La leptospirosis es una enfermedad infecciosa emergente de importancia mundial. Es causada por espiroquetas patógenas del género Leptospira, que actualmente incluye 64 taxones, incluidas 26 especies saprofitas y 38 patógenas. La leptospirosis se considera una de las zoonosis más extendidas en todo el mundo. La leptospirosis grave está relacionada con la disfunción de múltiples órganos (p. ej., insuficiencia renal, hemorragia grave, dificultad respiratoria y daño neurológico), que puede provocar la muerte en entre el 1 y el 10 % de los casos. Después de ingresar al sistema, el organismo se replica en los vasos sanguíneos. Posteriormente, con el aumento de anticuerpos circulantes específicos, el organismo se aloja y mantiene en los túbulos renales y luego se disemina crónicamente al medio ambiente a través de la orina.
Diferentes especies de vida silvestre, incluidos pequeños roedores y especies de animales domésticos, pueden actuar como huéspedes tanto de mantenimiento como incidentales de una variedad de serovares patógenos de Leptospira . Los animales domésticos pueden actuar como huéspedes de mantenimiento de serovares adaptados, como Canicola en perros, Hardjo en ganado vacuno, Pomona en caballos y Bratislava en cerdos. Los roedores también suelen estar infectados con serovares patógenos de Leptospira, pero no muestran signos de infección. Las ratas suelen actuar como reservorios del serovar Icterohaemorrhagiae y los ratones como reservorios del serovar Ballum. La presencia de dichos reservorios se considera el principal factor de riesgo en la leptospirosis humana.
Los perros de compañía y de trabajo aumentan continuamente en número entre las sociedades de todo el mundo, convirtiéndose en el animal de contacto más común para los humanos y, por lo tanto, representan una importante fuente potencial de enfermedades zoonóticas, incluida la leptospirosis.
LOS PERROS COMO FUENTE DE LEPTOSPIRA
Los perros que adquieren leptospirosis pueden mantener un curso asintomático de la infección o presentar presentaciones clínicas muy diversas que van desde signos clínicos leves de la enfermedad hasta casos graves e incluso mortales que implican infecciones sistémicas con insuficiencia renal, hepática y pulmonar. Los signos clínicos de la leptospirosis canina dependen de la edad y la inmunidad del huésped, los factores ambientales y la virulencia del serotipo infectante. Se han descrito y denominado síndromes cuatro presentaciones clínicas de leptospirosis, incluidos los síndromes ictérico, hemorrágico, urémico y reproductivo.
En ese sentido, en los últimos años se han establecido dos acuerdos de consenso sobre los signos clínicos y hallazgos de laboratorio que deben considerarse para el diagnóstico de un caso de leptospirosis canina. Después de adquirir una infección por leptospira, los perros pueden mantener un estado de infección asintomático o desarrollar leptospirosis clínica. Después de la recuperación, los perros pueden actuar como portadores de leptospiras patógenas, eliminando el organismo al medio ambiente y, por lo tanto, representan un riesgo para la salud de los dueños, el público, otros perros y otros mamíferos.
En un estudio realizado en México, se ha informado sobre la recuperación y caracterización de Leptospira patógena a partir de muestras de riñón y orina obtenidas de perros portadores asintomáticos, así como de perros con leptospirosis clínica y fatal.
Se presentó un estudio de diez casos diferentes de leptospirosis, que muestra la relevancia de los perros como portadores asintomáticos de Leptospira patógena. El diagnóstico se confirmó mediante aislamiento y posterior identificación serológica y genética. Se obtuvieron cuatro aislados de Leptospira (LOCaS28, 31, 34 y 46) de muestras de riñones y orina de 58 perros en un centro de control canino en la Ciudad de México.
No se observaron espiroquetas en las muestras de orina de los perros positivos para Leptospira examinados bajo microscopía de campo oscuro, y tampoco se observaron signos clínicos de enfermedad.
Asimismo, se obtuvieron seis aislamientos adicionales: dos procedían de perros portadores asintomáticos (CEL60 y UADY22); otro aislado provino de un perro asintomático que era compañero de manada de un perro clínicamente enfermo con leptospirosis fatal (AGFA24); y finalmente, se tomaron tres aislamientos de perros que murieron por leptospirosis (LOCaS59, Citlalli y Nayar1).
Nueve de los diez aislados se identificaron como pertenecientes al serogrupo Canicola, y su identidad se confirmó genéticamente como Canicola ST34 mediante tipificación de secuenciación multilocus. Por el contrario, el aislado Nayar1 se identificó como serovar Copenhageni ST2.
PERROS ASINTOMÁTICOS CON TÍTULOS MÁS ALTOS DE ANTICUERPOS
Curiosamente, los perros asintomáticos de los cuales se recuperaron aislados de Leptospira, explican que mostraron consistentemente títulos altos de anticuerpos en la prueba de aglutinación microscópica, revelando valores de al menos 1:3200 contra el serogrupo Canicola y valores de títulos más bajos contra otros serogrupos. Por otro lado, los aislados mostraron diferentes niveles de virulencia en el modelo de hámster.
En conjunto, “estos hallazgos confirmaron que los perros pueden actuar como portadores asintomáticos de leptospiras patógenas y posiblemente propagarlas al medio ambiente, representando así un riesgo activo para la salud pública”.
Los resultados también mostraron que “el clon Canicola ST34 es el serovar de Leptospira más prevalente en perros en México, y finalmente que la prueba de aglutinación microscópica es una buena alternativa para la detección de perros presuntos portadores asintomáticos de Leptospira”.
En resumen, la leptospirosis canina es una enfermedad zoonótica importante en muchos países. La transmisión de enfermedades generalmente ocurre desde huéspedes infectados a través de fuentes ambientales contaminadas con orina, como el agua. El contacto directo entre individuos infectados y susceptibles, factores ambientales como cambios de temperatura y/o precipitaciones relacionados con el clima, y un número cada vez mayor de roedores, que actúan como reservorios, “pueden aumentar los riesgos de exposición de los perros”.
El estilo de vida de un perro puede influir en el riesgo de exposición a la leptospirosis, pero “la vacunación basada en la identificación adecuada de los serogrupos circulantes de Leptospira reduce drásticamente las infecciones posteriores a la exposición”. Lamentablemente, “la resistencia a la vacunación por parte de veterinarios y dueños de perros deja a muchos perros en riesgo de contraer esta enfermedad zoonótica”. También añaden que “la recuperación de aislados virulentos de Leptospira de al menos seis perros asintomáticos en este estudio resalta la importancia de aplicar medidas de medicina preventiva para evitar el riesgo de transmisión a los dueños u otros perros”.