Nada reemplaza a la vegetación autóctona, pero en una región agrícola consolidada, el cambio de grandes áreas de monocultivo por cultivos diversificados puede tener un efecto beneficioso para los mamíferos que aún habitan en esas áreas. Esta es una de las conclusiones que se desprenden de una investigación a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP).
El enfoque de este estudio recayó sobre el nordeste del estado de São Paulo, una zona situada en el bioma denominado Cerrado (la sabana brasileña) y uno de los mayores polos del agronegocio en Brasil. En dicho estudio, se demostró que “la conversión del patrón de uso de la tierra vía monocultivo extensivo en cultivos diversificados ayudó a controlar a las especies invasoras que les ocasionan pérdidas a los productores rurales, a ejemplo de los jabalíes”, explican desde la Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología.
En el referido trabajo se analizó la presencia de mamíferos nativos y exóticos en 55 paisajes de 200 hectáreas. “La cobertura del suelo se constató a su vez en 3.000 hectáreas que circundaban cada una de ellas. En total, se abarcó en el estudio un área de 34.000 mil kilómetros cuadrados, de la cual forman parte unos 80 municipios paulistas. Entre 2017 y 2018, el grupo recorrió cada uno de los paisajes en busca de rastros dejados por los mamíferos (huellas, excrementos y otras señales), aparte de instalar cámaras en áreas de vegetación autóctona”, explican.
Marcella do Carmo Pônzio, primera autora del artículo, explica que “los paisajes tenían composiciones más o menos heterogéneas, con partes de vegetación nativa, monocultivo y cultivos diversos. Por eso logramos correlacionar el grado de heterogeneidad del paisaje con la presencia o la ausencia de mamíferos nativos y exóticos”.
El impacto de la heterogeneidad del paisaje fue equivalente al 80 % del efecto que tienen las áreas de la zona sobre la cantidad de especies autóctonas en ese contexto. Asimismo, la diversificación de la cobertura del suelo redujo un 27 % la cantidad de especies invasoras como el jabalí.
“Aun cuando las especies más sensibles como el jaguar hayan desaparecido allí, una mayor complejidad del paisaje puede propiciar la existencia de más especies nativas como los pumas y los armadillos, por ejemplo, y menos de estos invasores. Por otra parte, en los monocultivos con escasa vegetación nativa, los jabalíes prevalecen”, añade Pônzio.
Este estudio integra el proyecto intitulado “La existencia de mamíferos y la invasión biológica en fragmentos remanentes de Cerrado (sabana) de paisajes agrícolas”, apoyado por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo y coordinado por Adriano Garcia Chiarello, docente de la FFCLRP-USP.
“En la mayor parte de las propiedades del área estudiada, ni siquiera se cumple el Código Forestal de Brasil”, comenta Garcia Chiarello, en referencia a la ley federal que determina la conservación del 20 % de vegetación autóctona en propiedades situadas en el Cerrado, más las áreas de preservación permanente (APP), tales como las orillas de ríos y las cimas de los montes.
Según el investigador, aun cuando se cumpla la regla, ese porcentaje no es suficiente para mantener la fauna y los servicios ecosistémicos, tales como el suministro de agua, las existencias de carbono y la regulación del clima. Si bien no es ese el foco del estudio, investigaciones de otros grupos ya han demostrado que es necesario al menos entre un 35 % y un 40 % de vegetación nativa para mantener la biodiversidad y los servicios asociados.
EL CERRADO PAULISTA
Como era de esperarse, la cobertura de vegetación autóctona fue el factor que más influyó en la cantidad de especies de mamíferos nativos como el puma (Puma concolor) y el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus).
Pero estas son especies generalistas, más adaptables a las áreas degradadas. Mamíferos que históricamente habitaron en este bioma, como el jaguar o yaguareté (Panthera onca), el tatú carreta (Priodontes maximus) y el pecarí barbiblanco (Tayassu pecari) se han extinguido de la zona.
La vegetación nativa se mostró también como la mayor influencia para disminuir la cantidad de especies invasoras como el perro doméstico y la liebre europea (Lepus europaeus), pero fundamentalmente los jabalíes (Sus scrofa). De acuerdo con los resultados de este estudio, a estos animales, que se reintrodujeron en Brasil para su cría y que se convirtieron en plagas agrícolas, puede detectárselos más en áreas con escasa vegetación autóctona dominadas por monocultivos agrícolas como la caña de azúcar. En este escenario de tamaña degradación y pérdida de especies, el resultado alentador fue que la diversificación de cultivos tuvo el efecto de mitigar la falta de vegetación nativa.
Es decir que áreas agrícolas más diversas, tales como pequeñas propiedades enfocadas en la agricultura familiar y en la producción de alimentos, o sistemas agrosilvipastorles (cultivos, silvicultura y ganadería en una misma propiedad) pueden ayudar a sostener una riqueza mayor de especies autóctonas y menor de especies exóticas.
“Este trabajo apunta que a lo mejor es el caso de que nuestras políticas públicas no se atengan únicamente al desmonte, sino que también presten atención al problema de la simplificación del paisaje. Más allá del control del desmonte, importa y mucho lo que se hace en aquella área que antes era de Cerrado”, analiza Renata Pardini, docente del IB-USP y coordinadora del estudio.
Pardini menciona el Programa Reforesta SP, de la Secretaría de Medio Ambiente, Infraestructura y Logística del Estado de São Paulo. Esta política, regulada en 2022, prevé la llamada Restauración de Paisajes y Ecosistemas, un enfoque que apunta a promover mejoras económicas asociadas a las ecológicas. Para ello promueve los sistemas agroforestales, los bosques multifuncionales y los sistemas silvipastoriles biodiversos. En todos ellos existe una composición entre especies autóctonas y no autóctonas, lo que genera ingresos para los productores rurales y provee servicios ecosistémicos importantes, incluso para los cultivos tradicionales.
Los investigadores ponen de relieve la importancia del mantenimiento y de la creación de áreas legalmente protegidas de Cerrado, que son menos del 20 % en el estado. En la región analizada en el estudio, por ejemplo, la mayor unidad de conservación es la Estación Ecológica Jataí, con poco más de 9.000 hectáreas. “No estamos suponiendo que una agricultura diversificada compensaría los daños ambientales del desmonte y del monocultivo. Nuestros datos muestran que eso es importante, pero no ocupa el papel de la vegetación autóctona”, culmina diciendo Pônzio.