Las cucarachas de Madagascar y las dubias han demostrado capacidad para transformar plástico en compuestos promisorios para utilizarlos en alimento concentrado para peces de cultivo, lo que las convierte en obreras de una economía circular que aprovecha los desperdicios, reduce costos agrícolas y disminuye sus impactos ambientales, como uno de los problemas más urgentes del siglo XXI.
Investigadores del Grupo de Investigación Ciencia, Tecnología e Innovación en Acuicultura y Pesca (Ictiap) y estudiantes del Semillero de Acuicultura y Pesca de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira estudian la capacidad de las cucarachas y otros insectos en la gestión de residuos sólidos y en la reducción de la contaminación por microplásticos.
La idea de utilizar cucarachas como una alternativa para enfrentar los residuos plásticos no es completamente nueva, pero sí lo es su aplicación en la producción animal. Estudios preliminares indican que estos insectos no solo mastican plásticos como el poliestireno expandido (icopor) y el poliuretano, sino que además lo degradan en su tracto intestinal, gracias a la acción de microorganismos especializados.
En el Laboratorio de Acuicultura de la UNAL Sede Palmira se crían hoy más de 5,000 insectos, entre ellos la cucaracha de Madagascar (Gromphadorhina portentosa), la dubia o argentina (Blaptica dubia), y la mosca soldado negra (Hermetia illucens), además de los escarabajos gusano de la harina (Tenebrio molitor), gusano rey (Zophobas morio) y gorgojo chino (Ulomoides dermestoides).
Según el profesor Carlos Alberto Jaramillo Cruz, líder del Ictiap, los insectos están siendo explorados en su conjunto con un enfoque de economía circular por su capacidad para transformar residuos orgánicos, incluyendo desechos agrícolas y subproductos de la industria alimentaria, en biomasa o materia orgánica rica en proteínas de alta calidad y grasas, la cual se puede utilizar en la producción de concentrados alimenticios para peces como tilapia y cachama.
“En algunos casos, los concentrados pueden representar hasta el 70 % de los costos de producción, por lo que esta es una opción a la harina de pescado y la soya importada, que además minimiza el desperdicio y la contaminación, con otra ventaja: requieren poco espacio para generar una gran biomasa”, agrega el investigador Jaramillo.
Las cucarachas estudiadas consumen madera y frutas en su hábitat natural, tienen un aparato bucal fuerte, diseñado para triturar materiales duros. “Esta capacidad también les permite fragmentar plásticos y convertirlos en partículas más pequeñas que luego procesan en su intestino”, explica.
La diversidad de insectos permite un aprovechamiento más completo, pues cada especie se adapta a las características de cierto tipo de desecho. Por ejemplo, la mosca soldado negra se especializa en transformar en proteína los residuos orgánicos como estiércol y desechos de mataderos.
Aunque los estudios iniciales son prometedores, quedan varios desafíos por superar antes de que las cucarachas se puedan utilizar a gran escala como solución para la contaminación por plástico. Uno de los principales retos es escalar la producción de estos insectos a nivel industrial, de manera que sea económicamente viable y ambientalmente sostenible.
MÁS ALLÁ DE LAS APARIENCIAS
La cucaracha dubia es una especie originaria de América del Sur que en el mundo se utiliza especialmente para alimentar reptiles y otros animales exóticos debido a su alto contenido proteico. Es de tamaño mediano, de entre cuatro y cinco centímetros de longitud, y su cuerpo es de color marrón oscuro con manchas más claras.
Por su parte, la cucaracha de Madagascar es una especie nativa de la isla de la que deriva su nombre, ubicada frente a la costa sureste del continente africano. Es famosa por su capacidad de emitir un sonido distintivo, que utiliza como mecanismo de defensa y por su gran tamaño, que alcanza hasta los 7,5 centímetros de longitud. Tienen un exoesqueleto robusto y de color marrón rojizo. Debido a su capacidad para adaptarse a diferentes ambientes, es de interés para investigaciones relacionadas con la entomología y la biología.
El estudiante Juan Felipe Montilla Cuasquen, del Semillero de Acuicultura y Pesca del programa de Ingeniería Agroindustrial, e integrante del Colectivo Siembra, es el encargado de alimentar diariamente a los insectos: los más grandes con hojuelas de avena, y las criaturas más pequeñas –como los gusanos de la harina y los gorgojos– con harina de trigo y concentrado de pollo. “A todos se les da una porción de verdura, que en este caso es zanahoria, para aportar humedad en su dieta y ambiente”, comparte.
También tiene a cargo el conteo poblacional, el mantenimiento, la recolección y la limpieza. “He observado casos de depredación por parte de los individuos como las cucarachas dubias, debido que hay una mayor densidad de población, incluso canibalismo, esto puede ser de utilidad para estudiar su comportamiento en un entorno controlado, también para evidenciar la cadena trópica y sus procesos de bioconversión de la materia orgánica”.
Por último, el profesor Carlos Jaramillo destaca que en un país como Colombia, con un clima ideal para la cría de insectos, la investigación en este campo es un una oportunidad para mejorar y reducir los costos asociados con la producción animal. Sin embargo, advierte que “es necesario adelantar estudios más detallados para comprender mejor el proceso de digestión del plástico y asegurar que los productos finales no sean dañinos para el medioambiente".
Esto incluye realizar análisis bromatológicos de las heces de las cucarachas para confirmar que no contienen microplásticos u otros residuos peligrosos, sino que se han convertido en proteínas útiles. Además, reiteró que es clave determinar qué tipos de plástico pueden procesar las cucarachas y en qué condiciones, por lo que continuarán realizando los experimentos con dietas controladas que incluyan diferentes tipos de plástico, para evaluar la eficiencia de degradación y la calidad de las proteínas resultantes.