La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ha hecho público su resumen climático del invierno 2024-2025. Los resultados advierten de que este invierno ha sido más cálido de lo habitual, y la AEMET prevé que la primavera siga esta tendencia, con temperaturas altas en todo el país.
Este cambio en las condiciones climáticas aumenta el riesgo de enfermedades alérgicas en perros y gatos. El aumento de las temperaturas y la mayor contaminación ambiental están modificando los patrones de liberación de pólenes, lo que incrementa su producción, prolonga la temporada de polinización y podría intensificar las propiedades alergénicas de estos.
Los datos de temperatura y humedad de la AEMET han llevado a la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica a predecir una primavera especialmente intensa para las alergias. Las altas temperaturas registradas a principios de año, junto con las abundantes lluvias de febrero y marzo, favorecerán la permanencia del polen en el ambiente, lo que podría hacer que los síntomas alérgicos sean más persistentes.
El impacto del cambio climático en las enfermedades alérgicas es innegable. Estudios recientes indican que el aumento de las temperaturas no solo eleva la producción de polen, sino que también potencia su capacidad alergénica y prolonga la temporada de exposición. Además, fenómenos extremos como sequías, calimas y vientos fuertes facilitan la dispersión de estos alérgenos, agravando aún más los síntomas.
A esto se suma el efecto de la contaminación del aire, que amplifica la sensibilidad a los alérgenos y agrava sus consecuencias en la salud respiratoria. Contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO₂) y las partículas en suspensión (PM2.5) alteran las barreras protectoras de la piel, la mucosa nasal y la conjuntiva ocular, facilitando la entrada de pólenes y otros aeroalérgenos. Tras episodios climáticos extremos, la contaminación también se intensifica, lo que refuerza el impacto negativo sobre las personas alérgicas.
En este escenario, el manejo de la alergia ambiental se vuelve cada vez más complejo, lo que hace esencial replantearse enfoques más allá del alivio sintomático del brote aislado.