Investigadores de la Facultad Veterinaria de la Universidad de Pensilvania han desarrollado con éxito una nueva prueba para detectar sistémicamente la administración local de terapias ilícitas de dopaje genético en atletas equinos. Los hallazgos del nuevo estudio, apoyado por la Asociación de Criadores de Caballos de Pensilvania (PHBA) y la Comisión Estatal de Carreras de Caballos de Pensilvania, “son un avance significativo en la lucha colectiva para promover el bienestar y la integridad del deporte tanto para caballos como para humanos”, apuntan.
A diferencia de otros productos farmacéuticos de moléculas pequeñas, los agentes de dopaje genético activan a las células para que produzcan proteínas que mejoran el rendimiento. Estas proteínas, que a menudo son más elusivas debido a sus características virtualmente indistinguibles de las proteínas naturales dentro del cuerpo, pueden hacer que sea más difícil determinar si a un animal o humano se le ha administrado o no.
Dirigido por Mary Robinson, profesora de Farmacología Veterinaria y directora del Laboratorio de Farmacología Equina de la propia universidad, el equipo de investigadores ha creado y validado una prueba cuantitativa de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real: comúnmente conocida como prueba de PCR, que es capaz de detectar la presencia de un agente dopante genético en el plasma y el líquido sinovial después de su administración intraarticular en caballos.
“Por primera vez, hemos demostrado que una prueba de PCR realizada en una muestra de sangre puede detectar la administración local de una terapia génica en la articulación de un caballo”, señala Robinson. “Si bien esta prueba actualmente está limitada porque solo puede detectar una terapia génica específica, proporciona una prueba de concepto de que una terapia génica administrada en la articulación se puede detectar en una muestra de sangre de una manera rápida, conveniente y consistente con el objetivo a largo plazo de implementar, algún día en el futuro, pruebas previas en la carrera”, agrega.
Los investigadores no solo pudieron detectar la presencia de este producto en el líquido de las articulaciones equinas después de que se administró la terapia génica por vía intraarticular, sino que también pudieron detectarlo en la sangre después de 28 días. “Esto representa una ventana de tiempo significativamente robusta que podría ser útil para las pruebas previas a la carrera y fuera de la competencia”, explican.
“Todavía tenemos mucho trabajo por hacer para comprender mejor la naturaleza de los biomarcadores y cómo aprovechar al máximo sus capacidades, pero la ciencia para detectar el dopaje genético está llegando y mucho más rápido de lo que cualquiera de nosotros podría haber anticipado cuando comenzó esta investigación”, cuenta Robinson.