MSD Animal Health de la mano de la profesora Guadalupe Miró, Catedrática del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) explican cuáles son las medidas de prevención que se deben llevar a cabo para luchar frente a la Leishmaniosis.
“Si queremos reducir el riesgo de transmisión para el perro, la medida imprescindible es el uso de repelentes para intentar evitar que los flebotomos transmitan la infección”. Así de contundente se muestra Guadalupe Miró ante las posibles medidas de prevención frente a la Leishmaniosis. Actualmente, la única medida preventiva que ha demostrado una adecuada eficacia para mitigar el contagio de esta infección es el uso tópico regular de antiparasitarios repelentes en forma de collares y spot-on. La eficacia preventiva de los piretroides en perros, mostrada en diferentes estudios, es cercana al 100% en términos de protección, y esto conlleva a la protección indirecta de las personas u otros perros que viven en contacto con los perros protegidos con antiparasitarios indicados para repeler la picadura de los flebótomos transmisores.
Otra herramienta para mitigar los graves efectos de esta enfermedad, son las vacunas: para lograr la máxima protección, ya que las vacunas disponibles no evitan la infección, éstas deben usarse siempre en combinación con el uso de repelentes, en el que debemos destacar, Scalibor®, el único collar con el máximo efecto repelente (hasta 98%) frente al flebotomo transmisor de la leishmaniosis, durante 12 meses.
Un punto importante a tener en cuenta es que actualmente la protección de las mascotas debe hacerse durante todo el año ya que, debido al aumento de las temperaturas, el periodo de riesgo de la picadura del flebotomo se ha extendido no limitándose exclusivamente a primavera y verano.
¿DEBE PROTEGERSE A UN PERRO QUE YA ES POSITIVO EN LEISHMANIOSIS?
“Los repelentes debemos utilizarlos en toda la población canina de una zona endémica y, por supuesto, en los perros infectados”, afirma Miró. Un diagnóstico temprano de Leishmaniosis a través de las analíticas pertinentes de forma rutinaria ayuda a verificar si el animal ha contraído la enfermedad. Si se diagnostica y trata a tiempo, el animal recupera su calidad de vida, aunque permanece infectado y positivo a Leishmania y, además, conseguimos con medidas de protección adecuadas, “que se reduzca la posibilidad de transmitir la infección a otro flebotomo y de ahí a otros hospedadores, además evitamos una posible reinfección”, concluye la profesora.