El aumento de las perturbaciones ambientales de origen antropogénico, incluida la pérdida de biodiversidad, los cambios en el uso de la tierra y la fragmentación del hábitat, causan un severo impacto en la vida silvestre y también cambios en las características epidemiológicas de los patógenos. Asimismo, estos cambios en las interacciones ecológicas han llevado a muchas especies silvestres a adoptar nuevas estrategias para encontrar recursos, viéndose a menudo obligadas a adaptarse a áreas antropizadas.
Una de las consecuencias de este cambio de comportamiento de la fauna silvestre ha sido el aumento del contacto de especies silvestres con animales domésticos y humanos, lo que supone un mayor riesgo de transmisión de patógenos. En este sentido, las fuentes tróficas antropogénicas son un recurso predecible y atractivo para la vida silvestre, lo que lleva a cambios en la ecología de las especies silvestres e, indirectamente, a cambios potenciales en las interacciones huésped-parásito.
El mantenimiento y transmisión de los parásitos está condicionado por la presencia de su especie huésped. Además, la aparición de parásitos también se ve afectada por factores abióticos. En este sentido, las condiciones ambientales pueden influir en la supervivencia y desarrollo de los estadios de vida libre del parásito, y también en la distribución de especies de invertebrados involucrados como huéspedes intermediarios o paraténicos en el ciclo de vida de estos parásitos.
El cambio climático está provocando variaciones en la dinámica meteorológica, aumentando la temperatura media global y la evaporación y, en consecuencia, cambiando el ciclo del agua en la Tierra. Como resultado de los modelos climáticos predictivos, la cuenca mediterránea es una de las zonas más afectadas por estos cambios. En particular, las regiones semiáridas mediterráneas de la Península Ibérica serán una de las zonas más vulnerables debido al aumento de los períodos de sequía o inundaciones.
Considerando la importancia de la humedad y la temperatura en el ciclo vital de una amplia variedad de parásitos, los estudios epidemiológicos deben considerar todos estos determinantes ambientales, especialmente en las zonas mediterráneas semiáridas, ya que las estimaciones indican que sufrirán un mayor estrés hídrico en las próximas décadas.
EL ZORRO ROJO, UN CARNÍVORO MUY EXTENDIDO
El zorro rojo es un carnívoro abundante que está muy extendido por todo el hemisferio norte y ha sido introducido en otras zonas geográficas. Es un depredador oportunista, con una dieta variada que incluye mamíferos de pequeño y mediano tamaño, aves, reptiles, insectos, carroña, frutos o basura. Este cánido silvestre es una especie resiliente y con una plasticidad ecológica que le permite adaptarse a diferentes tipos de hábitats.
Respecto a los parásitos, el zorro puede actuar como huésped de una gran variedad de ellos. Por esta razón, muchos estudios destacan el papel epidemiológico que desempeña el zorro en el mantenimiento y transmisión de estos patógenos, especialmente en zonas antropizadas. En este sentido, cada vez es más frecuente la aparición de zorros en zonas antropizadas de clima mediterráneo semiárido del sureste peninsular.
Esto conlleva un riesgo para la salud, ya que los animales domésticos e incluso los humanos son susceptibles a una gran cantidad de parásitos del zorro, por lo que este cánido salvaje puede ser el vínculo entre el ciclo selvático y antrópico de estos patógenos.
Entre los parásitos compartidos con los cánidos domésticos se encuentran los nematodos cardiopulmonares como Angiostrongylus vasorum y Crenosoma vulpis. En cuanto a los nematodos gastrointestinales de cánidos domésticos y silvestres, Uncinaria stenocephala , Toxocara canis y Toxascaris leonina son particularmente relevantes porque están ampliamente distribuidos y pueden causar zoonosis.
Debido a la importancia epidemiológica que conlleva esta cambiante situación, el objetivo principal de un estudio realizado por los investigadores Irene Arcenillas, Rocío Ruiz de Ybáñez y Carlos Martinez-Carrasco de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia; Paolo Tizzani de la Universidad de Turín (Italia); y Pedro Pérez Cutillas de la Universidad de Murcia, junto a un compañero de la Universidad de Turín, fue describir las especies de nematodos cardiopulmonares y gastrointestinales que afectan a las poblaciones de zorros en zonas semiáridas del sureste peninsular, analizando si existen determinantes ambientales que influyan en la abundancia y distribución espacial de estos parásitos. Además, se discutió si la presencia de zorros en zonas semiáridas implica un riesgo para la salud en la transmisión de estos parásitos a perros y humanos presentes en la interfaz vida silvestre-doméstica-humana.
Se analizaron un total de 167 zorros recolectados entre 2015 y 2021 en la Región de Murcia. La abundancia y distribución espacial de los parásitos se evaluó utilizando variables ambientales y características del huésped.
Describieron once especies (siete del tracto gastrointestinal y cuatro del tracto cardiopulmonar). Se estudió la influencia de variables bióticas y abióticas para Angiostrongylus vasorum, Crenosoma vulpis, Uncinaria stenocephala, Toxocara canis y Toxascaris leonina. La temperatura, la humedad y las áreas de bosque o tierras agrícolas influyeron en la abundancia de estos parásitos, proporcionando condiciones óptimas para las etapas de vida libre de los nematodos del ciclo de vida directo y los huéspedes intermediarios.
RESERVORIO DE PARÁSITOS ZOONÓTICOS
Los mapas de distribución de abundancia absoluta mostraron ubicaciones definidas para C. vulpis, T. canis y T. leonina. Los resultados para U. stenocephala, T. canis y T. leonina fueron particularmente importantes, ya que sus niveles de abundancia más altos se encontraron cerca de áreas antropizadas, que deben evaluarse cuidadosamente para prevenir la transmisión de estos nematodos entre cánidos domésticos y silvestres y la salud humana.
En resumen, “este estudio confirma que las poblaciones de zorros que habitan las zonas mediterráneas semiáridas son un reservorio de una amplia diversidad de especies de helmintos, muchas de ellas con graves implicaciones para los carnívoros domésticos e incluso para los humanos”.
Por lo tanto, aquellas áreas compartidas por zorros sinantrópicos y carnívoros domésticos “pueden convertirse en un punto crítico para la transmisión de parásitos entre estos huéspedes, convirtiendo la proximidad a poblaciones urbanas en un factor de riesgo epidemiológico”.
Asimismo, añaden que “un mejor conocimiento de las especies involucradas y de las variables que determinan su abundancia podría ayudar a anticipar posibles puntos críticos de infección por zorros”.