La experiencia de la angustia, el miedo y la frustración canina, y el efecto de esto sobre los propietarios y los equipos veterinarios, puede hacer que la prestación de atención veterinaria sea increíblemente desafiante", según expone la gerente de Desarrollo de Intervenciones Veterinarias en Dogs Trust, Tamsin Durston.
Entre los consejos que Durston comparte, se encuentra el reconocimiento del lenguaje corporal de los perros, otorgarles espacio, y trabajar en la gestión del estrés, entre otras recomendaciones.
La experta relata que "cuanto mejor entrenados sean los profesionales veterinarios para entender la forma en que un perro se comunica con ellos, mejor podremos responder de manera que ayude a los perros a sentirse seguros en nuestra presencia y empezar a desarrollar confianza en nosotros". Asimismo, añade que "el lenguaje corporal del perro puede ser muy sutil, pero al aprender a reconocer indicadores tempranos muy sutiles de que un perro se está preocupando, podemos brindar tranquilidad y evitar que este sentimiento se convierta en pánico, arriesgándose a un comportamiento agresivo o reprimido".
Además, comenta que por naturaleza, a los perros les gusta dar un amplio rodeo a los perros desconocidos y evitar el contacto visual en lugar de acercarse directamente. Por ello, recomienda que "piense en la mejor manera de crear espacios protegidos donde los perros puedan sentirse seguros sin que su espacio de seguridad sea invadido. Esto podría significar mover las sillas de la sala de espera espalda con espalda o colocar pantallas portátiles para distribuir el espacio que tiene. Animar a los propietarios a traer mantas con olor a hogar también puede ayudar a los perros a sentirse un poco más seguros".
Por otro lado, respecto al manejo de bajo estrés, Durston señala que "los perros se sienten seguros cuando pueden predecir lo que sucederá y cuándo, han podido explorar y aclimatarse a cualquier entorno nuevo, especialmente uno tan estimulante para los sentidos". Es por eso que recomienda observar la respuesta de su lenguaje corporal al ser examinado y "permitir alejarse si lo desean, examinándolos de manera gradual". La veterinaria explica "la 'regla de los tres segundos', donde pones tus manos sobre ellos solo un momento, luego tomas un descanso, luego vuelves a comenzar por otro breve momento, y así sucesivamente, les da tiempo para procesar este contacto y puedes evaluar su lenguaje corporal".
Asimismo, recomienda resistirse a interactuar con los cachorros, especialmente en la sala de espera. "Puede ser muy difícil porque son muy irresistibles, pero los cachorros pueden sentirse abrumados muy rápidamente con la interacción no solicitada de los humanos, por bien intencionada que sea. Admirarlos desde lejos les da tiempo para calmarse.
Del mismo modo, debido a que sus primeras visitas generalmente involucran agujas, la experta recomienda "traer a los cachorros para simplemente disfrutar de una chucheria en la sala de espera, o ser pesados en la báscula, esto puede ayudarlos a construir una asociación positiva con el entorno veterinario", según Durston.
Por último, también resalta la importancia de preguntar a los dueños sobre el comportamiento de su perro. "La salud física y emocional están indisolublemente unidas y, del mismo modo, el dolor también puede afectar el comportamiento. Los cambios de comportamiento informados por el propietario pueden ser el primer indicio de una condición subclínica, por lo que incluir siempre preguntas relacionadas con el comportamiento permite a los profesionales veterinarios brindar primeros auxilios conductuales para ayudar a la seguridad de todos y evitar que las situaciones se intensifiquen.
Del mismo modo, "registrar un historial de comportamiento también puede ser una parte importante de cada visita al veterinario o interacción con el cliente, lo que ayuda a identificar patrones de comportamiento y motivos de consulta a lo largo de la vida de un perro", concluye.