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Hallan en Centroamérica un parásito que provoca tumores en gatos domésticos, "una amenaza zoonótica"
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Hallan en Centroamérica un parásito que provoca tumores en gatos domésticos, "una amenaza zoonótica"

​Además de tumores, el parásito puede generar masas de nódulos y, en casos muy esporádicos, infectar a personas
Alicia Rojas Víctor Montenegro Alberto Solano Barquero
De izq. a dcha: Alicia Rojas, Víctor Montenegro y Alberto Solano Barquero.

Un médico veterinario y cuatro científicos de la Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional y la Universidad Tecnológica de Costa Rica lograron determinar por nombre y apellido, por primera vez en la historia del país y Centroamérica, la identidad de un curioso y enigmático parásito presente en suelo nacional. ¿Su nombre? Lagochilascaris minor


El trabajo publicado describe al parásito como un nematodo (gusano) capaz de provocar masas nodulares en los gatos e incluso infectar a los humanos en los escenarios más raros. 


Los investigadores que han llevado a cabo este estudio fueron Alberto Solano Barquero y Alicia Rojas, ambos de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica; Víctor Montenegro del Laboratorio de Parasitología de la Universidad Nacional;  Alejandro Medaglia del Laboratorio Institucional de Microscopía del Universidad Tecnológica de Costa Rica; y Ana Estrada, primera veterinaria en observar parásitos cuando llegó a su consultorio un gatito doméstico infectado.


“Todo empezó con el reporte de dos casos en una veterinaria ubicada en San José de la Montaña, en Heredia. En esa clínica, la doctora Estrada detectó un caso atípico en un gato que parecía tener otro tipo de patología. Pero, cuando le hace la exploración del oído, abre quirúrgicamente la masa y encuentra nematodos sin poder identificar qué eran. Entonces, la veterinaria tomó esos gusanos y los envió al Laboratorio de Parasitología de la Universidad Nacional. Allí la Universidad Nacional realizó los primeros análisis morfológicos (de apariencia) y luego enviaron las muestras a la Universidad de Costa Rica para complementar el estudio mediante un análisis molecular”, explica Rojas. 


El análisis molecular realizado en la Universidad de Costa Rica consistió en extraer el ADN de los ejemplares y proceder a realizar una PCR —reacción en cadena de la polimerasa—, con el objetivo de amplificar los genes específicos del gusano y, de esta manera, encontrar su verdadera identidad con nombre (género) y apellido (especie) correctos.


“Fue una gran sorpresa porque hacía muchos años que L. minor no era reportada en el país. Hubo un primer reporte realizado en un gato montés, específicamente en la laringe de un ocelote, pero nunca se pudo explicar la especie, solo se identificó el género. Nosotros, en cambio, logramos ambas cosas: identificar el género y la especie”, comentan.


Procesada la muestra de ADN, se continuó con el siguiente paso fundamental: profundizar en los estudios morfológicos. La idea era perfeccionar aún más la apariencia de los organismos y, para lograrlo, en el Laboratorio Institucional de Microscopía del Tecnológico de Costa Rica se tomaron fotografías de alta resolución, con un alcance visual mucho mayor que los microscopios convencionales.


“Con los análisis morfológicos y moleculares nos dimos cuenta de que se trataba de Lagochilascaris minor. Luego, un mes después, la Dra. Ana Estrada informó otro caso en un gato con una masa cerca del esófago en el tejido subcutáneo. Cuando hace la cirugía, inmediatamente ve una gran cantidad de nematodos en los nódulos que tenía el animal. Nuevamente realiza el envío y las tres universidades públicas vuelven a hacer los mismos análisis con el mismo resultado. Lo curioso aquí es que, en un lapso de dos meses, se reportaron casos que en tres décadas nunca se habían encontrado en Costa Rica”, contextualiza Rojas.


Así, los hallazgos muestran que el parásito circula en el país y que probablemente haya más casos no reportados. Además, la aparición inesperada de estos casos en el mismo lugar pone de relieve "la inminente amenaza zoonótica para los seres humanos y la circulación activa del parásito", advierten.


Esto conlleva el riesgo de que más gatos se infecten y que los humanos contraigan la infección, casos que rara vez ocurren pero cuya posibilidad existe, indican los expertos. “El descubrimiento de estos casos con poco tiempo de diferencia entre sí y en el mismo lugar, hace saltar la alarma de que el parásito está ahí y que hay que monitorearlo”, afirma Solano.


Parásito encontrado en Costa RicaLagochilascaris minor es típico del continente Americano. 


CONTAGIO


Los autores comentan que no se sabe con exactitud cómo llegaron estos parásitos a los gatos. "El parásito no tiene un ciclo de vida completamente definido por la ciencia y esto dificulta saber cómo se generó el contagio", indican. Sin embargo, para Solano existen algunas similitudes en el comportamiento de ambos gatos que podrían explicar cómo llegó hasta ellos.


