Existen muchos trastornos de la micción que pueden ocurrir en perros de cualquier edad, sexo y raza. En este sentido, la incontinencia urinaria (IU) es un trastorno de la micción caracterizado por la pérdida pasiva e involuntaria de orina. Aunque se desconoce la prevalencia exacta de la IU adquirida en perros, diversos estudios han informado una prevalencia del 3 % al 20 % en perras esterilizadas. Cabe mencionar que la prevalencia de la IU adquirida en perros machos es mucho menor y las causas subyacentes no se comprenden tan bien.
Los ensayos clínicos prospectivos para las pruebas de diagnóstico y el tratamiento de la IU en la medicina de animales pequeños son limitados. Asimismo, el uso de terminología y algoritmos de diagnóstico de la literatura médica humana puede resultar inapropiado en medicina veterinaria debido a diferencias anatómicas.
Por lo tanto, el Colegio Americano de Medicina Interna Veterinaria ha realizado una revisión para brindar a los veterinarios información de pruebas de diagnóstico necesaria para identificar los tratamientos más apropiados para perros con IU. En el texto, los autores también revisaron la fisiopatología relacionada con la micción en perros y abordaron los desafíos diagnósticos y terapéuticos.
FISIOLOGÍA
La función normal del tracto urinario inferior (TUI) incluye el almacenamiento y la evacuación de la orina. El reflejo del detrusor participa en la evacuación de la orina en respuesta al estiramiento de la vejiga, mientras que el reflejo de la micción implica una contracción coordinada y sostenida del músculo detrusor (el reflejo del detrusor) junto con la relajación simultánea de la uretra.
Estos reflejos, explican, están coordinados por vías segmentarias de la médula espinal autónomas y somáticas y vías supraespinales que involucran el tronco encefálico, el cerebelo y la corteza cerebral. “Los sistemas nerviosos simpático y somático gobiernan el almacenamiento de orina, mientras que el sistema nervioso parasimpático gobierna la fase de micción”. Por lo tanto, “se requiere la coordinación de los 3 sistemas para que la micción se produzca de forma adecuada”.
En base a ello, indican que “la incontinencia urinaria debe dividirse en 2 categorías principales: trastornos del almacenamiento y trastornos de la micción”.
Por un lado, los trastornos del almacenamiento de orina se caracterizan por IU con volumen residual posmiccional normal y se subdividen en causas funcionales y mecánicas.
Por otro lado, “los trastornos de la micción se caracterizan por una IU con una PVRV mayor con o sin IU de desbordamiento secundario”. Igualmente, los trastornos de la micción se subdividen en causas funcionales y mecánicas.
“Aunque todavía se necesitan estudios de comparación directa, las perras tienen más probabilidades de experimentar trastornos de almacenamiento, mientras que los perros machos tienen la misma prevalencia de trastornos de almacenamiento y de micción”, comentan.
DIAGNÓSTICO
El primer paso para categorizar la IU en un trastorno de almacenamiento o de micción, tal y como detallan, es obtener un historial completo del animal, así como una observación directa o revisión en video de la IU del perro y de sus conductas de micción consciente.
Al obtener un historial de un cliente, la prioridad es determinar si el perro tiene IU o está orinando conscientemente. Comprender dónde ocurre la IU en la casa y tomar nota de las actividades del perro (p. ej., dormir, jugar) en torno a los episodios “es útil para el reconocimiento de patrones”. Idealmente, el propietario habrá presenciado la IU en casa y podrá describir su momento, frecuencia y gravedad. Además, “se podría considerar el uso de una cámara activada por movimiento para ayudar en el diagnóstico”.
Los autores, en este punto, plantean una serie de preguntas diagnósticas que pueden orientar la identificación del problema, como, por ejemplo, saber cuánto tiempo lleva presente el problema, si la micción inadecuada estaba presente antes de la castración, o si el perro ha tenido alguna vez incontinencia fecal.
