La llegada a casa de un bebé es un gran acontecimiento, conlleva muchas novedades para todos los miembros de la familia, también para los perros, explica Carmen Mengíbar, veterinaria del Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa).
Desde el inicio del embarazo el perro es capaz de detectar los cambios que está sufriendo la madre, tanto biológicos como emocionales, y en ciertos casos algunos perros reaccionan a dichos cambios, por ejemplo, aumentan el contacto físico con la mujer embarazada (les piden más atención y caricias) e incluso, comenta, se puede ver potenciado el instinto de protección hacia su cuidadora.
Es muy importante, en los meses previos al nacimiento del bebé y con posterioridad al mismo, “exponer al perro a los cambios y estímulos nuevos que implican la llegada del nuevo miembro de la familia, de forma gradual, nunca forzando y con exposiciones siempre positivas para el animal”. Cada familia es diferente y cada animal también, por lo que la adaptación debe ser personalizada para cada situación.
Las pautas generales a seguir ante la llegada de un bebé en una casa con perro son, según Mengibar, cuidar los horarios (paseos, comidas, juegos, etc.), que se deben respetar todos los días. “Los perros son animales de costumbres, les aporta estabilidad saber lo que va a ocurrir y cuando sucederá”.
Explica que se debe evitar que el perro relacione el juego o los paseos solo si el bebé está durmiendo o no está en casa. Durante las primeras semanas o meses es posible que los progenitores no puedan cumplir estos horarios, “una solución a este problema sería pedirle a una persona de confianza que nos ayude en los cuidados de nuestro perro”.
También comenta que “quizás se deban cambiar algunas normas, por ejemplo, no se recomienda que el perro se suba a la cama de los propietarios en presencia de un bebé”. En este caso sería necesario adquirir una cama para perro confortable, colocarla en un lugar donde el animal se sienta cómodo y premiarlo cada vez que se tumbe en ella. O incluso haya que establecer “nuevas normas para mejorar la convivencia, como por ejemplo saludar sin saltar, en este caso debemos realizar ejercicios para trabajar de forma positiva la calma en el perro cuando llegamos a casa o vienen invitados”.
ESTÍMULOS VISUALES, OLFATIVOS Y AUDITIVOS
Asimismo, el perro necesita, en palabras de la veterinaria, una “zona segura”, un espacio de calma y seguridad en casa, donde nadie le moleste. “Un transportín sin puerta o una caja grande podrían servir, se puede cubrir con una manta para intentar aislar más la zona y darles más sensación de seguridad”. La “zona segura” tiene que estar siempre a su disposición, pero “no debemos obligarle a estar allí”. Se aconseja acostumbrar al animal a entrar de forma gradual, nunca forzando, siempre con experiencias positivas, por ejemplo, mediante el juego o premios comestibles.
También recomienda la habituación a estímulos relacionados con el bebé. El nuevo miembro de la familia emite sonidos, realiza movimientos y tiene un olor desconocido para el animal, por lo que para minimizar el estrés y evitar posibles conductas de miedo en el perro “se debe trabajar con él, con anterioridad a la llegada del bebé, siguiendo unas pautas”.
Se deben reproducir sonidos de bebés llorando a bajo volumen “mientras jugamos con el perro y/o le ofrecemos premios comestibles, para que asocie ese nuevo sonido a algo positivo”. Progresivamente se sube el volumen del llanto, teniendo en cuenta que "nunca debemos provocar reacción en el animal".
También recomienda permitir al perro explorar con tranquilidad objetos que formarán parte de la vida del bebé (el carrito, la cuna, etc.) e incluso realizar ejercicios de adaptación específicos con aquellos objetos que se muevan o hagan ruidos, como por ejemplo, utilizar refuerzo positivo (juego, premios comestibles o caricias) mientras se mueve el carrito del bebé a una distancia a la que el animal no muestre miedo, acercar el carrito realizando círculos alrededor del perro (nunca en línea recta), evitando provocar reacción en el animal.
Además, antes del nacimiento del bebé, “se debe permitir que el perro huela los productos para el cuidado del bebé (cremas, aceites, colonias, etc.)”. Con anterioridad a la llegada del bebé a casa, se debe llevar su ropa usada o pañales usados y proceder de la misma forma con el animal. También considera aconsejable enseñar al perro el juego en solitario utilizando juguetes interactivos.
Por otro lado, para poder tener una correcta convivencia, “se deben establecer unas normas básicas de educación canina, como, por ejemplo, no tirar de la correa, sentarse, esperar o atender a la llamada, soltar lo que lleve en la boca (para poder manejar correctamente la situación si “roba” algún objeto del bebé)”. También es recomendable enseñarle a diferenciar los objetos suyos de los del bebé, siendo los juguetes los más conflictivos, por lo que nunca se debe jugar con el perro utilizando objetos o juguetes del bebé.
Respecto a la primera toma de contacto, la veterinaria considera que debe realizarse en casa y en una zona sin estímulos, siempre que sea posible al finalizar el paseo del perro para que el animal “se encuentre más tranquilo”. Con perros que se excitan con facilidad, se recomienda utilizar una correa como medida de seguridad, evitando los tirones y la tensión en esta.
“Nunca se debe acercar el bebé al perro, sino que es el perro el que debe acercarse al bebé por los pies, evitando el contacto con la cabeza del recién nacido, y permitirle que olfatee al bebé”. Si se detecta que el perro está muy nervioso, “debemos separarlos, esperar a que se relaje y volver a intentarlo más tarde”. No obstante, en ese momento sería aconsejable, comenta, pedir ayuda de un profesional de la medicina del comportamiento. Durante los primeros días, las interacciones deben realizarse en un entorno tranquilo, sin distractores externos, con el animal y el bebé en calma, siempre bajo supervisión.
COMUNICACIÓN HUMANO PERRO
En aquellas ocasiones en las que no exista supervisión por una persona adulta, “nunca podrá estar el bebé a solas con el animal. Son estrictamente necesarias unas medidas físicas de seguridad para evitar posibles accidentes en aquellos casos en los que no pueda realizarse dicha supervisión”.
Por último, la experta remarca la importancia de una correcta comunicación perro-humano y humano-perro, “una de las herramientas más importantes para la prevención de accidentes”. Es “fundamental” tener conocimientos básicos de lenguaje canino, por ejemplo, comprender que el gruñido es la forma de decir “no estoy cómodo con lo que está ocurriendo”, si no cesa esa situación, es probable que intente comunicarse de otra forma más peligrosa: mordiendo.
Si se castiga al perro cuando gruñe, “le enseñamos al animal a no expresar su estado anímico, por lo que cuando se sienta incómodo, omitirá el gruñido y realizará directamente el marcaje con dientes sin previo aviso, lo cual sería extremadamente peligroso en presencia de un bebé”.