La fasciolosis, causada por los parásitos trematodos Fasciola hepatica y Fasciola gigantica, tiene una distribución mundial y está presente en más de 81 países. Este parásito hepático afecta a una amplia gama de huéspedes, incluidos animales domésticos (como ganado vacuno, ovejas, cabras, cerdos y caballos) y mamíferos herbívoros salvajes (como ciervos, conejos y liebres), así como a los seres humanos.
La infección se produce a través de la ingestión oral de metacercarias, ya sea por consumir plantas acuáticas crudas o sin lavar o por beber agua contaminada. En realidad, la fasciolosis se considera una enfermedad zoonótica emergente; y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 180 millones de personas corren el riesgo de infectarse, y entre 35 y 72 millones de personas están infectadas.
En rumiantes, 350 millones de bovinos y 250 millones de ovejas corren el riesgo de contraer F. hepatica, lo que supone un problema importante en la industria agrícola debido a las importantes pérdidas económicas estimadas en 3200 millones de dólares al año. Estos costes son el resultado tanto de las pérdidas de producción (es decir, mortalidad, reducción de la producción de leche y carne, descenso de la fertilidad o baja calidad de las pieles) como del tratamiento con fármacos antihelmínticos.
Sobre este asunto, el objetivo de una revisión realizada por nvestigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba y de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León ha sido ofrecer información actualizada sobre las últimas tendencias en diagnóstico, tratamiento y control mediante una vacuna eficaz contra F. hepatica. Para realizar esta revisión, los autores recuperaron referencias de PubMed, y la búsqueda se limitó a los últimos 10 años para proporcionar información actualizada.
La revisión comienza hablando del diagnóstico de la enfermedad, explicando que la detección de Fasciola es un componente esencial en el control de la enfermedad, dado que la acción patogénica más significativa ocurre durante las primeras semanas de infección cuando la detección directa no es posible. “Esto ha impulsado el desarrollo de técnicas indirectas para identificar la infección por Fasciola”. Por lo tanto, los autores dividen la detección en dos modalidades generales: directa e indirecta.
El diagnóstico directo se basa en la identificación microscópica de los huevos o en la recuperación de parásitos durante la necropsia. Si bien la necropsia hepática proporciona un diagnóstico preciso de la infección, “no puede utilizarse como herramienta ante mortem para detectar procesos activos”.
Una alternativa a los métodos directos es el diagnóstico inmunológico. Este método, comentan, ha sido desarrollado y adaptado para el diagnóstico, demostrando ser altamente confiable. Permite la detección temprana de la infección durante la fase pre-patente y permite el análisis de muchos animales simultáneamente, obteniendo resultados rápidamente. Entre los inconvenientes de esta técnica destacados en la revisión se encuentran las posibles reacciones cruzadas con otros parásitos, así como el coste tanto del equipo como de los reactivos necesarios para implementar la técnica.
Como avance significativo ocurrido en los últimos años, con la era “ómica”, “se han desarrollado métodos de diagnóstico molecular para aumentar la sensibilidad y especificidad de los diagnósticos convencionales al mismo tiempo que se ha acortado el tiempo de detección”. Entre otras ventajas, además, utilizando estas técnicas, es posible detectar infecciones mixtas de Fasciola.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO Y ALTERNATIVO
Comúnmente, las medidas de control de la infección por F. hepatica se basan principalmente en el uso de fármacos antihelmínticos. En este sentido, el fármaco más comúnmente utilizado ha sido el triclabendazol debido a su actividad contra las formas juveniles y adultas del parásito. Debido a esto, el triclabendazol ha sido ampliamente utilizado en la industria ganadera para prevenir pérdidas de producción. Sin embargo, esta práctica ha llevado a una resistencia generalizada en el ganado vacuno y ovino, apareciendo en cepas de F. hepatica resistentes al triclabendazol.
