La conciencia de los consumidores sobre el bienestar animal y la salud ambiental ha llevado a una gran presión sobre la industria ganadera. Según los informes de la Comisión Europea de Agricultura y Desarrollo Rural, la agricultura orgánica aumentó más del 50 % en la última década, lo que pone de relieve la tendencia global de las preferencias de los consumidores hacia los sistemas orgánicos y de pastoreo.
Así, en la búsqueda de la sostenibilidad, los ganaderos deben enfrentar nuevos desafíos, como el riesgo de que el ganado adquiera infecciones parasitarias, que encabeza la lista de peligros asociados a los sistemas de cría de ganado al aire libre. Las enfermedades parasitarias causadas por endoparásitos son responsables de un grave deterioro del bienestar, la salud y el rendimiento de los animales, y son algunas de las infecciones parasitarias más importantes que afectan a la industria ganadera en todo el mundo.
Los helmintos se clasifican en dos grupos principales: nematodos (gusanos redondos) y platelmintos (gusanos planos, incluidos cestodos y trematodos), que afectan a diferentes sistemas de órganos. Sin embargo, los parásitos más frecuentes del ganado en pastoreo son los nematodos parásitos gastrointestinales (GIPN).
Los nematodos que infectan el tracto digestivo de los rumiantes en condiciones de pastoreo son responsables de un estado severo de desnutrición, debilidad, anemia, disminución de la respuesta inmune e incluso la muerte de los animales jóvenes. El impacto de estos trastornos de salud depende de la patogenicidad de los parásitos implicados en la infección y de la carga parasitaria.
Conviene destacar que la gastroenteritis causada por GIPN, incluso con cargas subclínicas, disminuye el rendimiento animal y, en consecuencia, conduce a pérdidas económicas de los sistemas de cría de animales en muchos países del mundo.
RESIDUOS TÓXICOS ASOCIADOS AL USO DE ANTIHELMINTICOS
Desde mediados del siglo pasado, el desarrollo de fármacos antihelmínticos químicos por parte de la industria farmacéutica ha ido ganando importante reputación a nivel mundial, y el uso de dichos fármacos constituye actualmente la principal estrategia para controlar la GIPN en los sistemas ganaderos.
En suma, nuevas moléculas antihelmínticas sintéticas se han convertido en el enfoque más práctico, sencillo y rentable para reducir las poblaciones de parásitos en rumiantes.
Hay que recordar que, durante muchas décadas, los fármacos antihelmínticos químicos han sido útiles para disminuir las consecuencias indeseables de los parásitos tanto en la salud como en el rendimiento de muchas de las especies animales económicamente más valiosas utilizadas como recursos alimentarios. Pero, con el paso de los años, el uso de estos fármacos químicos se ha vuelto cada vez más frecuente hasta que los ganaderos se volvieron altamente dependientes del uso de antihelmínticos para mantener o mejorar la productividad agrícola.
Hoy en día es ampliamente conocido que, una vez tratados los animales, los residuos químicos son eliminados al ambiente a través de las heces y la orina. Sin embargo, los residuos químicos de los antihelmínticos eliminados por los animales tratados son tóxicos y pueden afectar a organismos beneficiosos, como los escarabajos.
Dado que el suelo es el destino final de los residuos de antihelmínticos químicos, estos compuestos pueden considerarse una amenaza ambiental. Además, los residuos químicos del fármaco antihelmíntico administrado también pueden permanecer en los tejidos animales y en la leche, la carne y otros subproductos de la industria ganadera destinados al consumo humano, lo que representa un riesgo inminente para la salud pública.
RESISTENCIA ANTIHELMÍNTICAS
Unas décadas después del descubrimiento de los pesticidas y los antihelmínticos químicos sintéticos, los informes sobre la falla de la eficacia de los medicamentos antihelmínticos se han vuelto cada vez más frecuentes. Esta era una preocupación no sólo para los ganaderos sino también para las empresas farmacéuticas. El hecho de que los antihelmínticos perdieran su eficacia se atribuyó a una alteración genética de los parásitos para superar el efecto letal de estos fármacos. Este fenómeno se conoce mejor como resistencia a los antihelmínticos.
