El linfoma es la neoplasia maligna más común en gatos, representando del 50 % al 90 % de todos los tumores hematopoyéticos en esta especie. Aunque la mayoría de los linfomas suelen presentarse en gatos mestizos domésticos mayores (mediana de edad en el momento del diagnóstico de 10 años), se ha informado una distribución bimodal con un primer pico observado a una edad temprana (<24 meses). Las infecciones retrovirales son un factor de riesgo conocido, ya que la infección por el virus de la leucemia felina (FeLV) aumenta las probabilidades de desarrollar este cáncer más de 60 veces. En particular, se ha informado una fuerte asociación entre el FeLV y las presentaciones anatómicas de los ganglios periféricos y del mediastino en gatos jóvenes.
Desde el desarrollo de ensayos de diagnóstico y la introducción generalizada de la vacunación contra FeLV, la prevalencia de la infección por FeLV se ha reducido drásticamente con informes más recientes que muestran una mayor incidencia de linfoma intestinal y una edad más avanzada en la presentación. A pesar de una disminución en la prevalencia de FeLV, las neoplasias malignas hematopoyéticas son actualmente los cánceres más comunes en gatos pediátricos. Se ha informado que el linfoma representaba el 22 % de todas las muestras histopatológicas de tumores enviadas de gatos menores de 12 meses. Esto aboga por la posibilidad de factores contribuyentes adicionales, como influencias ambientales y hereditarias.
Debido a la heterogeneidad anatómica, histopatológica y molecular de la enfermedad, no existe consenso sobre el mejor enfoque de tratamiento para el linfoma felino. Sin embargo, para los linfomas de células grandes, se informaron tasas de respuesta moderadas a altas (60 % a 85 %) con protocolos de quimioterapia basados en COP (ciclofosfamida-vincristina-prednisona) y CHOP (ciclofosfamida-doxorrubicina-vincristina-prednisona).
No obstante, la presentación clínica, las características de la enfermedad, las respuestas al tratamiento y el pronóstico apenas se han investigado en gatos pediátricos y juveniles negativos para FeLV. Esto es particularmente importante para los propietarios que pueden enfrentarse a dilemas éticos a la hora de decidir si proceden con tratamientos intensivos en un gato joven si el pronóstico es incierto o malo. Los pacientes pediátricos con cáncer también pueden presentar otros desafíos: se desconoce cómo la administración de medicamentos citotóxicos podría afectar el desarrollo del gato y las diferencias en el metabolismo y la eliminación de los medicamentos pueden dificultar la dosificación precisa.
GATOS HASTA 18 MESES DE EDAD
Por lo tanto, un equipo de investigadores del Reino Unido, en colaboración con veterinarios españoles, ha realizado un trabajo con los objetivos de describir la presentación clínica, las características del tumor, las respuestas asociadas a la quimioterapia y la toxicidad en una cohorte de gatos con linfoma hasta los 18 meses de edad. El objetivo secundario fue investigar el resultado y la probabilidad de supervivencia a largo plazo (más de 2 años).
Se incluyeron treinta y tres gatos. Las formas anatómicas más comunes fueron la mediastínica (42 %), la enfermedad diseminada (30 %) y la renal (15 %), y todos los gatos tenían linfoma de células intermedias a grandes. Tres de los 29 gatos evaluados dieron positivo para FeLV pero ninguno para FIV. Veintiséis gatos fueron tratados con protocolos de quimioterapia de agentes múltiples. Concretamente, doce gatos recibieron un protocolo COP, y tres gatos recibieron CHOP, entre otros protocolos.
La toxicidad de los protocolos de primera línea se pudo evaluar en 27 gatos. Once gatos sufrieron toxicidades relacionadas con la quimioterapia de grado I, que incluyeron neutropenia (n=7), diarrea (n=3) e inapetencia (n=1). Cuatro gatos sufrieron toxicidades de grado II, incluyendo neutropenia (n=1), trombocitopenia (n=1) e inapetencia (n=2). Un gato padecía neutropenia de grado III y otro de grado IV. Como resultado, se produjeron retrasos en el tratamiento en tres gatos y reducciones de dosis en cuatro gatos. Ningún gato requirió hospitalización debido a toxicidades relacionadas con la quimioterapia.
QUIMIOTERAPIA BIEN TOLERADA
Asimismo, la media de supervivencia libre de progresión fue de 133 días, y la media del tiempo de supervivencia fue de 268 días. La respuesta completa a la quimioterapia se asoció con una supervivencia libre de progresión más prolongada. Siete gatos se consideraron supervivientes a largo plazo (>2 años). En cuanto al porcentaje, la probabilidad de supervivencia general a 1, 2 y 3 años para los gatos tratados con quimioterapia fue del 25 %, 25 % y 14 %.
Además, en general, la quimioterapia fue bien tolerada y ninguno de los sobrevivientes a largo plazo sufrió secuelas crónicas del tratamiento citotóxico.
A modo de conclusión, los autores han comentado que “nuestros resultados muestran que los gatos pediátricos y juveniles con linfoma a menudo presentarán enfermedad mediastínica, diseminada o afectación renal y tendrán una alta tasa de respuesta a los protocolos de quimioterapia de múltiples agentes con una buena tolerancia en general”.