Teniendo en cuenta esto, y conjuntamente con el cambio climático que es responsable de la creciente prevalencia de la infección, consideran que “existe una necesidad urgente de métodos de control alternativos”.
Por ejemplo, comentan que una estrategia para mejorar la eficacia es aumentar la disponibilidad del fármaco modificando el metabolismo del mismo. En este sentido, se ha demostrado que los inhibidores de la glutatión S-transferasa (GST), la flavina monooxigenasa y el citocromo P450 potencian la acción de los fármacos en los trematodos resistentes a triclabendazol.
El texto también recala en el desarrollo de compuestos naturales derivados de plantas para el control y tratamiento de la enfermedad. Esta tendencia “se alinea con la demanda de los consumidores de productos animales provenientes de ganado orgánico, que son percibidos como naturales, saludables y respetuosos con el bienestar animal”.
Así, explican que numerosos productos naturales han demostrado actividad contra F. hepatica, tanto in vitro como in vivo. Algunos de estos productos naturales han exhibido actividad in vitro contra los huevos y miracidios de F. hepatica. “Recientemente, se ha reportado un efecto ovicida del 100 % del aceite esencial de Cuminum cyminum en huevos de F. hepatica en dosis que van desde 0.031125 a 4.15 mg/mL después de 14 días de incubación in vitro”.
Por lo tanto, según consideran, el uso de antihelmínticos alternativos derivados de plantas puede ser una opción viable para el tratamiento de la infección por Fasciola. Sin embargo, “se necesitan más estudios para implementar dichos tratamientos, asegurando que puedan aplicarse de forma independiente y no en combinación con otros fármacos o suplementos dietéticos”.
DESAFÍO EN EL DESARROLLO DE VACUNAS
En cuanto a los métodos de control, las vacunas han sido reconocidas como una estrategia alternativa prometedora y económicamente viable para controlar la fasciolosis en el ganado. Se han realizado numerosos estudios para potenciar la inmunidad humoral o celular contra la fasciolosis mediante la inmunización con vacunas atenuadas, recombinantes, silenciadoras de genes, basadas en ácidos nucleicos, o una combinación de ellas. Estos estudios han utilizado ratas, ratones, conejos y rumiantes (bovinos, ovinos y caprinos) como huéspedes.
En Europa “sólo existen unas pocas vacunas veterinarias contra helmintos del ganado (contra Dictyocaulus viviparus en el Reino Unido e Irlanda; y contra Haemonchus contortus en el Reino Unido). “Esto sirve como ejemplo del desafío de desarrollar vacunas efectivas contra parásitos, particularmente helmintos”. Mientras escribían esta revisión, los autores encontraron que todavía no hay ninguna vacuna comercial disponible contra F. hepática,
No obstante, “es evidente que un grupo importante de investigadores en todo el mundo se dedica a desarrollar una vacuna eficaz contra F. hepática”. Gracias a estos esfuerzos, se han identificado varias proteínas del parásito como posibles candidatas a vacunas debido a su actividad antigénica. Sin embargo, “los resultados inconsistentes y los diferentes niveles de protección alcanzados requieren estudios más profundos y ensayos de vacunas adicionales para identificar las moléculas clave o las moléculas capaces de conferir inmunidad contra este parásito”.
Como conclusión, resumen que se ha encontrado que existen diversos métodos diagnósticos para la fasciolosis, que van desde los más directos y de fácil aplicación hasta los métodos inmunológicos o de base biomolecular que permiten un diagnóstico más precoz y preciso. Además, se ha analizado el tratamiento con fármacos, identificando los fármacos de elección y la problemática existente derivada de la aparición de resistencias, “lo que ha llevado al desarrollo de nuevos protocolos de tratamiento e incluso a la búsqueda de tratamientos alternativos”.
Por último, “aunque el control inmunológico de la enfermedad es una opción viable, aún se necesitan más estudios al respecto, así como un conocimiento más profundo de los mecanismos inmunológicos que se establecen en la interacción parásito-huésped”, indican.