsable del servicio de Oncología de AniCura Estoril Hospital Veterinario.
“El resultado concluyó que se trataba de un linfoma mediastínico, por lo que se comenzó un tratamiento quimioterápico. El equipo realizó un buen trabajo, ya que el gato llegó en un grave estado, con una disnea muy severa asociado a un derrame pleural masivo”, añade.
Los gatos sin leucemia que alcanzan la remisión completa para este tipo de linfoma, tienen un pronóstico medio de supervivencia de 1 a 3 años. Cuando no se trata el linfoma, la esperanza de vida es muy baja, pueden ser semanas o incluso días.
Hoy en día, el paciente tratado en AniCura Estoril Hospital Veterinario se encuentra en remisión completa, 9 meses después de su diagnóstico. Más allá de acudir a sus dosis de quimioterapia, come, juega y lleva una vida normal. No hay rastro de la enfermedad, dado que no se han encontrado indicios de la masa mediastínica ni de derrame pleural en las radiografías que se realizan periódicamente.
DETECCIÓN PRECOZ, FUNDAMENTAL PARA LA SUPERVIVENCIA
Al igual que los gatos, los perros también sufren de linfoma. El tipo más frecuente es el multicéntrico, que se caracteriza por el aumento generalizado del tamaño de los ganglios linfáticos. Afecta, sobre todo, a perros de edad media y avanzada y, aunque cualquier tipo de perro puede padecer esta enfermedad, existen razas con mayor predisposición como son los Boxers, Cocker Spaniel y Golden Retriever.
Los síntomas más comunes son decaimiento, anorexia y, en ocasiones, dificultad respiratoria por compresión de la vía aérea por parte de los ganglios linfáticos mandibulares. En otros casos, no presentan síntomas y el hallazgo del cáncer se produce de una forma casual durante una exploración.
Debido a que existen diferentes factores genéticos, ambientales, infecciosos y de tipo inmunológico que causan los linfomas en ambas especies, es muy complicado prevenir su desarrollo. Sin embargo, el diagnóstico precoz juega un papel muy importante.
“Es fundamental que los cuidadores lleven a sus mascotas al veterinario de forma rutinaria para que se realice una exploración minuciosa, donde se puedan detectar signos clínicos, tales como el aumento en el tamaño de los ganglios o pérdida de peso. De la misma manera, es importante incidir en la necesidad de realizar chequeos periódicos en mascotas mayores de 8 años donde se incluyan, además de una exploración clínica, la realización de pruebas diagnósticas como analítica de sangre, radiografías o ecografías. De esta forma, podemos diagnosticar el linfoma y otras enfermedades de manera precoz y pautar un tratamiento oportuno”, concluye Ignacio Molina.