EXAMEN FÍSICO
Se debe realizar un examen físico general exhaustivo en todos los perros con IU, indican, incluido un examen rectal con palpación de la uretra, palpación de la vejiga y un examen neurológico enfocado que evalúe el comportamiento, la marcha, las reacciones posturales de las extremidades posteriores, los reflejos espinales, el tono de la cola y la presencia o ausencia de dolor de espalda.
En perros sin signos neurológicos evidentes en el examen físico, “la presencia de incontinencia fecal, dolor espinal o una marcha desconectada de las extremidades anteriores y posteriores debe desencadenar un examen neurológico completo e, idealmente, una resonancia magnética (MRI) de la columna”, añaden.
Asimismo, los expertos apuntan que se debe evaluar el volumen residual posmiccional en todos los perros, especialmente los machos, que presenten IU, además de la observación directa de la micción. “Un PVRV elevado podría significar un trastorno en la micción, mientras que un PVRV normal con IU sugiere un trastorno de almacenamiento de orina”.
La medición de PVRV es una herramienta no invasiva que debe usarse durante las pruebas de diagnóstico iniciales para ayudar a categorizar las causas subyacentes de que el perro presente IU. “Las técnicas utilizadas para medir la PVRV en perros incluyen la palpación de la vejiga urinaria, o la ecografía”, recalcan.
ANÁLISIS DE ORINA Y UROCULTIVO
Otro aspecto sugerido por los veterinarios es realizar análisis de orina y urocultivo bacteriano aeróbico (ABUC) en todos los perros presentados por IU y en perros con IU recurrente. Si el examen del sedimento urinario sugiere infección, se debe enviar una muestra de orina recolectada adecuadamente para ABUC cuantitativa con prueba de susceptibilidad a los antimicrobianos.
Si ABUC es positivo para el crecimiento microbiano, “se deben administrar al perro antimicrobianos, idealmente basados en los resultados de las pruebas de susceptibilidad, durante 5 días, y se debe monitorear la IU del perro para detectar mejoría”.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la IU en el perro debe adaptarse a los trastornos de almacenamiento versus miccional y a la causa subyacente. Si una evaluación diagnóstica exhaustiva no logra proporcionar un diagnóstico definitivo, se puede iniciar un ensayo de tratamiento y registrar la respuesta. Los autores describen opciones de tratamiento médico, intervencionista y quirúrgico para las causas más comunes de trastornos de almacenamiento y micción en perros.
Por ejemplo, en cuanto a la incompetencia del mecanismo del esfínter uretral, recomiendan un agonista alfa o la administración de compuestos de estrógeno (p. ej., dietilestilbestrol, estriol) como tratamiento inicial en perras. Asimismo, “se recomienda un agonista alfa como tratamiento inicial en perros machos”, explican.
Los alfa-agonistas “estimulan los receptores adrenérgicos del esfínter uretral interno, mientras que los estrógenos pueden regular positivamente la expresión de dichos receptores y tener efectos tróficos sobre el mecanismo del esfínter uretral”.
En resumen, los autores comentan en la revisión que los avances futuros en el diagnóstico y tratamiento de la IU en perros “deben estar guiados por una comprensión continua de la fisiopatología subyacente y el uso de ensayos clínicos prospectivos controlados”. Se necesitan comparaciones directas de tratamientos para evaluar la dosis y la eficacia de los medicamentos. Además, “los predictores de resultados de la respuesta al tratamiento podrían ayudar a adaptar el tratamiento y ayudar a comprender la recaída frente a la resistencia a los medicamentos”.
Igualmente, añaden que “es necesario comprender la incontinencia urinaria en perros machos, incluidas las causas subyacentes y la respuesta al tratamiento. Los estudios de prevalencia de los trastornos de almacenamiento o de micción en perros machos ayudarán con el diagnóstico y el tratamiento médico empírico”.