Como consecuencia de los numerosos casos de violencia de género, a lo largo de los últimos años se han ido sucediendo diferentes proyectos que tienen como principales protagonistas a los perros, que actúan como protectores de las mujeres víctimas de la de violencia machista.
Pero actualmente, en muy pocas Comunidades Autónomas estos perros de protección son tratados como perros guía, es decir, con los que las mujeres víctimas de la violencia de género puedan acudir a espacios públicos.
Entre uno de los proyectos más destacados y ya conocido por muchos, está el llamado “Proyecto Pepo”, una iniciativa de la Fundación Mariscal (que imparte formación a las mujeres víctimas para manejar a los perros) y emplea a estos animales, “que funcionan a través de entidades privadas”, explica Ángel Mariscal, fundador del proyecto en declaraciones a Diario Veterinario.
A nivel estatal, como todavía no se catalogan como perros de asistencia, no se permite acceder a los espacios públicos con ellos. "Estamos en ello, tratando de solventar las barreras existenciales que existen, aunque sí que es verdad que el Gobierno de Aragón ha sacado una plica la cual lo considera perro asistencial y perro de protección, donde han concursado varias empresas para poder dar la formación a las víctimas de violencia de género, en este caso tres, por lo que creo que en Aragón consideran que estos perros pueden acceder a todos los sitios", indica Mariscal.
Por otra parte, en Madrid, “hay determinados sitios en los que pueden entrar y en los que no. Aunque están estudiándolo. Hace poco hemos tenido una reunión con la Delegación de Gobierno y con la Secretaría de Estado y lo están valorando”, pero “actualmente existe un vacío legal respecto a este tema”, apunta.
BENEFICIOS
“En un primer momento, el perro de protección se creó para repeler la agresión que iba a sufrir la usuaria y darle tiempo a activar las medidas que le aporta el Gobierno, como son las pulseras telemáticas", pero se dieron cuenta inmediatamente de los múltiples beneficios que aportan los perros, cuenta el experto.
“Desde el minuto cero que tienen al perro empiezan a bajar a la calle, con el programa formativo que ofrecemos empiezan a relacionarse y la subida de autoestima es brutal (empiezan a empoderarse), vuelven a sonreír y a confiar en la sociedad", subraya.
Además, hace hincapié en los beneficios psicológicos que aportan los perros, “empezamos a consensuar todos los entrenamientos con psicólogos y psiquiatras y nos dimos cuenta de que el beneficio terapéutico es mayor que el de la protección”.
CÓMO ACTÚAN
Estos perros, por un lado, físicamente grandes, para que generen un efecto disuasorio, y por otro, sociables, amables, y con instinto de protección, tienen tres manera de activarse, explica Mariscal, aunque “bajo ningún concepto se le deja pensar al perro quién es el agresor y quién no lo es, él nunca toma la iniciativa, tiene que pensar que todo el mundo es bueno”.
En primer lugar, la protección se desata “con un comando verbal, que es el menos utilizado por el famoso bloqueo al que llegan las víctimas cuando sufren estrés postraumático en cuanto tienen una situación conflictiva”.
Otros de los comandos, “es un movimiento mecánico con un arnés. Ellas siempre lo llevan, y cuando se aferran al arnés de manera fuerte, el perro también, y por su entrenamiento, entran en modo protección”.
Por último, existe una tercera manera, “y es por el bloqueo. En cuanto ellas se paralizan, y no pueden hablar ni nada, el perro que previamente ha analizado por su entrenamiento esta parálisis, salta al trabajo en protección”.