La obesidad canina es el trastorno nutricional más común, y es caracterizado por la acumulación de exceso de tejido adiposo en el cuerpo y definido en perros como un peso superior al 15 % del ideal. Los perros con sobrepeso y obesos pueden alcanzar una prevalencia superior al 50 % de la población en algunos lugares.
La obesidad canina se asocia con una disminución de la calidad de vida y la longevidad y está relacionada con el desarrollo de comorbilidades como trastornos cardiorrespiratorios, endocrinos, oncológicos u ortopédicos. Sin embargo, aunque los perros con obesidad presentan resistencia a la insulina, aumento de los lípidos en sangre, niveles alterados de adipoquinas y marcadores de estrés oxidativo en comparación con los controles, la fisiopatología de la obesidad canina aún no está clara.
La ferritina es una proteína que almacena hierro dentro de las células y facilita su transporte entre los tejidos. Los niveles circulantes de ferritina reflejan que los niveles de almacenamiento de hierro se ven afectados por desregulaciones del metabolismo del hierro. Además, las concentraciones circulantes de ferritina aumentan durante la respuesta inflamatoria, debido a traumatismos que conducen a daño y ruptura celular, neoplasia o hipoxia, entre otros.
En humanos, el aumento de los niveles de ferritina se asocia con la obesidad, y con un mayor riesgo de síndrome metabólico, y sus componentes, como la dislipidemia, la hipertensión arterial y la diabetes tipo 2. Sin embargo, la relación entre los niveles de ferritina sérica y la obesidad canina aún no está aclarada.
El objetivo de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Murcia, en colaboración con entidades irlandesas, fue evaluar los posibles cambios en la ferritina sérica en la obesidad canina. Igualmente, se evaluó un hemograma completo y una bioquímica sérica para obtener información que aclare posibles cambios en los niveles de ferritina. Además del panel hematológico y bioquímico común, también se evaluaron otros analitos que podrían proporcionar información adicional.
Así, el metabolismo del hierro se evaluó mediante la medición del hierro, la ferritina, la capacidad total de unión al hierro (TIBC), la capacidad de unión al hierro insaturado (UIBC) y la saturación de ferritina. También se midieron la paraoxonasa-1 (PON-1) y butirilcolinesterasa (BChE). PON-1 es una enzima que se une físicamente a la lipoproteína de alta densidad (HDL), y que disminuye en procesos inflamatorios, trastornos del tracto intestinal u obesidad humana, y BChE aumenta significativamente en perros con sobrepeso u obesidad.
GRUPO DE PERROS OBESOS Y DE PESO NORMAL
El estudio se llevó a cabo en perros de peso normal/delgado (CG, n = 55) y con sobrepeso/obesidad (OG, n= 37). Los autores encontraron niveles de ferritina más altos estadísticamente significativos (1,2 veces), en perros del grupo OG, en comparación con los animales GC.
Según recoge el estudio, el volumen corpuscular medio (MCV), la concentración de hemoglobina celular media (MCHC), las proteínas totales, las globulinas, la capacidad de fijación férrica total, la fosfatasa alcalina (ALP), la butirilcolinesterasa, los triglicéridos y el calcio se observaron elevados en OG en comparación con GC.
Ante estos hallazgos, en la población de perros obesos de la investigación, “hubo un aumento en la ferritina sérica asociado con aumentos en el hematocrito, TBIC y MCV, lo que podría ser indicativo de hipoxia tisular”.
Además, “un aumento de BChE y ferritina se asocia con la obesidad canina y podría sugerir la presencia de un estado de hipercortisolismo en esta enfermedad”.
No obstante, “se deben realizar más estudios para dilucidar la posible aplicación de la ferritina sola o en combinación como biomarcador de obesidad en perros”. En cualquier caso, “en base a los resultados del estudio, la ferritina es menor en peso magro/normal que en perros con sobrepeso/obesidad”, concluyen los autores.