La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) es causada por un virus, concretamente un Orbivirus emparentado con el virus que causa la Lengua Azul (LA) en ovinos y otros rumiantes. No es una zoonosis. Los virus de la EHE y la LA se transmiten por dípteros del género Culicoides, insectos hematófagos de pequeño tamaño que se desarrollan en sustratos con gran cantidad de materia orgánica y suficiente humedad, pudiendo ser arrastrados por fuertes vientos y, con ello, vehicular estos virus entre zonas geográficamente muy distantes. La EHE es más común en América, pero se ha expandido a muchas otras regiones del globo. Llevaba años circulando en el norte de África, por lo que no sorprende su aparición en la orilla norte del Mediterráneo.
Recientemente, investigadores españoles recopilaron todo lo que se conoce hasta el momento sobre la emergente enfermedad hemorrágica epizoótica. Una enfermedad que se detectó, como adelantaba Diario Veterinario, el 10 de noviembre del 2022 por primera vez en el continente europeo ocurría en la isla italiana de Cerdeña, donde fueron detectados varios bovinos en diversas granjas, infectados con el virus. En España se han ido sucediéndose casos siempre en bovinos, pero el pasado 23 de junio se confirmó el primer caso de enfermedad hemorrágica epizoótica en cérvidos.
Por ello, desde el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) han analizado todo lo que rodea a la enfermedad con especial atención a su aparición en ciervos.
Los virus causantes de enfermedad hemorrágica epizoótica afectan, generalmente, más a cérvidos que a rumiantes domésticos. En Norteamérica, los más afectados son los ciervos de cola blanca. En España, con los datos limitados disponibles en la actualidad, parece que la mayor frecuencia de casos ocurre en ciervo rojo (Cervus elaphus), pero conviene evaluar su potencial impacto en otros cérvidos como gamos y corzos.
SIGNOS CLÍNICOS Y LESIONES
No todos los animales infectados desarrollan la enfermedad. Muchos son asintomáticos o presentan signos muy leves. Los cérvidos que manifiestan signos clínicos de la infección pueden presentar fiebre, debilidad, inapetencia y pérdida del instinto de huida. En casos menos agudos puede observarse adelgazamiento. En ciervos moribundos y cadáveres frescos pueden observarse lesiones en las mucosas oral y nasal, incluyendo congestión, pequeñas úlceras y hemorragias, así como costras. La lengua y los labios pueden aparecer cianóticos, con tonalidades azuladas, o amoratados, y puede aparecer espuma o sangre procedente del pulmón en boca y ollares.
ENFERMEDAD HEMORRÁGICA EPIZOÓTICA EN CIERVOS
Los cérvidos que manifiestan signos clínicos de la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) pueden presentar fiebre, debilidad, inapetencia y pérdida del instinto de huida. En casos menos agudos puede observarse adelgazamiento.
Aunque las imágenes de animales afectados resultan impactantes, la mortalidad causada por la enfermedad hemorrágica epizoótica en ciervos es, normalmente, moderada y no explosiva. En España, con los datos limitados disponibles en la actualidad, generalmente esta mortalidad se sitúa muy por debajo del 10 %. Además, es posible observar abortos tardíos, problemas durante el parto, y mortalidad de gabatos recién nacidos.
EPIDEMIOLOGÍA Y CONTROL
Lo normal es que los brotes de la enfermedad hemorrágica epizoótica en ciervos se produzcan a finales de verano y en otoño, cuando las poblaciones de vectores alcanzan su pico anual, aunque los recientes brotes se han comenzado a notificar desde julio. Los Culicoides no se reproducen en ambientes acuáticos como charcas o abrevaderos, sino en sustratos con acúmulo de materia orgánica con humedad, que pueden encontrarse muy distribuidos.
Los ciervos, por su parte, no se alojan en estancias cerradas en las que pueda impedirse el acceso de vectores y donde puedan tratarse con insecticidas o repelentes. En consecuencia, el uso de insecticidas en el medio natural y la desecación de charcas no son medidas eficaces para controlar la EHE. Tampoco lo es la recogida y destrucción de cadáveres, al tratarse de una enfermedad transmitida por vectores.
Los animales visiblemente afectados pueden sacrificarse por razones de bienestar animal y por tratarse de fuentes de virus para los vectores. Conviene evitar movimientos de ciervos vivos desde zonas de riesgo hacia zonas libres de la enfermedad hemorrágica epizoótica, aunque los movimientos naturales de los vectores pueden desplazar el virus a grandes distancias.
La evolución esperable de esta epidemia es la de un episodio inicial con mortalidad en zonas de expansión reciente, tras el cual es esperable un aumento progresivo de la proporción de ciervos con anticuerpos en las zonas afectadas, con la consiguiente reducción en el número de casos conforme avancen los años.
Los brotes de enfermedad hemorrágica epizoótica en ciervos futuros ocurrirán, presumiblemente, en áreas situadas al norte de los brotes actuales, y variarán en intensidad dependiendo de factores tales como las condiciones meteorológicas y la abundancia de vectores. Sería esperable que la expansión del virus de la EHE siguiese un patrón similar a la expansión del serotipo 4 del virus de la LA tras su introducción en 2004 en la península ibérica. Sin embargo, aún desconocemos el papel como vectores competentes de las diferentes especies de Culicoides ibéricos, y no sabemos si C. imicola, la especie más competente para el virus de la LA, es también el más competente para el virus de la EHE.