La vida silvestre es considerada un importante reservorio de patógenos zoonóticos que representan un problema de salud pública. En los últimos años se han realizado un número creciente de estudios en fauna salvaje para determinar su papel en el mantenimiento y transmisión de patógenos transmitidos por garrapatas, ya que estos agentes pueden tener un impacto notable tanto en la salud humana y animal, como en la producción ganadera.
Se ha sugerido que algunos ungulados salvajes como el ciervo rojo y el jabalí pueden desempeñar un papel importante en la ecología de los patógenos transmitidos por garrapatas, actuando como huéspedes de mantenimiento para las poblaciones de garrapatas y, en algunos casos, como reservorios naturales de algunos patógenos transmitidos por ellas.
Estas especies también pueden favorecer la dispersión geográfica de las poblaciones de garrapatas. El aumento de las densidades de población tanto de ciervo como de jabalí observado en las últimas décadas, así como la expansión de su rango de distribución, han contribuido a un aumento en la densidad de garrapatas y, en segundo lugar, al aumento de la prevalencia de algunos patógenos transmitidos por garrapatas.
El papel de estas especies silvestres en la epidemiología de los patógenos transmitidos por garrapatas depende del patógeno seleccionado. Los ungulados se consideran reservorios competentes para Anaplasma phagocytophilum y algunas especies de piroplasma, pero no pueden transmitir Borrelia burgdorferi a garrapatas. Por otro lado, los datos sobre el papel que juegan los ungulados salvajes en la ecoepidemiología de muchos otros patógenos, como Rickettsia spp., son todavía muy escasos.
En España, la presencia de especies de garrapatas positivas a Rickettsia spp. zoonótica ha sido reportada previamente en garrapatas recolectadas de ciervos y jabalíes de las zonas norte y centro, mostrando un porcentaje de positividad que va del 10 % al 68 % dependiendo de la especie de garrapata y del hospedador.
Estas poblaciones de ungulados silvestres se han expandido en este país en los últimos años, acercándose a las poblaciones humanas y aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas.
Así, los objetivos de un estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Córdoba y la Universidad de Santiago de Compostela, han sido identificar especies de garrapatas que se alimentan de ciervos y jabalíes en áreas mediterráneas del suroeste de España, y determinar la presencia de Rickettsia spp. tanto en estas especies de ungulados salvajes como en las garrapatas.
Los autores recogieron muestras de garrapatas y bazo de 262 ciervos (Cervus elaphus) y 83 jabalíes (Sus scrofa) cazados en el suroeste de España durante un periodo de 5 años.
El ADN se extrajo de grupos de garrapatas (n =191) y bazos (n =345), y se usaron dos ensayos de PCR para detectar el ADN de Rickettsia.
DOS ESPECIES NO IDENTIFICADAS
Tras el análisis, identificaron cinco especies de garrapatas (Hyalomma lusitanicum, Dermacentor marginatus, Ixodes ricinus, Rhipicephalus bursa y Haemaphysalis sulcata). Se detectó ADN de Rickettsia en 31 (16,2 %) grupos de garrapatas y dos muestras de bazo de ciervo (0,8 %).
El porcentaje de garrapatas positivas fue mayor en jabalí (27,1 %), que en ciervo (11,4 %), aunque las diferencias no fueron estadísticamente significativas.
Asimismo, encontraron cuatro especies de Rickettsia caracterizadas (R. slovaca, R. monacensis, R. helvetica y R. raoultii), una especie “no cultivada” (Candidatus R. rioja). Se encontró también que dos grupos de H. lusitanicum recolectados de ciervos eran positivos para dos especies de Rickettsia no caracterizadas. R. helvética y R. slovaca también se detectaron en muestras de bazo de ciervo.
El estudio muestra que “la prevalencia general en muestras de bazo de ungulados fue menor que en grupos de garrapatas, lo que sugiere que estos ungulados no desempeñan un papel importante en la transmisión de Rickettsia spp”.
Sin embargo, los autores consideran que no se puede descartar su importancia como transmisores de la enfermedad entre garrapatas.
“Estos resultados presentan un desafío para las comunidades de salud pública y veterinaria ya que la mayoría de las Rickettsia spp. detectados son patógenos”, resaltan. Además, “la detección de dos Rickettsia spp. no caracterizadas, en H. lusitanicum podría representar un problema de salud pública, ya que estas bacterias pueden ser patógenos potenciales y su epidemiología no se conoce bien”.
Por estas razones, “la identificación de las especies de Rickettsia presentes en las garrapatas y la vida silvestre es de particular interés para aclarar su ciclo selvático y establecer las medidas de control adecuadas”.