Clostridium difficile es un potencial patógeno zoonótico muy estudiado en los últimos años debido a las similitudes filogenéticas entre los aislados humanos y animales. La transmisión es fecal-oral, el cuadro clínico es causado por la excreción de la toxina del patógeno.
En humanos y animales esto puede variar desde diarrea acuosa hasta colitis, bacteriemia e insuficiencia orgánica con resultado de muerte. Aparentemente hay muchos portadores y excretores asintomáticos, lo que complica la situación epidemiológica.
En el diagnóstico de laboratorio, el mejor método todavía se debate. Actualmente se utilizan cultivos, ELISA y PCR. Terapéuticamente, en el caso de eventos agudos, el enfoque está en estabilizar al paciente. Debido a la pronunciada resistencia de muchas cepas de C. difficile, en los EEUU, el patógeno se incluyó en 2013 y 2019 como uno de los cinco agentes infecciosos que representan la mayor amenaza para el público en general debido a la creciente resistencia. Tanto terapéutica como profilácticamente, la atención se centra en garantizar un microbioma intestinal saludable.
La prevalencia del patógenos varía del 0 a 25 % en caballos clínicamente sanos y de 5 a 90 % en caballos con diarrea. Los brotes transitorios tienden a ser más probables que los eventos crónicos. Sobre este asunto, un estudio encontró una prevalencia del 7,6 % en las heces de caballos de carreras sanos, con tres cuartas partes de las cepas aisladas que también infectan a los humanos y la mitad se encuentran internacionalmente en brotes epidémicos humanos y animales.
Los principales factores de riesgo de la enfermedad por C. difficile en humanos y animales son la exposición a antibióticos y la hospitalización. Sin embargo, alrededor de un tercio de las infecciones por C. difficile en humanos ocurren actualmente en ausencia de factores de riesgo conocidos, por ello, un estudio reciente insta a que la atención se centre cada vez más en las posibilidades de transmisión a través de animales y excreciones animales.
Según explican los autores, “parece deseable cerrar las brechas de conocimiento y establecer medidas de protección efectivas en el sentido de una estrategia de una sola salud”. Sin embargo, dado que prácticamente todos los aspectos de la biología de C. difficile y la interacción patógeno-huésped pueden ser muy variables, “la investigación y la práctica se enfrentan a una tarea titánica”.
Los investigadores indican que un enfoque de One Health y una mayor apreciación de las posibles fuentes de C . difficile son “vitales para el desarrollo de estrategias de prevención y control de infecciones, para minimizar el riesgo de transmisión y generar protocolos para el uso óptimo de antimicrobianos”.