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En el 77 % de las consultas digestivas veterinarias se usan antibióticos de importancia crítica sin justificación
EDICIÓN

En el 77 % de las consultas digestivas veterinarias se usan antibióticos de importancia crítica sin justificación

Han caracterizado las presentaciones clínicas gastrointestinales caninas y felinas para explorar los factores de riesgo asociados con la prescripción de antimicrobianos
Gato veterinario (4)
Identificaron factores que sustentaban la toma de decisiones para la prescripción de antimicrobianos de importancia crítica.

La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es un complejo problema de salud global que involucra diferentes especies bacterianas, mecanismos de resistencia y reservorios. La presión de selección asociada con el uso de antimicrobianos es uno de los factores más importantes responsables del aumento de la RAM. La evidencia del desarrollo de resistencia en respuesta al tratamiento y la transmisión de resistencia bacteriana entre seres humanos y animales de compañía demuestra la necesidad de un enfoque interdisciplinario para preservar la eficacia antimicrobiana, lo que requiere la identificación de oportunidades para reducir de manera segura las prescripciones de antimicrobianos (AMP).


La enfermedad gastrointestinal (GI) es un motivo de consulta frecuente en pequeños animales y puede ser motivo de dispensación de antibióticos. Con una etiología multifactorial, abarca desde factores autolimitantes hasta causas potencialmente mortales (p. ej., parvovirus). Se ha implicado a bacterias en la diarrea canina y felina, incluidos patógenos zoonóticos como Clostridium, Salmonella y Campylobacter spp.


No obstante, el papel exacto de estos enteropatógenos sigue siendo objeto de debate. Los perros y gatos que presentan signos gastrointestinales a menudo reciben tratamiento sintomático en ausencia de pruebas de diagnóstico específicas. Este enfoque empírico a menudo incluye la prescripción de antimicrobianos como estrategia de tratamiento.


USO RESPONSABLE DE ANTIBIÓTICOS


Se han desarrollado esfuerzos para fomentar el uso responsable de antimicrobianos en el ámbito veterinario. Sin embargo, es necesario comprender cómo se reflejan estas políticas en la práctica y qué factores clave pueden influir en el AMP en las presentaciones clínicas gastrointestinales de caninos y felinos.

Se necesita una mayor comprensión del AMP a nivel poblacional por parte de la profesión veterinaria, especialmente para los antimicrobianos de importancia crítica (HPCIA) de mayor prioridad según lo define la Organización Mundial de la Salud, como las fluoroquinolonas, los macrólidos y las cefalosporinas de tercera generación.


Si bien los estudios cuantitativos pueden describir y cuantificar el uso de antimicrobianos, no pueden describir los factores clave del AMP durante las consultas.


Por lo tanto, los objetivos de un estudio realizado en el Reino Unido fueron dobles. En primer lugar, los autores buscaron caracterizar las presentaciones clínicas gastrointestinales caninas y felinas y explorar los factores de riesgo asociados con la prescripción de antimicrobianos administrados sistémicamente, y en segundo lugar, en un subconjunto de estos casos, describir la justificación y/o el razonamiento en torno a AMP, particularmente asociado con la prescripción de HPCIA.


El estudio observacional utilizó 23.337 registros electrónicos veterinarios complementados con cuestionarios completados por médicos veterinarios, de consultas gastrointestinales caninas y felinas de 225 consultorios veterinarios voluntarios del Reino Unido entre abril de 2014 y septiembre de 2018.


Un total del 83,4 % se informaron como presentaciones gastrointestinales leves, siendo la diarrea no hemorrágica y los vómitos los signos clínicos informados con mayor frecuencia. Los antimicrobianos administrados sistémicamente se produjeron en el 28,6 % de las consultas gastrointestinales caninas y en el 22,4 % de las felinas, y la prescripción de HPCIA se produjo con mayor frecuencia en gatos.


