Un atlas es un libro que permite ubicar, sobre un mapa, parajes lejanos, paraísos exóticos o la mejor manera de ir de un punto A a un punto B, pero para el profesor Constantino González es algo más: se trata de una herramienta que muestra cómo se genera y disemina un contagio en un lugar preciso, en un momento determinado.
“Llamamos epidemiología espacial al estudio de las enfermedades y su relación con la geografía, pues los ciclos de transmisión de los patógenos están ligados a las características ambientales y a la biodiversidad de la zona, y se modifican o intensifican debido a factores tan diversos como la migración humana, cambios del uso de suelo, el deterioro ecológico, la explotación de recursos o el calentamiento global”, explica el investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático.
Bajo esta convicción, especialistas de diversas entidades de la Universidad Nacional Autónoma de México como el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático o las facultades de Medicina y Veterinaria, trabajan en un atlas digital que mapea la distribución de las enfermedades infecciosas en México, el cual por ahora ofrece información sobre dengue, Zika, chikungunya, hantavirosis, fiebre del Nilo, Lyme, Chagas o leishmaniasis, con desglose a nivel de estados, municipios y áreas geoestadísticas básicas, “pero esto es sólo el principio, pues la meta es ir añadiendo padecimientos hasta abarcar el mayor número posible”.
Contar con un recurso así —plantea el biólogo— permite formular preguntas muy necesarias como, ¿qué contagios hay donde vivo?, ¿dónde se están dando las condiciones para un brote epidémico?, ¿qué enfermedades que creíamos exclusivas del extranjero están ya en el país?, o ¿dónde y cómo intervenir para frenar una epidemia en ciernes?
“Para acceder a esta plataforma basta con teclear https://epispecies.c3.unam.mx/ en la barra del navegador, interactuar con la herramienta y hacerle preguntas del estilo: ¿dónde se distribuye este patógeno?, ¿dónde hay casos de tal padecimiento?", cuenta el experto.
Así como los mapas tradicionales proporcionan una ubicación a partir del cruce de paralelos de latitud y meridianos de longitud, este atlas digital permite localizar focos epidemiológicos al mostrar dónde coinciden ciertos patógenos (microorganismos causantes de la enfermedad), con determinados vectores (transmisores del agente infeccioso, como mosquitos o garrapatas) y hospederos (vertebrados que, sin enfermar, portan el virus o bacteria y lo diseminan).
“Por el momento nos concentramos en padecimientos transmitidos por animales porque alrededor del 70 % de las enfermedades infecciosas tienen su origen en la fauna, es decir, son de origen zoonótico”, precisa el académico.
Para echar a andar este proyecto se compiló toda la literatura epidemiológica publicada en México entre 1900 y 2020 a fin de entender las dinámicas espacio-temporales de la enfermedad.
“Lo único mejor que un mapa es un atlas”, aseguraba la divulgadora científica Dava Sobel, algo en lo que el profesor González coincide cuando detalla que “no se trata de enfocarse en ciertas zonas sino de cubrir México en su totalidad, tomando en cuenta sus características geográficas, ecológicas, poblacionales, sociales, epidemiológicas y de biodiversidad. Además, la herramienta fue diseñada para estar al alcance de todos, pues lo mismo puede consultarla un especialista que un campesino. Eso hace de este proyecto algo único a nivel global”.
CARTOGRAFIAR EL MUNDO
En 1854 un médico inglés, de nombre John Snow, tomó un plano urbano y marcó con cruces los casos de cólera que se registraban en Londres para luego relacionarlos con la ubicación de los pozos de agua de la ciudad. A partir de ambos datos determinó que la fuente del contagio se localizaba en la calle Broad, del Soho. Nadie lo hubiera anticipado entonces, pero con dicho mapa nacía la epidemiología espacial.
“Antes de todo debemos entender que cualquier infección ocurre en un punto geográfico preciso, en condiciones muy particulares que favorecen los ciclos de transmisión: a esto se le llama paisaje epidemiológico”, expone González, quien agrega que asumir eso ayuda a entender a la enfermedad como un sistema complejo.
“Y por complejidad nos referimos a que diferentes entidades, al entrar en contacto, generan propiedades emergentes (en este caso, una enfermedad). No basta con tener un patógeno, un vector o un hospedero así, en abstracto; estos deben interactuar de cierta forma para infectar a una población humana. Por tal motivo es menester estudiar —de manera holística y ecosistémica— a cada uno de los agentes involucrados”.
¿Y si hubiera una manera de caracterizar el paisaje epidemiológico y observar cómo interaccionan una o múltiples variables? Justo eso hace el Atlas de Enfermedades Infecciosas que han elaborado al permitir elegir entre un patógeno, vector u hospedero (o los tres juntos) y mostrar sobre un mapa su comportamiento ante determinadas temperaturas o precipitaciones por poner apenas un par de ejemplos.
Por ahora la herramienta sólo realiza análisis en tiempo actual, aunque en opinión del investigador, en breve el Atlas proporcionará pronósticos a futuro (para el corto, mediano y largo plazos). “No falta mucho, ya hemos realizado algunas pruebas y estamos por concretar el objetivo”.
Esta necesidad de anticiparse a lo que viene es crucial, "pues el calentamiento global y los cambios de uso de suelo han alterado con tal rapidez los ecosistemas y las dinámicas de los patógenos que, en los últimos 15 años, las epidemias se han repetido con una frecuencia inusitada".
“En 2009, México fue epicentro del brote de influenza H1N1, en 2015 el Zika se propagó por América Latina y en 2019 estalló una pandemia de Covid-19 de la que aún no salimos”.
Para generar mapas que muestren el futuro no se requieren esferas de cristal, el Atlas de Enfermedades Infecciosas trabaja con algoritmos bayesianos que calculan la probabilidad causal de que, a partir de un evento, suceda otro.
“Hicimos ya un ejercicio con Chagas, considerando sus ciclos de transmisión en escenarios de cambio climático, y observamos que, si aplicamos medidas de mitigación desde ahora, la enfermedad no sólo se desacelerará, sino que dejará de avanzar hacia nuevos territorios”.
Hasta el momento, la estrategia para enfrentar epidemias ha sido esperar a que ocurran para, después, actuar, algo que en opinión del investigador se debe modificar, por lo que confía que, así como el mapa del doctor John Snow cambió los paradigmas existentes hace 169 años, el Atlas de la Universidad Nacional Autónoma de México hará que, a partir de ahora, sean otras las reglas del juego.
“¿Qué queremos con este proyecto? Generar una visión proactiva y romper con cómo se han venido haciendo las cosas, pues si podemos determinar con antelación dónde está por gestarse un evento importante de salud, la información proporcionada por el Atlas de Enfermedades Infecciosas nos permitirá concentrar esfuerzos y actuar justo ahí, antes de que algo grave suceda”.