El primer indicio, por ejemplo, es que ambos gatos salían constantemente de sus casas. La segunda es que los dos solían pasear por la montaña y, como tercer punto, existe la probabilidad de que cazaran algún animal.


“Ambos gatos tenían acceso para salir. Entonces, probablemente cazaron algún animal que fuera un huésped intermediario del parásito. Esto aún no lo sabemos porque la ciencia aún no conoce el ciclo de vida de Lagochilascaris minor. Además, aún no se ha identificado para su estudio la presencia de este parásito o sus estadios larvarios en animales salvajes infectados. Lo poco que se sabe sobre su desarrollo proviene de estudios experimentales realizados en Brasil”, menciona la experta.


Los estudios recogen que los gatos no suelen infectarse con el parásito al ingerir sus huevos, sino cuando su comida (por ejemplo, roedores) está infectada con un nematodo más desarrollado.


“Los análisis internacionales explican que los científicos de Brasil inocularon a gatos salvajes huevos del parásito por vía oral. Los resultados mostraron que los gatos no fueron infectados con el parásito mediante este método. Los roedores, por su parte, al ingerir los huevos sí desarrollaron unas cápsulas que contenían los estadios larvarios (parásitos preadultos). Cuando estos ratones fueron alimentados a los gatos, fue cuando el gato empezó a desarrollar la infección”, explican.


Parásito visto desde microscopía electrónicaParásito visto desde microscopía electrónica.


UNA APARICIÓN INUSUAL


Si bien los estudios experimentales antes descritos sugieren cómo el parásito pudo haber llegado a los gatos, todavía hay un número que no calza en la ecuación: la ubicación anatómica. Los expertos explicaron que Lagochilascaris minor es parte de la gran familia de los ascaris, parásitos que suelen alojarse en los intestinos, y no en zonas atípicas del cuerpo (oídos y esófago) como esta vez lo hizo L. minor.


Lagochilascaris minor pertenece a una familia muy grande en la cual los adultos suelen encontrarse parasitando el intestino, y no tanto en masas y tejido subcutáneo como se encontró en esta ocasión. Ahí uno se pregunta si en la naturaleza habrá otro hospedador y se sospecha que los gatos domésticos no son el hospedador final ni natural del L. minor”, apunta Solano.


A lo anterior se le añade la dinámica evolutiva de los parásitos. Montenegro resaltó que son varias cosas las que lleva a un nematodo a parasitar a un individuo específico, “desde receptores de membrana en las células hasta la misma actividad de cacería, por ejemplo, para que tanto el parásito como el hospedador se adapten y coevolucionen. En teoría, la relación parásita es vivir y dejar vivir”, y en lo mismo coincide Rojas. Ella expresó que “son varios factores fisiológicos y de elementos ecológicos implicados que permiten la infección en el gato, desde los comportamientos hasta los hábitos”.


¿CONTAGIO EN PERSONAS?


Pocas veces ocurre, pero puede pasar. La manera más probable es por el consumo de carne infectada mal cocinada. Una vez en el organismo, las larvas pueden migrar y realizar ese mismo tipo de lesiones tumorales o masas de nódulos en la cabeza y en el cuello de una persona.


Solano señaló que, aunque es poco usual que una infección por este parásito ocurra en Costa Rica debido al buen manejo y consumo de la carne, los reportes no son infrecuentes en Centroamérica. La principal razón se vincula a que algunos establecimientos del istmo venden carne no tradicional que pone en peligro la salud de las personas.


“Hay una diversidad de parásitos que se pueden encontrar en las carnes que no son tradicionales y que la gente puede consumir si no está bien cocinada. En América Latina es algo muy frecuente, principalmente, en México y Brasil donde se ubican zonas en pobreza y las personas consumen esta carne. Por eso, en esos países hay muchos reportes de personas contagiadas con L. minor. Al día de hoy, en Costa Rica solo se ha conocido un caso de un ser humano reportado en los años sesenta por el Dr. Rodrigo Brenes”, anotó.


“En definitiva tenemos más preguntas sobre la biología del parásito y su ecología. Por eso, estos reportes son importantes. Al aumentar la concientización sobre la presencia de un parásito, se aumenta también el número de casos que se reportan. El hecho de que la doctora veterinaria notara un caso primero y luego otro, probablemente hubiese pasado desapercibido en otra situación. Cuando se conoce que existe el parásito en el país, otras clínicas, otros veterinarios y médicos también lo pueden tener presente como posibilidad clínica para hacer sus diagnósticos. Incluso, ya fuimos contactados por investigadores en México para hacer la identificación en Yucatán”, relató. 

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