En 2020, la Sociedad Internacional de Transferencia de Embriones reportó un incremento de esta tecnología en un 10,2 %, con más de 870.000 procedimientos, con Estados Unidos a la delantera, con más de 578.000; por su parte, en Suramérica se tuvieron alrededor de 474.000 y, en la última década, Colombia ha aportado un porcentaje importante a esta cifra.
Asimismo, según la Federación Colombiana de Ganaderos, en el mismo año se produjeron en el país más de 709.000 toneladas de carne bovina y cerca de 7.414 millones de litros de leche, el consumo anual por persona es de 17,1kg de carne y alrededor de 158 litros de leche. Además, en el caso de la carne, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural asegura que en 2019 este mercado movía alrededor de 71 millones de dólares anuales, con Rusia, Chile, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Hong Kong como principales destinos de exportación.
Esto muestra la importancia para los ganaderos de tener una producción sin inconvenientes o pérdidas tan altas en estos procedimientos; sin embargo, aún hay un gran vacío sobre por qué hasta ahora no se ha logrado llegar a tener tantas crías producidas con transferencias invitro al año, ya que los ganaderos no obtienen un porcentaje muy alto, pudiendo no llegar ni a 10 animales.
Por esta razón, la investigadora Laura Angélica Bernal Quintero, magíster en Salud y Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) e integrante del Grupo de Reproducción Animal y Salud del Hato, realizó un diagnóstico alrededor de 26 municipios de Cundinamarca, analizando 4.121 transferencias de embriones y la relación de su éxito con factores medioambientales y de sanidad en cada finca, con rigurosos exámenes médicos periódicos tanto durante el momento en que se preña a las vacas, como durante la gestación a los 30 y 60 días.
Aunque el estudio se hizo con 5.700 vacas, después de exámenes y pruebas de sangre, y serológicas o de anticuerpos, se descartaron cerca de 1.579 de ellas, ya que presentaron algún tipo de enfermedad –como brucelosis bovina, neospora caninum, diarrea viral bovina, herpesvirus bovino 1 o habían tenido algún aborto en el pasado, lo cual hacía que desde el inicio pudieran tener inconvenientes.
ESPECIAL ATENCIÓN EN ALGUNAS RAZAS
Para evaluar si las vacas tenían éxito en ser preñadas, la experta encontró que los niveles elevados de glóbulos blancos como los neutrófilos (encargados de combatir infecciones en el organismo), o de proteínas como los fibrinógenos (que participan en la formación de coágulos de sangre en el cuerpo los cuales detienen el sangrado y sanan las heridas) son indispensables para entender por qué las vacas pierden las crías, ya que se pueden estar presentando procesos inflamatorios que afectan al embrión y esto es lo que se ve más afectado en los exámenes, por lo que sería uno de los puntos principales.
“Por primera vez determinamos que la tecnología parece funcionar mejor en algunas razas bovinas, estas son las de tipo Indicus, que incluye las vacas cebú, distribuidas principalmente en zonas más calurosas; estadísticamente hablando, los embriones de estas hembras tuvieron una mejor adaptabilidad al proceso y probabilidad de llevar a buen término el parto”, indica la experta, quien tuvo la dirección de los profesores Jorge Zambrano y Claudia Jiménez, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la UNAL.
La Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Cebú asegura que en el país, cerca del 99 % del ganado es cebú o tiene genética cebuína; allí se destacan las vacas lecheras Holstein, que pueden producir entre 25 y 45 litros de leche diarios, lo mismo que las Brahaman, reconocidas por su carne.
También se encontró que, "sin lugar a dudas, el control de enfermedades es fundamental para que se pueda tener una gestación saludable, pues todos los animales que estaban vacunados contra enfermedades como herpesvirus bovino 1, leptospira hardjo prajitno y virus de leucosis bovina, tenían más oportunidades de tener crías; estas son las que tienen una mayor prevalencia en la región y a las que hay que ponerles el ojo de manera más decidida para no tener pérdidas en la gestación".
El tipo de semen con el que se realiza el proceso de inseminación resultó ser muy diciente, pues el convencional –que no tiene cromosomas seleccionados genéticamente– es con el que mejor reaccionan los óvulos, permitiendo una probabilidad más alta de que la vaca receptora quede preñada.
Según la investigadora, alrededor de 30 factores se clasificaron como situaciones que tienen una incidencia en el proceso, pero solo algunos de estos se robaron la atención. Durante las transferencias se presentaron cerca de 8,2 % de pérdidas gestacionales.
UN GRADO MÁS O MENOS SÍ IMPORTA
Tal vez uno de los hallazgos más relevantes sea el relacionado con los factores medioambientales, pues en otras investigaciones sobre transferencias de embriones invitro esto no había sido tenido en cuenta, o de ello se ha hablado muy poco, porque los productores no los ven como algo determinante, sin importar que estén en regiones de Colombia totalmente diferentes, y solo tienen en cuenta características como vacas vacunadas o el ciclo ovárico de cada hembra.
La experta explica que la temperatura ideal en el momento de la transferencia debe ser inferior a 38,5 °C, pues las vacas que tenían estas condiciones de confort obtuvieron una mayor probabilidad de gestación. Por otro lado, la humedad relativa también juega un papel crucial, pues las vacas receptoras cuya zona estaba en un rango menor al 68 % tuvieron los mejores escenarios posibles.
“Conocer los factores que se midieron en cada una de las visitas tiene un valor incalculable para el país, pues permite tener información propia y no depender de las cifras que tienen otros países de la región como Brasil, que junto a Estados Unidos son el referente obligado en este tipo de prácticas tecnológicas del sector pecuario”, señala.
Algunos de los municipios más exitosos en las transferencias, pues tuvieron hasta un 50 % de preñez en todas las vacas, fueron Gachalá, Gacheta, Gama, Guasca, Guatavita y Ubalá, que forman parte de la provincia del Guavio; seguidos de cerca por San Juan de Río Seco, Nocaima, San Francisco y Supatá, entre otros municipios.
“Los cambios en el peso del animal también son un indicador a considerar, pues las vacas que perdían peso entre la transferencia y el transcurso de la gestación tenían una mayor probabilidad de fallo, por lo que se debe mejorar su composición corporal para no tener pérdidas”, indica.
Por último, no se puede olvidar que las vacas receptoras debían pasar por un proceso de sincronización, es decir, que para poder realizar la transferencia de embriones había que adaptar el cuerpo del animal con algunas hormonas para simular que tuviera 7 días de gestación, pues los embriones estaban en esa etapa de desarrollo, o de lo contrario no habría embarazo.