Alcanzar altas cotas de bienestar animal es, en la actualidad, una de las grandes preocupaciones de los centros clínicos veterinarios. Para lograrlo, la correcta intervención del auxiliar veterinario es fundamental. Luisa Martínez es auxiliar clínico de veterinaria (ACV) del Hospital Clínico Veterinario CEU Cardenal Herrera. Durante meses, ha centrado sus esfuerzos, junto a su equipo, en medir el grado de bienestar de los animales ingresados y cómo influye en él un manejo adecuado del dolor.
“Uno de los factores principales de bienestar animal es el dolor”, afirma Martínez. “Por eso, uno de los protocolos que hemos realizado para mejorar el bienestar animal es aprender a medir el dolor que los perros y los gatos hospitalizados sienten, para después decidir si colocamos un analgésico o no”.
Según la International Association for Study of Pain (IASP), el dolor “es una experiencia angustiosa asociada a un daño tisular real o potencial, con componentes sensoriales, emocionales, cognitivos y sociales”. Se clasifica según su intensidad (de inexistente a severo), su presentación (crónico o agudo) y su origen (musculoesquelético, oncológico, neuropático o visceral).
De hecho, los síntomas del dolor pueden ser neurológicos, musculoesqueléticos, urinarios, endocrinos, cardiacos, respiratorios y/o digestivos. En su medición se consideran factores como los ambientales (por ejemplo, el estrés o la presencia de otros animales) o el contexto en que se dan.
“Para aprender a controlar el dolor hemos puesto en práctica varios métodos de detección del dolor, dependiendo del estado de consciencia o inconsciencia de los animales”, precisa la ACV. “Hay veces que los analgésicos tienen un efecto secundario sobre el animal que pueden evitarse, al no ser necesario utilizarlos todavía. Por eso, antes de llegar a inyectar un analgésico, usamos métodos de medición del dolor para ver cómo se sienten y si es verdaderamente necesario aplicar un tratamiento determinado”, relata.
Así, durante el estado de inconsciencia de los animales, las auxiliares monitorizan factores como la taquicardia o la hipertensión con el fin de conocer el nivel del dolor que estos sienten. En cambio, para los periodos de consciencia, existen tres escalas simples con las que se consigue medir la gravedad del dolor de los pacientes. Se trata de la escala analógica visual, de la escala numérica simple y de la escala descriptiva simple.
“En el hospital, nosotros hemos estado usando dos escalas concretas para medir el dolor en perros y gatos: la escala de Glasgow, basada en las respuestas del perro ante estímulos y caricias; y la Feline Grimace Scale, basada en la observación de las expresiones faciales de los gatos”, cuenta esta auxiliar de veterinaria, que lleva meses valiéndose de estos métodos para reducir el uso de analgésicos en sus pacientes.
LA EFECTIVIDAD DE LAS ESCALAS
“Estas escalas son muy fáciles de utilizar. Consisten en realizar un cuestionario con preguntas muy sencillas –por ejemplo, si el perro puede andar o no– y, a partir de las respuestas, obtenemos una puntuación. En función de la puntuación obtenida sabemos si el animal se encuentra bien, o si, por el contrario, es necesario aplicarle una analgésico para mitigar su dolor”, aclara Martínez.
La finalidad de las escalas es, por tanto, diagnosticar el dolor precozmente y evitar que el paciente experimente un proceso doloroso que la analgesia administrada no cubra o, por el contrario, que esta se sobredosifique. “El manejo del dolor es un pilar fundamental en el bienestar animal y en su recuperación. Para ello es muy útil entrenarnos en la detección de sus indicadores y ayudar a los propietarios a saber cuándo su animal lo experimenta y en qué estadío está”, insiste.
El propio equivo del hospital ha comprobado la efectividad de estos métodos. "Desde hace tiempo teníamos claro que estos métodos [las escalas] podían funcionar, pero, a partir de la realización de este pequeño estudio que hemos hecho en el hospital, las auxiliares nos hemos dado cuenta de lo importante que puede llegar a ser ponerlos en práctica", confiesa Martínez. "Las escalas son verdaderamente efectivas a la hora de medir el dolor que sienten los animales y, por tanto, nos permiten pautar mucho mejor las dosis de analgésicos, evitando su uso cuando no son necesarios y mejorando así el periodo de hospitalización y de recuperación de los pacientes".
“Reducir el uso de analgésicos cuando no son necesarios es beneficioso para los animales porque los efectos secundarios de estos tratamientos pueden provocar que el animal no coma, no haga sus necesidades o no pasee, y eso puede llegar a ser contraproducente en su recuperación o hacer que esta sea más lenta", concluye.