La cría de cabras lecheras tiene una gran importancia socioeconómica y ambiental en los países mediterráneos porque proporciona alimentos de calidad organoléptica, funcional y nutritiva; genera empleo y recursos económicos en zonas marginales; revierte la despoblación en zonas rurales; y promueve una economía circular.
Además, cuando hay pastoreo, la cría de cabras contribuye a la dispersión de semillas y mejora la biodiversidad, fertilización natural y prevención de incendios forestales, entre otros beneficios. Estas ventajas están estrechamente relacionadas con los diferentes sistemas de gestión implementados, particularmente en las explotaciones familiares. Conocer y comprender esta diversidad es, por lo tanto, de creciente relevancia científica.
En las últimas décadas, los sistemas de producción caprina en Europa han experimentado importantes avances tecnológicos en gestión y mejora genética que han supuesto un aumento de la productividad por animal y explotación. Estas mejoras han venido acompañadas de un importante proceso de intensificación productiva, encaminado a aumentar el rendimiento por cabra y año, particularmente en la producción de leche, pues en la mayoría de los casos, las ventas de leche representan el 80 % de los ingresos de las explotaciones. Este proceso ha ido rompiendo progresivamente el vínculo entre este sector y el territorio donde se asienta, con importantes consecuencias sociales y ambientales.
13,26 % DE LA PRODUCCIÓN EUROPEA EN ANDALUCÍA
A pesar de esta intensificación y a diferencia de lo que ha ocurrido en otros sectores -como el vacuno lechero y, en menor medida, el ovino-, el sector caprino lechero español es muy diverso en sus sistemas de producción. Esta diversidad es especialmente evidente en Andalucía, que tiene una población de 0,99 millones de cabras y produce el 51 % de la leche de cabra del país y el 13,26 % de la producción europea.
Los sistemas utilizados van desde aquellos en los que las cabras permanecen en el interior durante todo el año (aunque tienen acceso a patios de ejercicio al aire libre) hasta aquellos en los que las cabras pastan durante todo el año y la mayor parte del día. Por otra parte, hay que mencionar que las explotaciones generalmente son gestionadas por mano de obra familiar, por lo que proporcionan sustento económico a familias que viven principalmente en zonas desfavorecidas con muy pocas alternativas económicas y de producción.
Ante este panorama, un trabajo realizado por investigadores de las universidades de León y Sevilla, se ha puesto el objetivo de analizar, desde una perspectiva energética y monetaria, la eficiencia de diversos sistemas de producción caprina lechera utilizando razas locales, clasificados según su grado de intensificación.
Según cuentan los autores del estudio, este conocimiento es necesario para desarrollar sistemas de producción caprina lechera que sean capaces de responder adecuadamente a las necesidades actuales de las sociedades occidentales, no sólo en lo que respecta al suministro de alimentos suficientes y de calidad, sino también como elemento que puede mejorar el entorno natural en el que se encuentran las granjas, las cuales pueden llevar a cabo su actividad y proporcionar un medio de vida a las personas que viven en zonas rurales.
Para realizar dicho trabajo, los científicos realizaron un seguimiento durante un año de veintiún explotaciones representativas de las cuatro tipologías del sistema caprino lechero andaluz: sistemas pastoriles, sistemas pastoriles con alto aporte de pienso, sistemas interiores con cultivos asociados y sistemas interiores sin cultivos asociados.
Se obtuvo información técnico-económica que permitió el cálculo de indicadores energéticos y económicos. En términos de producción, las diferencias encontradas se debieron a la energía derivada de la venta de leche, que fue claramente menor en los sistemas pastoriles.
Además, la mayor proporción de producción energética obtenida del estiércol respecto a los productos comestibles (leche y carne) pone de relieve la importancia de dicho estiércol en términos energéticos.
Cabe destacar que los valores altos de insumos externos se encuentran en el grupo intensivo, mientras que los resultados más bajos corresponden al grupo de pastoreo. El principal insumo externo fue la energía procedente de los piensos comprados, “que representa más del 79 % del insumo total de energía externa en los cuatro grupos”.
COMPARACIÓN DE DISTINTOS SISTEMAS
Los resultados revelan que, desde el punto de vista económico y productivo, la estabulación y la intensificación de los sistemas ganaderos facilitan la gestión alimentaria y reproductiva y contribuyen a aumentar la producción de leche y, en consecuencia, los ingresos a pesar de sus mayores costes de producción e inversiones de capital.
Sin embargo, “el análisis de los indicadores energéticos bajo un enfoque agroecológico muestra que las granjas pastoriles son más eficientes energéticamente”, que también “es el sistema más eficiente en el uso de energías no renovables para producir leche y carne”.
En este sentido, los fondos de la Política Agraria Común contribuyen a incrementar la remuneración del trabajo familiar en los sistemas pastoriles, asimilándolo al resto de sistemas. Por lo tanto, “la intensificación no implica una ventaja monetaria absoluta en todos los casos, mientras que la extensificación puede ser remunerativa para la producción lechera familiar”, indican los investigadores.
Este estudio evidencia, por lo tanto, “la importancia de los flujos energéticos internos como pastos y estiércol en el desempeño ambiental de las explotaciones ya que permiten el cálculo de costes y beneficios”.
Para concluir, añaden que “la incorporación de estos resultados en planes de pago de ayudas públicas, como los planes ecológicos, puede contribuir positivamente al mantenimiento de los sistemas pastoriles caprinos, que actualmente son minoritarios”.