El primer registro de la falta de eficacia de un fármaco antihelmíntico se informó en granjas de Kentucky, EE. UU., a principios de la década de 1960. Desde entonces, la resistencia a los antihelmínticos se ha ido extendiendo a otros países.
Por ejemplo, en México, en 1987, se reportó el primer caso de resistencia a antihelmínticos en H. contortus contra benzimidazoles en ovejas. En ese momento, las compañías farmacéuticas seguían descubriendo nuevas moléculas que servían como fármacos alternativos. Sin embargo, independientemente del caso, parece que cualquier nuevo fármaco antihelmíntico puede generar resistencia en los parásitos.
Las compañías farmacéuticas han notado que cualquier nueva molécula antihelmíntica corre el riesgo inminente de desarrollar resistencia, y los rebaños y manadas de todo el mundo están indefensos ante el riesgo inminente de resistencia a los antihelmínticos (AR).
Sobre este asunto, un equipo de investigadores mexicanos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap); la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FESC) y el Centro de Docencia, Investigación y Extensión en Ganadería Tropical, los dos últimos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha realizado un artículo donde recopilan y analizan los nuevos avances en el control sostenible de este tipo de parásitos. En este sentido, celebran que el número de estudios sobre nuevas estrategias para controlar la GIPN utilizando un enfoque diferente al del uso de fármacos antihelmínticos químicos sintetizados ha aumentado en la última década.
Algunas de estas estrategias mencionadas por los autores incluyen la vacunación para mejorar el estado inmunológico de los animales contra la infección parasitaria, centrándose en el uso de antígenos obtenidos de las células intestinales de nematodos parásitos adultos como H. contortus para inducir respuestas inmunes que brinden protección.
Otra alternativa expuesta es el uso de estrategias de control biológico que emplean antagonistas naturales de los nematodos, como los hongos nematófagos, para controlar los nematodos parásitos que afectan a cultivos de alto valor comercial y nematodos parásitos de rumiantes, utilizando el hongo Duddingtonia flagrans.
Esta especie es capaz de producir espontáneamente una gran cantidad de esporas resistentes (clamidosporas) que pueden agregarse a la dieta de los animales. Una vez que las clamidosporas pasan por el tracto gastrointestinal de los animales, son expulsadas junto con las heces al suelo y a los pastos. En las heces, las esporas germinan, forman redes de captura a través de sus micelios y atrapan, matan y se alimentan de larvas infectivas, disminuyendo sus poblaciones en los pastos.
Otra estrategia explorada recientemente “es el uso de compuestos naturales producidos por hongos con actividad nematocida, que, en un futuro próximo, se espera que reemplacen, total o parcialmente, los fármacos antihelmínticos sintetizados químicamente”, indican.
MEDICINA ETNOVETERINARIA
Asimismo, los autores se hacen eco de la medicina etnoveterinaria, una práctica antigua realizada principalmente por comunidades rurales de todo el mundo, “que ha surgido como una necesidad para contrarrestar la resistencia a los antihelmínticos y los impactos negativos de la GIPN en el bienestar y el rendimiento animal”.
En este sentido, comentan que se han evaluado varias especies de plantas de uso etnoveterinario, ricas en metabolitos secundarios y pertenecientes a diferentes familias contra parásitos gastrointestinales, con resultados prometedores.
Entre otras alternativas para contrarrestar el parasitismo en el ganado, los autores citan la inmunonutrición, que se refiere al uso de estrategias nutricionales basadas en la suplementación dietética a base de alimentos proteicos o energéticos para mejorar la respuesta inmune del huésped a las infecciones parasitarias.
En resumen, en los últimos años “ha aumentado el número de estudios sobre enfoques novedosos para el control de parásitos, centrándose en herramientas viables para diseñar un programa integrado eficiente para el control de GIPN”.
La inevitable nueva era de resistencia a los antihelmínticos en el ganado, junto con la concienciación de los consumidores sobre el bienestar animal y la salud ambiental, “exige un trabajo científico profundo para ofrecer soluciones a la industria ganadera”.
En la búsqueda de una independencia de los fármacos antihelmínticos sintetizados químicamente, “el control de los parásitos, en un futuro próximo, dependerá de la prevención y del uso combinado de distintas estrategias”, concluyen.