La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) ha exigido al Ministerio de Trabajo y Economía Social la incorporación inmediata del síndrome del burnout o síndrome de estar quemado en el cuadro de enfermedades profesionales, en los términos acordados por 72ª la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud.
El pasado 1 de enero de 2022 entró en vigor la última revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Supone la consideración del síndrome de desgaste profesional (burnout en CIE-10) como un problema relacionado con el trabajo. Hasta esta revisión, el burnout estaba incluido entre los “problemas relacionados con la dificultad en el control de la vida” (Z73.0), dentro de la categoría genérica de “personas que entran en contacto con los servicios sanitarios en otras circunstancias”.
Con la nueva clasificación, el síndrome de desgaste profesional se incluye en el capítulo 24: “Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud”, dentro de la subcategoría de “problemas asociados con el empleo y el desempleo” y es codificado como QD85: Síndrome de desgaste ocupacional.
Se trata de un caso muy común en profesiones con grandes responsabilidades y alto nivel de interacción con los usuarios. Entre sus consecuencias más significativas, destaca el gran desgaste emocional, la despersonalización del trabajador y el autohostigamiento, que se manifiesta en la pérdida de confianza en las propias capacidades.
La Fundación Europea de Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo asegura que uno de cada cinco empleados sufre síndrome del burnout en Europa. El 43 % de los profesionales españoles tienen cierta sensación de agotamiento o fatiga laboral, siendo además el 70 % de estos profesionales los que afirman que se trata de una sensación que ha aumentado desde la pandemia de COVID-19, según la Guía del Mercado Laboral 2022.
EL ESTRÉS PASA FACTURA A LOS VETERINARIOS
El sector de la veterinaria no está exento de esta situación de estrés y agotamiento. Recientemente, un estudio en Estados Unidos recogía que, según las razones de mortalidad estandarizadas, de 2003 a 2014, los veterinarios murieron por suicidio 1,6 veces más de media que la población general, y las veterinarias 2,4 veces más. Durante ese mismo período, los técnicos veterinarios se suicidaron 5 veces más que la media, y 2,3 veces más las mujeres.
Entre algunas de las causas que pueden acabar desembocando en esta situación, los profesionales resaltan la fuerte implicación en el trabajo, sacrificio de la vida personal, o situaciones éticamente comprometidas.
Asimismo, una encuesta realizada por MSD Animal Health reveló que la pandemia por la COVID-19 también ha tenido un fuerte impacto en la salud mental de los profesionales del sector. Como administradores de la salud animal y pública, los veterinarios fueron autorizados para prestar servicios durante la pandemia y ello, sumado a una escasez de personal en las clínicas debido a que los empleados pasaban tiempo fuera del trabajo por enfermedad o cuidado familiar, ha terminado provocando un aumento de estrés y ansiedad en la mayoría de los profesionales.
Por ello, como respuesta a esta situación de incertidumbre, estrés y cansancio mental, emocional y físico, el 17 de enero se lanzó un portal pensado para combatir el estrés de los profesionales del sector veterinario. En él, se pueden encontrar herramientas para la gestión emocional desarrollada por expertos, podcasts, testimonios... Además, cuenta con un programa de yoga terapéutico desarrollado por un veterinario e instructor internacional en la disciplina.
LA RESPUESTA DE LAS INSTITUCIONES AL PROBLEMA
Con todo esto, el sindicato también ha querido enviar una carta a la ministra Yolanda Díaz en la que solicita que se reconozca de manera inmediata esta patología, tal y como dictaminó el 25 de mayo de 2019 la OMS.
La OMS dio un plazo de 18 meses para adecuar la legislación de cada país y que se reconozca del burnout o síndrome de estar quemado como enfermedad profesional. CSIF recuerda al Gobierno que “lleva un retraso de más de un año para adaptar a nuestras leyes la decisión de la Organización Mundial de la Salud”.
“El Gobierno sigue sin dar a esta enfermedad el reconocimiento que merece y que establece la OMS, a pesar del grave impacto psicológico sufrido por numerosos profesionales en esta pandemia y los elevados índices de bajas laborales por estrés en nuestro país. Tras 26 años desde la aprobación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales siguen siendo los riesgos psicosociales la asignatura pendiente, tanto en su evaluación como en su intervención en los centros de trabajo”, denuncian desde el sindicato.