Los dueños de gatos consideran a sus animales como miembros de la familia, y se preocupan por su salud y bienestar. Sin embargo, los cuidadores estarán de acuerdo en que reconocer el dolor no es fácil en los gatos. De hecho, identificar y cuantificar el dolor en los felinos es notoriamente difícil para las personas que no están entrenadas en comportamientos relacionados con el dolor animal.
Los gatos, como cazadores solitarios, tienen un repertorio más pequeño de comunicación social entre especies e intraespecies y fueron domesticados mucho más tarde que los perros, que normalmente se comunican bien con las personas y tienen sistemas sociales similares a los humanos. Estos factores podrían retrasar el reconocimiento del dolor por parte de los cuidadores de gatos hasta que los signos clínicos de dolor se vuelvan lo suficientemente graves como para impulsarlos a actuar, comprometiendo la salud y el bienestar del gato. Educar a los cuidadores de gatos sobre la importancia de la detección temprana del dolor y equiparlos con las herramientas necesarias para hacerlo podría mejorar significativamente la salud y el bienestar de los felinos y aumentar potencialmente las consultas veterinarias.
Actualmente existe la Feline Grimace Scale (FGS), escala de muecas felinas, un método fiable para la evaluación del dolor agudo en gatos que utiliza cambios en las expresiones faciales. Incluye cinco unidades de acción (UA): posición de las orejas, ajuste orbital, tensión del hocico, cambio de bigotes y posición de la cabeza. Cada UA se califica individualmente de 0 a 2, donde 0 = UA está ausente; 1 = presencia moderada de UA o incertidumbre sobre su presencia o ausencia; y 2 = presencia obvia de UA. La puntuación máxima posible de la FGS es 10. Las puntuaciones de 4 o más (cuando se evalúan todas las UA) sugieren que el gato tiene dolor y requiere la administración de analgésicos. La FGS ha reportado validez y confiabilidad en diferentes condiciones dolorosas médicas y quirúrgicas, utilizando tanto la imagen como la evaluación en tiempo real.
Con el fin de investigar la capacidad de los cuidadores de gatos para evaluar de manera eficaz el dolor agudo usando el FGS en comparación con los veterinarios, un equipo de investigadores ha realizado un estudio a través de una encuesta online.
Los autores plantearon la hipótesis de que los cuidadores de gatos de diferentes géneros, edades, países y entornos podrían evaluar de forma fiable el dolor agudo en los gatos utilizando la FGS. Los participantes fueron cuidadores mayores de 18 años y profesionales de la salud no veterinarios. Los participantes y un grupo de ocho veterinarios puntuaron diez imágenes de gatos con diferentes niveles de dolor.
Se recibieron un total de 3.039 respuestas con 1262 respuestas completas de 66 países. Las puntuaciones para cada unidad de acción (UA; posición de la oreja, ajuste orbital, tensión del hocico, cambio de bigotes y posición de la cabeza) y su suma (puntuación FGS) no fueron significativamente diferentes entre cuidadores y veterinarios, excepto para el hocico. Las variables demográficas no afectaron las puntuaciones de la FGS.
Por lo tanto, los autores explican que “las puntuaciones totales de la FGS tuvieron una buena fiabilidad cuando las usaron los cuidadores de gatos, independientemente de las variables demográficas, lo que demuestra la aplicabilidad potencial del instrumento para mejorar el manejo del dolor y el bienestar de los felinos en todo el mundo”.
OTRAS FORMAS DE EVALUAR EL DOLOR EN GATOS
Evitar el dolor es importante para garantizar el bienestar del paciente felino y una ayuda para mejorar el vínculo entre el gato, el tutor y el veterinario. Por ello, María Fuencisla Martínez, veterinaria etóloga perteneciente al GrETCA (Grupo de especialidad de Etología Clínica de AVEPA), ha explicado las distintas escalas y herramientas para evaluar el dolor en los gatos.
La experta habla de las distintas escalas, como la propia FGS. Si bien, aunque las escalas son una herramienta útil en el ambiente hospitalario, la veterinaria etóloga indica que una anamnesis exhaustiva sigue siendo la mejor opción para la evaluación del dolor, sobre todo, del dolor crónico.
“En esta anamnesis completa tenemos que averiguar aquellos cambios en el comportamiento habitual del felino que el tutor haya observado en casa", indican. Así, la experta explica que los aspectos a tener en cuenta serán los siguientes:
Disminución de la actividad y tolerancia al ejercicio: El gato se vuelve más reacio a jugar y comienza a pasar más tiempo dormido o reposando.
Dificultad para caminar, subir escaleras, saltar o levantarse: El gato deja de acceder a puntos en altura dónde solía pasar tiempo limitando el uso total del territorio.
Cambios en la conducta de acicalamiento: Disminución por dolor crónico que provoca malestar generalizado o incapacidad de hacer ciertos movimientos. Aumento ante un dolor localizado como el padecido por cistitis (lamido excesivo en la zona abdominal) o artrosis en alguna extremidad (lamido excesivo en la zona articular afectada).
Cambios en los hábitos de micción o defecación: Eliminaciones fuera del sitio indicado para ello o alteración de la conducta normal en el mismo arenero. Se puede hablar de una incapacidad para acceder cómodamente al arenero (gatos con problemas de osteoartrosis en areneros altos) o una asociación de la bandeja de arena con dolor al utilizarla. Por ejemplo, animales que han padecido cistitis o problemas gastrointestinales.
Cambios en la interacción con miembros de la familia (humanos u otros animales): El dolor crónico produce una respuesta de estrés crónico que, entre otras cosas, disminuye la secreción de serotonina. Por ello, se verá aumentada la irascibilidad y, con ella, la probabilidad de mostrar conductas agresivas ante ciertas manipulaciones. También podemos apreciar conductas agresivas sin motivación o causa aparente.
“Todos estos cambios pueden sucederse de manera gradual y que, de primeras, el tutor no sea capaz de identificarlos. Por ello, es de vital importancia realizar una anamnesis concienzuda cuando un paciente felino viene a consulta”.
En definitiva, expone que atender a las variaciones del comportamiento habitual del gato es imprescindible para una detección precoz del dolor. “Ante una alteración del comportamiento no podemos descartar una patología física y la aproximación diagnóstica debe realizarse desde un punto de vista global”, concluye.