Hace unos meses, se celebró en IFEMA la Semana de la Educación, en la que “más de 15.000 jóvenes han pasado por el pabellón de IFEMA para solicitar información sobre profesiones auxiliares relacionadas con el ejercicio de la medicina animal”, evidencia Luis Moreno Fernández Caparrós, académico de número de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España, en declaraciones a Diario Veterinario. Según explica, es el caso de los títulos de auxiliar de clínica veterinaria (ACV), ayudante técnico de veterinaria (ATV), enfermería veterinaria con fisioterapia y rehabilitación veterinaria (ENF VET), etología animal (ETOVET), adiestrador animal (ADIESTRAD), estética animal (EST VET), psicología y psicopatología animal e instrumentalista de quirófano veterinario (INSQVET).
“Quizá les pueda llamar la atención este listado de nuevas profesiones, pero no invento nada que no ruede ya con potencia por Internet”, recalca, y señala que “esta es la paleta incompleta” que la formación profesional de varios países europeos ofrece a las personas que se sienten atraídos por el mundo animal. “E, incluso, para ejercer una parte incompleta de la medicina y cirugía veterinaria, sin estar en posesión del grado y título universitario de médico veterinario".
En este sentido, Fernández Caparrós defiende que la profesión veterinaria española no puede permanecer ajena a este movimiento, ya que puede originar “perturbaciones y frustraciones a largo plazo en el ejercicio profesional de los jóvenes concurrentes, muy emparentados al fin y a la postre con el intrusismo, y la praxis deficiente que puede afectar al prestigio de la Veterinaria”.
Asimismo, el académico enfatiza en la necesidad de darle la bienvenida a numerosas profesiones nuevas que han surgido en el ámbito de las Ciencias Veterinarias. “Una de ellas será la enfermería, fisioterapia y rehabilitación en medicina veterinaria, que ya está llamando a las puertas de la medicina animal y de las Ciencias Veterinarias”.
Sin embargo, el veterinario advierte que no hay que confundir a los actuales ATV con los futuros enfermeros. “Ni los auxiliares de veterinaria (ACV) son los ATV, y ni éstos son los futuros enfermeros; ni los ACV son los enfermeros, aunque nos empeñemos en confundir los términos y creer que son sinónimos”.
“Introducirnos en el conocimiento de la historia de la enfermería veterinaria en España es una cuestión atractiva si lo miramos desde el lado, creo yo, de su necesidad y prestigio profesional. Porque según una reciente encuesta de ANAVET, el número de veterinarios en clínicas de pequeños animales supera los 20.000, que sumado a los asistentes de clínica y al resto de auxiliares, alcanza la cifra de 40.120 personas”, explica. En este sentido, reconoce que “es la enfermería veterinaria una nueva profesión que comienza a llamar a las puertas de las Ciencias Veterinarias para precisamente contribuir con su ayuda a prestigiarla y que en otros países y universidades de nuestro entorno ya ha encontrado acomodo”.
NUEVOS TIEMPOS
El experto califica estos “enormes cambios y transformaciones experimentados por la Veterinaria española de los últimos 30 años” como si de “una verdadera revolución silenciosa se tratase”.
Así, apunta que “posiblemente estamos asistiendo a un posible nuevo cambio de denominación del Grado de Veterinaria: Si atrás dejamos, hace muy poco tiempo, el título de licenciatura por el del Grado de Veterinaria, hoy asistimos a una nueva mutación o mudanza de la Veterinaria, ya sea bajo las fórmulas de grado o licenciatura o medicina veterinaria, pues la Veterinaria es verdadera medicina”.
Además, subraya que llega ya un nuevo recambio generacional; nuevos planes de estudio y con mayor duración; nuevo profesorado; nueva inquietud por especializarse; y, finalmente, una “nueva sociedad con otras inquietudes y necesidades, con otros valores más depurados, ni mejores ni peores que las sociedades que les precedieron pero que, en definitiva, van a producir el alumbramiento de una nueva veterinaria de casi seis años de duración y bajo la denominación de Medicina Veterinaria”. Con respecto a este último punto, el veterinario destaca que los países hispanoamericanos, y gran parte de los países europeos, han adoptado para los estudios de veterinaria la denominación de Medicina Veterinaria y, para el titulado, la denominación de Médico veterinario. “Queda claro que la medicina animal y la Zootecnia no son ciencias estáticas y que su ejercicio profesional y doctrinal es muy abultado y tienen una larga tradición histórica", agrega.
