Allison Pease, ecologista de peces en la Facultad de Agricultura, Alimentación y Recursos Naturales de la Universidad de Missouri, está estudiando el róbalo común, un pez icónico que ha llenado un importante nicho cultural, ecológico y económico en México durante siglos. Su último estudio se centra en los patrones de migración de esta especie y los efectos de las hidropresas propuestas en su población en el sur de México.
Para el estudio, Pease viajó a los estados de Tabasco y Chiapas, donde investigó la migración de casi 400 millas del róbalo hacia el hábitat de la selva tropical del río Usumacinta. Ella y sus colegas han descubierto que el róbalo, que conecta las redes alimentarias acuáticas y sustenta la pesca, desova y comienza su vida en hábitats costeros antes de trasladarse a hábitats fluviales que ofrecen una variedad de recursos alimentarios.
Utilizando la microquímica de los otolitos (la medición de la composición química de las capas de hueso que crecen en la oreja de un pez a medida que madura), Pease determinó aproximadamente dónde había vivido cada róbalo durante su vida. Esto le dio una idea no sólo de los patrones de migración del róbalo, sino también de si el pez regresaba a la costa del Golfo de México para desovar o pasaba su vida adulta en el ecosistema fluvial.
"Este es un pez que es importante tanto cultural como económicamente, pero está en peligro de enfrentar un colapso debido a la sobreexplotación", advirtió Pease. Por ejemplo, desde la década de 1980 ha habido propuestas recurrentes para construir represas hidroeléctricas en este sistema fluvial, lo que restringiría el dominio migratorio que actualmente ocupan estos peces cuando se adentran hasta 400 millas en la selva tropical desde el Golfo de México. "Cuanto más podamos comprender qué necesita el pez y hacia dónde se mueve, más podremos informar los esfuerzos de conservación en términos de identificar lugares para restringir la captura durante ciertas épocas del año para mantener esta pesquería".
"Desde la pesca indígena hasta las operaciones comerciales, el róbalo ha sido celebrado como un pez de río de alta calidad desde la época del dominio maya, lo que hace que la pesca fluvial en México sea importante para la alimentación", señaló Pease. Explicó que la disminución de los recursos ambientales está impulsando a los científicos a abordar la conservación de estos peces históricos para garantizar la protección de sus especies.
"Sospecho que como la gente realmente ama este pez, podría estar dispuesta a aceptar alguna regulación más conservadora", concluyó Pease. “Las pesquerías están en su mayoría autorreguladas y en algunos lugares hay cierres y límites sobre el tipo de red que se puede utilizar. Es posible que necesitemos reforzar algunas de esas restricciones, si es posible, para mantener la captura de este pescado”.
En el futuro, Pease espera que esta investigación no sólo haga avanzar la ciencia para comprender cómo funciona el róbalo común (sus patrones de migración, preferencias de hábitat y sitios de desove), sino que también desempeñe un papel fundamental en la conservación de las pesquerías. Con el cambio ambiental continuo, las especies que dependen de muchos hábitats conectados diferentes son a menudo las que corren mayor riesgo de verse amenazadas.
"La microquímica de los otolitos destaca la importancia de una amplia conectividad para la conservación de un pez migratorio icónico en una gran cuenca fluvial tropical".