Natural de la Plana de Vic, Lali Coma desde siempre tuvo claro que quería ser veterinaria de porcino y es lo que ha hecho en sus 27 años de carrera profesional. Su primer trabajo fue en una empresa de promociones veterinarias, donde estuvo ocho años; después, realizó una estancia de seis meses en una asesoría de Brasil y, cuando regresó a Catalunya, decidió trabajar de veterinaria independiente. Asimismo, hace un año, Lali Coma fue elegida presidenta del Comité de Granjas del Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona (COVB).
Coma ha hablado con el Colegio sobre la situación de las mujeres veterinarias en el ámbito rural, explicando que, “de mi edad, es decir, de 45 años para arriba, no hay muchas. Supongo que porque es un trabajo muy sacrificado y que te condiciona mucho. En mi caso, no tengo hijos. Ahora bien, las cosas están cambiando. Si vas ahora a la Facultad verás que el ochenta por ciento de los alumnos son chicas. Y esto ya se refleja en los congresos, donde existe paridad de género”.
En esta misma línea, añadía que “cuando terminé la carrera, fueron varias las que empezaron a trabajar con porcino, pero de éstas, muchas han cambiado de sector. Han hecho oposiciones, muchas han ido hacia la enseñanza, y otras siguen en el ámbito de la veterinaria, pero se dedican a la ciencia y la tecnología de los alimentos o trabajan en un matadero. Han elegido ámbitos de trabajo en los que tienes un horario y tienes los fines de semana libres y la opción de realizar jornada intensiva”.
Respecto a las condiciones de trabajo del veterinario de animales de producción, Coma considera que “cada vez más se estila en muchas empresas ofrecer jornada intensiva para que pueda compaginarse la vida familiar con la profesional, porque si no, no encontrarán a gente que quiera trabajar. Esto ha empezado a ocurrir relativamente poco, debido a que la mayoría de los veterinarios son mujeres”.
Sobre su jornada laboral, comenta que empieza a una o las seis y media de la mañana, “y llego a casa sobre las siete o hacia las siete y media. Pero mi caso es particular; soy freelance y puedo permitirme estos horarios porque no tengo unos niños que me espere en casa”.
“ESTAMOS EN UN PAÍS EN EL QUE SÓLO LEGISLAMOS, Y ESO ES MUY DESMOTIVADOR”
A la pregunta sobre si ha renunciado a algo para poder dedicarse a su trabajo, ha expresado que “yo siempre he dicho que no quería hijos y mi pasión es el trabajo. Pero sí tengo amigas que han renunciado a realizar este tipo de trabajo”.
Por otro lado, ante la cada vez mas escasa disponibilidad de veterinarios en animales de producción, considera que, de alguna manera, “las facultades deberían hacer algo para favorecer la entrada en los estudios a los jóvenes que tengan vocación por trabajar en granjas”.
Por último, ha dado sus impresiones sobre la evolución del mundo de la veterinaria rural en los últimos años, apuntando que “la veterinaria es un trabajo como cualquier otro, pero debe ser vocacional porque requiere mucha dedicación y mucho esfuerzo”. Desgraciadamente, “ahora debemos hacer frente a mucho papeleo, firmando libros de registro…, y eso nos chupa mucho tiempo. A quienes nos gusta nuestra profesión y queremos estar en contacto con el animal, toda esta burocracia hace que una profesión que era vocacional se desvirtúe. Estamos en un país en el que sólo legislamos, y eso es muy desmotivador”.