El lunes 6 de febrero un grupo del Equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata (ERICAM) se desplazó a Turquía para ayudar a las víctimas del terremoto, junto a la Unidad de Emergencia Militar (UME), como uno de los dos grupos de rescate que el Gobierno español envió a la zona.
El convoy desplazado estaba compuesto por 30 efectivos de bomberos de la Comunidad de Madrid, cinco profesionales del Summa 112, cuatro perros con sus guías y una auxiliar veterinaria especializada en atención de canes de la Escuela Española de Salvamento y Detección con Perros (ESDP), para los casos necesarios ante la ausencia de veterinarios.
Mariluz López, una de las guías que viajó junto a su perra Neus, quien además es coordinadora e instructora de la ESDP, relata a Diario Veterinario que los perros de rescate lo han hecho mucho mejor de lo que se esperaba. “Han sido capaces de afrontar esta situación nueva; de profundizar dentro de las estructuras; saltar a zonas que eran bastante complicadas; y en ningún momento han rechazado nada”.
Mariluz López y su perra Neus.
López lleva casi 25 años en el mundo del perro de rescate y ha intervenido en cinco grandes catástrofes. A pesar de su experiencia, asegura que en este sector “nunca terminas de aprender” y “la realidad siempre supera a la ficción, porque, aunque les pongamos situaciones complicadas en un campo de entrenamiento, los perros no tienen la cantidad de olores ni de personas fallecidas” como en la reciente operación de Turquía, por ejemplo.
Por su parte, Ana María Aldea, enfermera de emergencias de profesión, fue la auxiliar técnica veterinaria voluntaria de la ESDP que se desplazó con el resto del ERICAM hacia la zona devastada. Cuenta que cuando va a estos sitios “parece que los objetivos no los cumples nunca. La realidad es que te gustaría hacer muchas cosas y que el trabajo fluyese de una manera para poder poner a salvo a más personas, pero al final te da la sensación de que por mucho que trabajes todo va ralentizado”.
Además, cuenta que, a pesar de que está “acostumbrada a trabajar bajo estrés todos los días” de su vida, “sin embargo, es un estrés diferente. Cuando ves tanta angustia a tu alrededor, la cosa se tiñe de otro color”.
Ana María Aldea.
Ambas están de acuerdo en que el trabajo de los perros ha sido “mágico” y “se han portado como unos campeones”. En este sentido, Aldea explica que los técnicos y las parejas de guías y perros han hecho muchas salidas. “Hemos peinado muchas zonas. Se ha trabajado mucho, la verdad”.
¿CÓMO SE UTILIZAN LOS PERROS DE RESCATE?
En operaciones como la de Turquía, Aldea cuenta que los perros de los equipos de rescate se utilizan, en primer lugar, en las búsquedas, “pero también cuando las zonas quedan descartadas, porque después de mucho trabajo y levantar escombros el perro no siempre encuentra el cono de olor de la víctima”.
“Hay veces que las placas de hormigón están colocadas de una manera que el olor no sale. Entonces, cuando los bomberos mueven el escombro, hay que volver a pasar a los caninos, porque quizás, cuando se ha movilizado parte de los escombros, encuentran algo más. Hay veces que vuelve a meterse el perro otra vez, porque queremos ‘peinar’ las zonas lo máximo posible”.
En este sentido, destaca que “en algunas de las ocasiones, cuando ha habido esa movilización de escombros, ha sido cuando hemos podido localizar una víctima. Por ejemplo, la última que sacamos: una señora de 50 años”.
¿CÓMO SE ENTRENA A UN PERRO DE RESCATE?
“El entrenamiento para todos los perros es igual, independientemente que al final acaben yendo a una catástrofe, a un edificio que se ha colapsado o a rescatar a una persona que se ha perdido. Al final, el entrenamiento es básico. Es como si a los niños al principio les enseñan los números, y luego a sumar. Desde chicos los enseñamos a aprender a jugar con nosotros y a ladrar, por ejemplo”, explican López.
Las acciones que llevan a cabo correctamente se les recompensan y, para ellos, al final todo es un juego. “Cada vez le vas poniendo cosas más difíciles, que tienen que ser capaces de afrontar y de pasar para llegar a la víctima y que ésta les de su pelota o mordedor. Lo que haces es ir complicándoles más esas búsquedas”.
Aldea lleva trabajando 6 años con el ERICAM y está muy familiarizada también con “las dinámicas de trabajo” porque su hijo es guía de la ESDP y tienen un perro de rescate que vive con ellos. Afirma que en los entrenamientos “tienes que ocuparte de que los tiempos de trabajo de los perros no se exceda porque si no los agotas y les pasa lo que a nosotros: llega un momento en el que no pueden trabajar de manera eterna sin tener sus descansos y su ritmo marcado”.
PREVENCIONES Y CUIDADOS DURANTE LAS INTERVENCIONES
Cada perro trabaja al cien por cien una media de 15 minutos por intervención y su cuidado en estos casos se realiza teniendo en cuenta que trabajan en zonas en las que puede haber muertos.
“No sabemos exactamente lo que el perro pisa cuando está dentro del escombro. Son zonas sucias, en las que se pasan sensores, pero no se sabe hasta qué punto hay cosas tóxicas o no”, apunta Aldea, quien cuenta que en esta intervención “se cortaba mucha ferralla que había de aluminio (que también es tóxica), que los perros a veces llevaban en las patas y se chupaban”.
Por otra parte, López subraya que su prioridad en estas intervenciones es “que la perra sea capaz de desarrollar su trabajo de la forma más eficiente posible y que no se accidente”.
También priorizan “apoyar a los equipos con el material, con la logística, bueno, con todo lo que les pueda hacer falta mientras nosotros estamos trabajando. Pero principalmente es que la perra optimice su trabajo al máximo, porque al final son muchos días de trabajo y muchas intervenciones seguidas y ellos también se cansan, tanto física como psíquicamente”.
Respecto a los cuidados sanitarios que la auxiliar técnica veterinaria llevó a cabo, Aldea señala que cuando terminaban de trabajar en las zonas “hacíamos una dilución de clorhexidina jabonosa con agua, y hacíamos mucha incisión en la limpieza, sobre todo, de las patas y luego del pelo, en el que primero usábamos toallas mojadas con clorhexidina y luego les secábamos con una que no llevaba nada para quitar las partículas que pudieran llevar encima”.
Además, subraya que es importante también incidir “mucho en las mucosas, en humedecerles la nariz y los ojos, porque les pasa igual que a nosotros: terminan con los ojos irritados”.