FACTORES ASOCIADOS CON LA PRESCRIPCIÓN DE ANTIBIÓTICOS


Los resultados del análisis mostraron la presencia de diarrea no hemorrágica, diarrea hemorrágica y presentaciones moderadas/graves se asociaron positivamente con recibir un antimicrobiano administrado por vía sistémica.


En las consultas caninas, el metronidazol fue el antimicrobiano sistémico prescrito con mayor frecuencia (34 %). Una cefalosporina de tercera generación, la cefovecina, se prescribió habitualmente en las consultas felinas (19 %), contrastando con un porcentaje de prescripción muy bajo (0,5 %) en las consultas caninas.


Asimismo, los autores identificaron diez factores que sustentaban la toma de decisiones para la prescripción de antimicrobianos de importancia crítica: cumplimiento del propietario para medicar al animal; expectativas del propietario y reticencia a la realización de pruebas. Los ejemplos en este apartado incluían el deseo de una "solución rápida" de la condición del animal, la disminución de la cantidad de pruebas de diagnóstico, circunstancias sociales como irse de vacaciones o la dificultad para permitirse más investigaciones clínicas.


Por otro lado, otros factores mostrados por parte de los veterinarios fueron el riesgo percibido de desarrollar una infección; signos clínicos considerados “de gravedad”, como por ejemplo la diarrea con sangre o la historia clínica reciente y la duración de los signos clínicos.


Asimismo, una respuesta previa positiva percibida a la terapia antimicrobiana también fue un factor a tener en cuenta. “Algunos profesionales veterinarios mencionaron explícitamente una respuesta positiva percibida a la terapia antimicrobiana previa. Esta respuesta positiva también puede ser utilizada por el propietario como un intento de obligar al profesional veterinario a prescribir un agente antimicrobiano, relacionándolo así con la presión del propietario”, comentaron los autores.


Los demás factores fueron la atención de pacientes geriátricos y posibilidad de tener que realizar una eutanasia; condiciones concomitantes; pruebas de diagnóstico que arrojan resultados con lentitud, y la tendencia conductual a probar empíricamente la terapia antimicrobiana en casos gastrointestinales.


En consecuencia, con todos los factores mencionados, “en el 77 % de los casos no se registró ninguna justificación explícita para la prescripción de HPCIA”, comentan los autores.


CEFALOSPORINAS DE TERCERA EN EL 93 % DE LOS GATOS


Las 516 consultas gastrointestinales en las que se prescribió una HPCIA incluyeron 334 de gatos y 182 de perros. Las cefalosporinas de tercera generación representaron el 21 % de las consultas de prescripción de HPCIA canina, y fueron la clase de HPCIA prescrita con mayor frecuencia en gatos (93 %).


En cuanto al uso de otro tipo de fármacos, los nutracéuticos gastrointestinales se dispensaron con mayor frecuencia en las consultas gastrointestinales de caninos (42 %) que de felinos (23 %). Otros fármacos recetados fueron antiinflamatorios y antiparasitarios internos.


Ante estos hallazgos, los autores destacan el valor de los enfoques cuantitativos para comprender mejor las prácticas de AMP en las presentaciones gastrointestinales “para perfilar los puntos en común de las presentaciones gastrointestinales caninas y felinas, caracterizar estrategias de manejo e investigar factores asociados con enfermedades sistémicas y el uso de antibióticos”.


Por ello, confían en que las iniciativas futuras “utilicen datos como estos para brindar mensajes de concientización específicos sobre el uso de antimicrobianos a los profesionales veterinarios en tiempo real”, y consideran particularmente interesante si esta información “les permite a los profesionales veterinarios reflexionar sobre su propio comportamiento a la hora de recetar antibióticos”. Por ejemplo, “una campaña de concientización sobre recetar un HPCIA sin esperar los resultados de las pruebas de susceptibilidad puede permitir a los profesionales veterinarios iniciar una conversación con el propietario sobre el uso responsable de los antimicrobianos”, comentan los autores.


En resumen, “estos resultados pueden ayudar a fundamentar intervenciones específicas, contribuyendo a una mejor gestión de los antimicrobianos”.

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