La besnoitiosis equina es una enfermedad parasitaria que afecta a los equinos, como burros y caballos. Los animales infectados desarrollan quistes parasitarios en la piel, sobre las fosas nasales, orejas y cara. Además, una de las características más singulares supone el desarrollo de pequeños quistes en la superficie del ojo.
Aunque raramente detectada en la mayoría de los países del mundo, en 2013 se descubrió por primera vez un caso esporádico en un burro de Reino Unido, en el Donkey Sanctuary. Este suceso desencadeno una colaboración entre dicha asociación y la Facultad de Medicina y Ciencia Veterinaria de la Universidad de Nottingham.
En el estudio recientemente publicado, un total de más de 20 animales resultaron positivos a la enfermedad. Cabe destacar que ninguno de ellos había residido fuera del país, salvo uno que provenía de Irlanda.
Rebekah Sullivan, coautora del informe, comentó que “dada la relativa proximidad a otros países europeos, donde la besnoitiosis clínica es evidente, nuestros hallazgos informarán a los veterinarios británicos sobre el potencial de esta enfermedad emergente para que puedan reconocer mejor el patrón de signos clínicos durante el examen clínico”.
Por otra parte, Hany Elsheikha, autor principal del estudio, afirma que “el conocimiento obtenido en este estudio debería mejorar nuestra respuesta a esta enfermedad parasitaria emergente en burros en el Reino Unido, especialmente con las pocas opciones de tratamiento y las rutas de transmisión desconocidas”.
Para facilitar el diagnóstico de dicha enfermedad, se han desarrollado varios métodos serológicos y estrategias de detección frente al parasito.
En este sentido, Gereon Schares, coautor del informe, opina que “este estudio es particularmente importante porque al usar un conjunto de métodos moleculares pudimos confirmar por primera vez en Europa que el agente parásito involucrado en estos casos es específicamente Besnoitia bennetti y la infección puede demostrarse por métodos serológicos”.
La correcta identificación de los quistes parasitarios tiene una significativa ventaja para los veterinarios, ya que proporciona diagnósticos y pronósticos más precisos cuando se evalúan masas cutáneas.
“Ya no se puede suponer que las masas de piel son de origen neoplásico o inflamatorias, como los granulomas eosinofílicos, por ejemplo", indica George Paraschou, coautor y patólogo del Donkey Sanctuary.
En cuanto a la ruta de transmisión, los investigadores comentan que existen indicios sobre los insectos chupadores de sangre como elementos epidemiológicos claves. No obstante, “el papel de estos insectos como vectores de transmisión de la enfermedad en el burro todavía no se han identificado”.