La leishmaniasis es una enfermedad tropical desatendida que se encuentra en aproximadamente 98 países de los 5 continentes. Es causada por los parásitos Leishmania, protozoos que se transmiten con mayor frecuencia por la picadura de flebótomos infectados. La enfermedad tiene varias formas que van desde la leishmaniasis cutánea, que causa llagas en la piel, hasta la leishmaniasis visceral, que afecta los órganos internos y generalmente es fatal si no se trata. Aproximadamente 12 millones de personas están infectadas con Leishmania en algún momento, con un estimado de 700.000 a 1 millón de casos nuevos cada año; los roedores y los cánidos son los hospedadores más comunes. En los países endémicos, los perros se consideran el principal reservorio de Leishmania infantum (L. infantum) transmitida por la mosca de la arena, el principal agente de la leishmaniasis canina (LCan).
El diagnóstico de LCan puede ser difícil, ya que hasta la mitad de los perros infectados son asintomáticos. Desafortunadamente, el tratamiento solo mejora temporalmente los signos clínicos en los perros y, a menudo, no elimina los parásitos. Los perros tratados pueden seguir siendo portadores de la infección y pueden recaer. La vacunación, combinada con el uso de insecticidas tópicos, es la forma más eficaz de prevención y control de la leishmaniasis. Las vacunas comerciales etiquetadas para su uso contra la leishmaniosis canina están disponibles en Europa y Brasil, y se están desarrollando otras vacunas. Los insecticidas tópicos repelentes específicos, como los collares, reducen eficazmente las picaduras de flebótomos y la transmisión de enfermedades. Para prevenir la reinfección y reducir el riesgo de propagación zoonótica, se deben aplicar insecticidas tópicos regularmente y los perros infectados deben ser monitoreados continuamente por veterinarios.
“Es importante destacar que no hay evidencia de que el sacrificio de perros seropositivos reduzca la incidencia de leishmaniasis en humanos, y los programas que han utilizado ese método para controlar la enfermedad han fallado. Por el contrario, los programas destinados a la prevención mediante la vacunación de perros llevaron a una reducción de la incidencia de leishmaniasis tanto en perros como en humanos. Por tanto, la vacunación contra Leishmania asociada con insecticidas tópicos es sin duda la forma más eficaz de prevención y control de la leishmaniasis”, indica la WVA.
POSICIÓN WVA
La WVA argumenta que “los veterinarios y los paraprofesionales de veterinaria tienen un papel clave en la mitigación y eliminación de los riesgos para la salud pública de la leishmaniasis. Los veterinarios, particularmente los de regiones endémicas, deben abogar por el uso de vacunas animales para controlar y prevenir la leishmaniasis y educar a los clientes sobre la importancia de la aplicación regular de insecticidas tópicos para prevenir la transmisión por vectores. Todo el personal de salud pública debe abogar por la implementación de programas de prevención de la leishmaniasis centrados en interrumpir la transmisión de enfermedades y prevenir infecciones en hospedadores reservorios”.
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