El dolor agudo en animales ha cobrado relevancia en los últimos años debido a su impacto negativo desde una perspectiva hemodinámica, inmunológica, conductual y sensorial. Por ello, su reconocimiento, categorización y tratamiento son fundamentales para salvaguardar el bienestar animal. A pesar de la importancia de esta tarea, se han reportado diversos factores que dificultan su tratamiento, algunos relacionados con el paciente, como la especie, raza y edad, y otros inherentes al observador, como el sexo y edad del evaluador, experiencia en el manejo de diferentes escalas de evaluación e incluso conocimiento de dichas escalas.
Se ha propuesto la aplicación de tecnología para el reconocimiento del dolor agudo, como la termografía infrarroja (IRT), que permite evaluar la temperatura microvascular superficial. La IRT utiliza una cámara con lentes especializados para detectar la radiación infrarroja. Así, se ha sugerido como un método no invasivo que puede evaluar cambios en la temperatura superficial en regiones con altas cantidades de capilares sanguíneos asociados a fibras simpáticas. De esta manera, la temperatura superficial de un individuo, que es modificada por la microcirculación dérmica, puede evaluarse de forma remota a través de la IRT. Así, la IRT se ha sugerido como una técnica no invasiva para evaluar eventos nocivos que causan dolor e inflamación, que se acompaña de un aumento significativo de la temperatura.
La implementación de la TRI en el estudio y monitoreo del dolor en animales ha llevado a la posibilidad de desarrollar y aplicar esta herramienta en la validación de la eficacia analgésica y seguridad clínica de algunos fármacos comúnmente utilizados durante procedimientos quirúrgicos anestésicos.
Al respecto, es necesario señalar que el cuidado analgésico y la intervención farmacológica para el dolor han tenido actualizaciones significativas, pues nuevos fármacos, como los fitocannabinoides, han sido sugeridos y han demostrado reducir la percepción del dolor de manera similar a los analgésicos convencionales. Sin embargo, la evidencia respecto al uso de estos fármacos para el control del dolor agudo postoperatorio aún es limitada.
Por lo tanto, el objetivo de un estudio realizado por los investigadores Daniel Mota Rojas, Alejandro Casas Alvarado y Adriana Domínguez Oliva de la Universidad Autónoma Metropolitana de México; Ismael Hernández Ávalos, Patricia Mora Medina y Agatha Miranda Cortés de la Universidad Nacional Autónoma de México; y Julio Martínez Burnes de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Tamaulipas de México, fue evaluar la respuesta nociceptiva térmica facial al uso de cannabidiol (CBD) solo y en combinación con meloxicam en perras postoperatorias de ovariohisterectomía electiva durante el postoperatorio bajo la hipótesis de que el uso de CBD generará un control analgésico similar al meloxicam, efecto que se reflejará en una respuesta autonómica cardiorrespiratoria y hemodinámica estable a un estímulo nociceptivo perioperatorio.
Sesenta y cuatro perras de diferentes razas se distribuyeron aleatoriamente en cuatro grupos de estudio según el tratamiento recibido. G1: Grupo placebo (n = 16); G2: Grupo que recibió meloxicam intravenoso como premedicación (0,2 mg Kg) y cada 24 h postoperatoriamente 0,1 mg Kg (n = 16); G3: Grupo tratado con CBD (n = 16) a dosis de 2 mg kg por vía oral cada 12 h; y G4: Grupo medicado con la combinación de ambos tratamientos (n= 16). Todos los tratamientos fueron administrados durante 48 h postoperatoriamente.
Después del procedimiento quirúrgico anestésico, se capturaron imágenes radiométricas mediante IRT y parámetros fisiológicos durante los eventos E Basal, E 30min, E 1h, E 2h, E 3h, E 4h, E 8h, E 12h, E 24h y E 48h . En general, se encontró que las temperaturas alta, media y baja de las ventanas térmicas del ojo, párpado superior y párpado inferior, así como la temperatura promedio de la glándula lagrimal en G1 entre eventos, fueron significativamente menores en E 30min, E 1h y E 2h en comparación con E Basal.
Entre los tratamientos, se observó una temperatura significativamente mayor en los grupos G2, G3 y G4 en comparación con G1 en las ventanas térmicas del párpado superior, párpado inferior, glándula lagrimal y áreas oculares. En cuanto a los parámetros fisiológicos, la frecuencia cardíaca fue mayor en G1 en comparación con los animales de G2, G3 y G4.
La frecuencia respiratoria fue significativamente menor en los cuatro grupos de estudio durante los eventos postoperatorios en comparación con su respectivo E Basal, mientras que, entre los tratamientos, G2, G3 y G4 tuvieron una frecuencia respiratoria menor en comparación con G1. Se observó hipotermia leve en todos los grupos de estudio en E 30min y E 1h en comparación con E Basal. No se encontró correlación significativa entre las temperaturas de las regiones térmicas evaluadas y los rasgos fisiológicos.
En este sentido, los autores recuerdan el efecto combinado de ambos tratamientos, que “se puede observar en los resultados de G4, donde se registró una temperatura superficial general y significativamente menor en las ventanas térmicas ocular, palpebral y de carúncula lagrimal en comparación con G1”.
Así, indican que el CBD, ya sea administrado solo o en combinación con meloxicam, “demostró una eficacia analgésica comparable, que podría controlar las respuestas autonómicas hemodinámicas y cardiorrespiratorias nociceptivas, ya que no hubo cambios significativos en la respuesta térmica facial entre los tratamientos G2, G3 y G4”.
Por lo tanto, “el control de la respuesta al dolor, como se observó en este estudio, puede servir como evidencia clara de la actividad analgésica del CBD después de un estímulo quirúrgico, apoyando así su implementación como un tratamiento analgésico intraoperatorio”.