Las enfermedades transmitidas por garrapatas (TBD, por sus siglas en inglés) se encuentran entre las enfermedades transmitidas por vectores más importantes de interés humano y veterinario en todo el mundo, solo superadas por las causadas por patógenos transmitidos por mosquitos.
En las últimas décadas, la movilidad global, la urbanización y el creciente número de mascotas domésticas han contribuido al aumento de las poblaciones de artrópodos en entornos urbanos y periurbanos. Aunque los TBD se han estudiado principalmente en perros, los datos sobre los TBD felinos (FeTBD) son escasos y suelen caracterizarse por signos clínicos inespecíficos y variadas alteraciones de laboratorio.
Un ejemplo de estas enfermedades es la hepatozoonosis, causada principalmente por Hepatozoon felis. Dicha enfermedad se informó por primera vez en gatos domésticos de la India y posteriormente en muchos países del mundo. La infección por Hepatozoon canis se describe esporádicamente en felinos domésticos y salvajes, junto con Hepatozoon silvestris, detectado por primera vez en gatos salvajes europeos de Bosnia-Herzegovina, y posteriormente en gatos domésticos de Italia.
La infección por H. felis es generalmente subclínica y la patogenia en el huésped felino se asocia principalmente con la infección del miocardio y los músculos esqueléticos, sin una respuesta inflamatoria local significativa. Además, los animales estresados o inmunocomprometidos pueden presentar letargia, anorexia y fiebre como signos clínicos, junto con anemia y creatinemia como alteraciones de laboratorio. Por otro lado, H. silvestris fue descrito como el agente causal de una enfermedad fatal, con procesos de miocarditis e invaginación intestinal, lo que sugiere una potencial alta virulencia para los gatos domésticos.
A pesar de la creciente evidencia científica sobre las infecciones felinas con TBP, existe una mayor presión sobre los especialistas en medicina felina para llenar los vacíos en el conocimiento sobre la identificación de los vectores FeTBP, la distribución geográfica y las características clínicas. Además, la mayoría de los estudios se han realizado en un número reducido de gatos de áreas geográficas limitadas.
En este aspecto, un equipo internacional, entre los que se encuentra la veterinaria española Guadalupe Miró, Facultad Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, ha publicado un artículo recogido por la editorial Elsevier, que ha estudiado la prevalencia de enfermedades transmitidas por garrapatas, así como factores de riesgo asociados y anomalías clínico-hematológicas en poblaciones felinas de diferentes países de la cuenca mediterránea.
Se incluyeron en el estudio muestras de sangre y suero de gatos (n = 600), como parte de una encuesta multicéntrica sobre la leishmaniosis felina. Cien gatos por cada región geográfica (es decir, Francia, Grecia, Israel, Italia, Portugal y España) con antecedentes de acceso regular al aire libre (preferiblemente gatos de colonia o callejeros), no tratados con ectoparasiticidas o repelentes en los últimos 6 meses, y con información clínico-patológica.
Los gatos se agruparon según su edad en gatitos (hasta un año), jóvenes (entre uno y seis años), maduros (entre siete y diez años) y senior (mayores de diez años).
Las muestras de sangre se analizaron para Hepatozoon spp. y piroplasmas mediante PCR. Se obtuvo una prevalencia general de infección por Hepatozoon spp. del 14,5 %, siendo significativamente mayor en gatos de Grecia (30 %) y Portugal (23 %), seguidos de España (15 %), Israel (15 %) y Francia (4 %). Los gatos de Italia puntuaron negativo.
Prevalencia de Hepatozoon spp en refugio/deambulación libre (gatos marrones) y animales con dueño (gatos de color claro) por área geográfica (naranja).
Hepatozoon felis se identificó en 86 animales y se detectó H. silvestris en un gato de refugio de Portugal. No se amplificó ADN de piroplasmas.
MAYOR RIESGO EN GATOS JÓVENES
Analizando los factores ambientales, los autores descubrieron que el riesgo de sufrir una infección por Hepatozoon spp. se relacionó con la procedencia geográfica felina, las condiciones de alojamiento y la edad.
Los gatos jóvenes “estuvieron más expuestos que los adultos a Hepatozoon spp. probablemente porque son más propensos al comportamiento depredador que favorece la transmisión del parásito a través de la ingestión de garrapatas y tienen una respuesta inmune menos eficiente”, indican.
Asimismo, no se informó una correlación estadística con ningún signo clínico, mientras que el aumento de la actividad de la alanina aminotransferasa (ALT) fue la única anomalía de laboratorio asociada significativamente con la infección.
No obstante, se describió al menos una manifestación clínica en el 27,6 % de los gatos infectados, con síntomas sistémicos (es decir, fiebre, palidez de las mucosas, ictericia, y desnutrición) y los signos gastrointestinales (es decir, vómitos y diarrea), son los más comunes.
Estos hallazgos “sugieren una alta circulación de H. felis y solo ocasionalmente de H. silvestris, dentro de las poblaciones de felinos domésticos de la cuenca mediterránea, principalmente en refugio o en libertad y gatos jóvenes con infección asintomática o subclínica”, comentan.
En resumen, este estudio, explican los autores, "proporciona datos sobre el estado epidemiológico actual de los felinos infectados por Hepatozoon spp. en diferentes países de la cuenca mediterránea, lo que sugiere que H. felis circula principalmente en gatos de refugio y libres, siendo más probable que los gatos jóvenes estén infectados”. Así, en general, “Hepatozoon spp. suele ocurrir de forma asintomática o con manifestaciones subclínicas ocasionales”.