FIGURA DEL AUXILIAR DE VETERINARIA
Tal y como recalca Fernández Caparrós, es de sentido común admitir que al lado del profesional de la medicina animal hayan existido siempre auxiliares de veterinaria. “Desde el lado castrense, es decir, desde la creación del Cuerpo de Veterinaria Militar, en 1845, hasta el presente, este personal ha constituido junto con los oficiales veterinarios un cuerpo disciplinado en perfecta comunión moral e intelectual, aunque formasen cuerpo aparte. Creo que 175 años de vida en común bien merece que le prestemos atención y les dediquemos para reconocer a sus servicios un cariñoso y justo recuerdo”, manifiesta.
“Desde el año 1973, en que comencé a ejercer la profesión en el ámbito militar, estuve muy ligado a la figura del «auxiliar de veterinaria» (ACV) y, posteriormente, a la del «ayudante técnico de veterinaria» (ATV), término también correctísimo que propusimos en 1977 para estimular la carrera de los auxiliares y para que alcanzasen un grado superior y su reconocimiento y homologación en el ámbito civil. El término fue recogido en el Boletín Oficial de Defensa el 20 de septiembre de 1977”. Con respecto a este punto, el académico señala que este paso de ACV a ATV no está suficientemente aclarado y se suelen confundir ambas figuras.
El veterinario recuerda que “durante tan dilatado periodo de tiempo pude apreciar, de primera mano, la actividad de este utilísimo personal, actividad que siempre tuvo cierto grado de dureza derivado de las condiciones en las que desarrollaba su trabajo el veterinario militar”. De igual forma, “en la convivencia diaria también me di cuenta de sus alegrías y sinsabores, del grado de instrucción, de sus carencias formativas, de sus ilusiones, de su afán por tener una carrera profesional, seria, con perspectivas de futuro, similar a la de sus compañeros de armas y, en definitiva, por ser reconocida su especialidad en el ámbito civil. Pero, al estar huérfanos y carentes de todo apoyo profesional, académico y político y ayunados de todo conocimiento técnico, agravado todo por el nulo interés por sacar del limbo estas auxiliarías -incluyendo la de enfermería- para conseguir una homologación hasta ahora inexistente".
Con todo, al veterinario le sorprende la escasa presencia de los auxiliares de veterinaria o ayudantes técnicos de veterinaria en la Semana de la Educación, celebrada en IFEMA: “Ahí se hubiese notado el interés y la F. P hubiese tomado nota de la seriedad y necesidad de los que hoy carecen de estas enseñanzas”. En este sentido, Fernández Caparrós recuerda que los estudios del Grado de Veterinaria son largos, costosos y complejos, por lo que “las auxiliarías de veterinaria y enfermería deberían estar al mismo nivel o parecido”, pero no deberían concebirse “como un coladero para unos estudios de grado medio y no superiores, ni universitarios, de trayectoria más corta, con el objetivo de formarse con prontitud y sencillez para incorporarse con rapidez al mercado laboral”.
Aprovechando la ocasión, el académico recuerda que “en el año 2029 desaparece el último auxiliar de veterinaria del escalafón militar” y se pregunta si para esa fecha habrá en el ámbito civil “auxiliares de veterinaria, debidamente preparados” para sustituir progresivamente al personal que se jubile o para que ingresen por concurso oposición en las Fuerzas Armadas. “A doce años vista hay que comenzar a trabajar para evitar zonas de sombra y falta de reservas poco deseables. El modo, el cómo y el cuándo, no corresponde a nosotros indicarlo, pero sí señalar la necesidad de tener este personal ya perfectamente preparado e instruido en centros docentes acreditados que impartan una enseñanza oficial normalizada y homologada para todo el territorio nacional con prácticas intervenidas y auditadas sin cuyo requisito se hará difícil contratar a los que concurran a las plazas ofertadas, cuando se pretenda externalizar determinados servicios veterinarios”, advierte.
A modo de conclusión, Fernández Caparrós comenta que su interés es “conocer el estado de la cuestión de la enfermería veterinaria y, particularmente, del «auxiliar de veterinaria» y de la enfermería en el ámbito civil, porque de una perfecta vertebración y encaje profesional podrá, el que lo desee, pasar a servir al estamento de la administración central del Estado y de las comunidades autónomas y corporaciones locales, y Diputaciones donde las hubiere mediante un contrato, o por medio de un concurso-oposición, como así ya han realizado algunos ayuntamientos al externalizar estos servicios especializados al anunciar algunas plazas para ser ocupadas por ACV,s o ATV,s o personal de enfermería veterinaria”.
Si bien, incide en que lo realmente importante es realizar de una vez una correcta denominación de esta formación. “De este modo, podrán ampliar sus posibilidades de encontrar empleo, antes que con la errónea denominación de auxiliar veterinario o ayudante técnico veterinario, incluso con la de enfermero veterinario, pues para la figura de los médicos veterinarios y veterinarios, o doctores en veterinaria, ya tenemos suficientes hombres y mujeres egresados y preparados en profundidad” en las facultades de Veterinaria.