Tan solo en México se calculan 6.000 especies en peligro de extinción, es decir, tres por día entran en esta categoría según la Dra. Elizabeth Téllez Ballesteros, especialista en zooética, ecoética, y profesora de bioética en la Facultad de Ciencias y la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), ambas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), "por lo que en el ámbito veterinario es preocupante el colapso de la biodiversidad, ya que estamos en la sexta extinción masiva de especies, la cual está acabando con enormes mamíferos vertebrados, trayendo consigo un proceso de rodentización (ratificación) de la fauna".
Tras cuatro años desde la pandemia por Covid-19, la humanidad ha logrado pasar la página y vuelto poco a poco a la normalidad. Sin embargo, la comunidad científica considera que las pandemias son solo una de las advertencias de la emergencia climática que comienza a manifestarse, por lo que se ha impulsado el término One Health que recuerda que la salud humana, la salud animal y la salud ambiental están en una relación codependiente.
"Si bien esta disciplina es crítica, tiene como ventaja ser también propositiva en soluciones", explicó la también miembro del Comité de Bioética de la Agencia de Atención Animal de la Ciudad de México (Agatan), además autora de varios artículos especializados y textos de divulgación para el cuidado animal, pues añadió que "el actual paradigma antropocéntrico, popularmente aceptado y validado, ha desembocado en fenómenos como el cambio climático, que ahora es solo uno de la demás lista de problemas".
De acuerdo con la especialista, esto invita a preguntarse: ¿qué animales necesitamos? En el caso de los domésticos, ¿necesitamos producir más? "En el informe Island Lancet de 2019 “Comida para un planeta sano”, se habla de una sobreproducción de animales en países ricos, es decir, hay más producción que demanda realmente necesaria, esto también puede traducirse en una mayor huella ecológica, ya que de por sí los mitos culpan a la industria ganadera de importantes cantidades de gases efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso en la atmósfera, la deforestación y erosión del suelo, aunando al supuesto excesivo uso de agua para el mantenimiento de esta industria", señaló. No obstante, contra este tipo de acusaciones se han popularizado medidas como “Un día sin carne”, que aseguran equivale a un mes sin usar el automóvil.
Sin embargo, "no se trata de satanizar esta práctica, sino de reflexionar ya que se está obligando a los animales a vivir vidas no deseables que en muchos casos también carecen de calidad, que si bien el gremio veterinario está introduciendo el bienestar animal, en la mayoría de países los animales aún son vistos legalmente como bienes en vez de individuos sintientes o sujetos de derecho. Han sido modificados genéticamente para aumentar su aprovechamiento a nuestro beneficio, pero en el futuro les podrían provocar mayores afectaciones físicas como malformaciones o daño en órganos, que son de interés en la medicina preventiva veterinaria".
Otro punto que resaltó es que "a mayor número de individuos, hay un menor control, que puede significar un aumento de las enfermedades zoonóticas". "No hay un plan viable para salvar a un gran número de animales de consumo ante un desastre natural, siendo los individuos que más perecen trayendo consigo pérdidas económicas a los productores".
SOLUCIONES
Pese a todos estos datos duros, insiste en "no estigmatizar a los animales de producción, ya que si bien se ha culpado al llamado "andropoceno" por tremendo daño ambiental", la doctora sugiere que "es el slogan capitalista de “producir cada vez más” el que nos ha llevado a extremos innecesarios: una guerra que enfrenta a la biosfera contra la tecnosfera". Es aquí cuando propone la “autocontención” como medida viable, ya que reflexionar que es lo que realmente se necesita consumir, significa reducir la producción excesiva que no cuenta con una justicia distributiva que la justifique y que está acabando con la biodiversidad, complementándose con la “biomímesis” como otra sugerencia. "Si la tecnosfera imita a la biosfera, quien sabemos recicla todo sabiamente, en nuestro contexto aplicando el “reducir, reemplazar, refinar”, podemos ampliar las esperanzas de obtener un futuro donde animales, humanos y ambiente podamos coexistir pacíficamente en una sola salud".
"Cambiar los hábitos alimenticios o la cultura que ve en los animales objetos es difícil aún cuando en nuestra propia especie hay diferentes mecanismos de discriminación, pero es vital informar a la sociedad como punto de partida", finalizó Téllez Ballesteros con el ejemplo de Argentina, donde los animales ya son considerados sujetos de derecho no humanos, además, "en la producción, hay cada vez más sellos para garantizar el bienestar animal o normas internacionales de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA)".
"En México se pueden impulsar el sistema agrosilvopastoril, el apoyo a pequeños productores, el fomento a la tenencia responsable, la esterilización, pero sobretodo la educación como medida preventiva, el esfuerzo arduo de la comunidad médica, principalmente veterinaria que puede lograr grandes cambios a pesar de tener un largo camino por recorrer".