Los gatos ferales "son el principal transmisor de rabia en la actualidad"

En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) otorgó a México la certificación como el primer país libre de rabia del mundo gracias al arduo esfuerzo del gremio veterinario y los sectores público y privado. Dicho trabajo se vio reflejado en la realización de campañas de vacunación en animales de compañía de todo el territorio nacional.

Sin embargo, tras cinco años, este valioso título podría estar en juego debido a que hace unas semanas, en Veracruz, se reportó el caso de un rescatista de felinos que murió por rabia derivado del ataque de un gato feral. 

Ante esta latente posibilidad, el médico veterinario zootecnista Jesús Vladimir Arriaga Ponce, responsable estatal para la prevención y control de la rabia y otras zoonosis para el Organismo Público Descentralizado (OPD) Servicios de Salud Jalisco, explicó que "la rabia es una enfermedad 100 % mortal pero igualmente prevenible y el principal transmisor de este virus en la actualidad son los gatos ferales debido a la dificultad de su captura. Aunque en México es muy difícil encontrar un animal de compañía con la enfermedad a nivel urbano, las probabilidades aumentan a nivel rural, además de que es importante tener los conocimientos adecuados para su detección y protocolo adecuado principalmente para su prevención". 

El experto aseguró que el 60 % de las enfermedades humanas infecciosas son zoonóticas, mientras que el 75 % de los agentes patógenos de estas son de origen animal (como el ébola, VIH, Covid-19 o influenza), y el 80 % de ellas pueden ser utilizadas como armas biológicas en el bioterrorismo, razones por las que en el ámbito médico es vital contribuir como lo propone el concepto de Una Salud que hace énfasis en que la salud humana, animal y ambiental son altamente dependientes entre sí.

Este virus del género Lyssavirus y la familia Rhabdoviridae es transmitido a través de las secreciones salivales del animal infectado, puede estar presente en la saliva de tres a siete días antes de iniciar la sintomatología, es parasitario por necesidad, afecta al sistema nervioso central además de tener la capacidad de avanzar 0.5 centrímetros cada 24 horas. "Las variantes son dependientes de la especie, es sensible a la decantación lenta, luz solar, solventes orgánicos (acetona) y detergentes, también a la degradación por agentes biológicos como la putrefacción o la destrucción enzimática y el PH de los jugos digestivos. Logra inactivarse con 56 °C en un periodo de 30 a 60 minutos o ante la presencia de formol", añadió Arriaga Ponce. 

Asimismo, comentó que la rabia cuenta con tres ciclos de transmisión: primero el ciclo urbano, los transmisores son los perros y gatos ferales que pueden infectar a sus co-específicos domésticos o a humanos. El segundo es el ciclo aéreo, los hospederos son los murciélagos hematófagos (de las 1.075 especies conocidas, solo tres se alimentan de sangre y en Jalisco vive únicamente una de ellas) que inoculan la rabia a sus fuentes de alimento, desde especies domésticas como bovinos o equinos, hasta fauna silvestre.

Finalmente, está el ciclo silvestre, donde las especies de fauna que se infectaron con rabia la transmiten a otros mediante agresiones. Para orientar a los tutores de mascotas no convencionales, el especialista aclaró que "la mayoría de roedores como hámsteres, ratas, ratones y conejos no son infectantes debido a la condición paralítica del virus que los incapacita para transmitirlo".

DETECCIÓN

"En animales es difícil confirmar la presencia del virus debido a que la reactividad de la especie afectada es altamente riesgosa para obtener una muestra en vida, por lo que un resultado positivo de laboratorio IFD (inmunoflorescencia directa) en el encéfalo post mortem es la única manera de confirmar la enfermedad", añadió Arriaga Ponce. Sin embargo, hay varios signos que ayudan a catalogar a un animal como sospechoso, tales como: fiebre, vómito, anorexia, hipersalivación, letargo, signos de problemas neurológicos, fotofobia, hidrofobia y alteraciones en la conducta como vocalizaciones o agresión anormales. "Puede definirse como probable si tiene antecedentes de contacto con otro caso sospechoso o confirmado, también si posterior a tres o cinco días muere o desaparece. El sospechoso es descartado si permanece sano bajo una observación de 10 días y si post mortem da negativo a IFD en el laboratorio", subrayó. 

El académico recomienda la comunicación entre médicos veterinarios para que por medio de la interconsulta se logre enriquecer el conocimiento y tratamiento de la enfermedad. También dio ejemplos de guías de apoyo para enfrentar la rabia, como la NOM–017–SSA2–1994 para la vigilancia epidemiológica y la NOM–011–SSA2–2011 para la prevención y control de la rabia en los perros y gatos. Otras fuentes son la “Guía técnica para la atención de focos rábicos” o la “Guía para la atención médica y antirrábica de la persona expuesta al virus de la rabia”. 

Finalmente, el experto recalcó que "es indispensable continuar trabajando en la educación de los tutores para una tenencia responsable, como lo es la esterilización que ayuda a controlar la sobrepoblación de los perros y gatos ferales que son potenciales transmisores, y también la vacunación oportuna que es vital", ya que aseguró saber de casos registrados de cachorros con rabia de tan solo un mes de vida, aunado a casos en los que la madre transmitió el virus a sus descendientes.

"La rabia puede ser una enfermedad mortal pero es también prevenible, en la información están las bases que pueden ser herramientas para la prevención de todas estas enfermedades zoonóticas que provocan grandes estragos en la salud humana, animal y ambiental que, como el concepto de Una Salud explica, están estrechamente relacionadas. Lejos de perder la certificación de la OMS que de por sí es un logro significativo, están las vidas tanto animales como humanas que pueden verse en riesgo y que justamente se han logrado salvar gracias a la colaboración y el esfuerzo que ha puesto la comunidad veterinaria", por esto el académico hace una invitación a no bajar la guardia para el combate de la rabia.