Sin organización y sin lucha estamos condenados a continuar con unas condiciones laborales miserables

Este primero de mayo, día internacional de la clase trabajadora, ha llegado en el sector de las actividades veterinarios con un tema inquietante: la negociación del convenio colectivo estatal de centros y servicios veterinarios.

Sobre este tema, debemos tener claro que si los trabajadores y trabajadoras a los que afecta este convenio estuvieran más unidos, más organizados y con más conciencia de clase (si, lamentablemente la mayoría de las personas cuyas condiciones laborales dependen de este convenio se creen que pertenecen a eso que llaman “clase media”, cuando simple y llanamente son clase obrera, y claro, así nos va), ese convenio ya estaría más que renovado y con una mejora de condiciones laborales así como con un aumento de sus salarios para la próxima etapa, por encima del IPC (5,8 % en 2022).

¿Cómo puede ser que llevemos más de 4 meses con el convenio caducado y sin perspectiva a corto plazo de que este se firme? ¿Por qué estamos esperando a que CCOO, UGT y FETICO terminen de darle vueltas a una propuesta en firme para forzar a la patronal a que desbloquee y acepte unas mejoras que les pertenecen a las plantillas por una simple cuestión de justicia? ¿Acaso en la mayoría de los casos no son estas plantillas, las que sostienen la actividad veterinaria día tras día y sin ellas la actividad se pararía al día siguiente o en el mejor de los casos se modificaría drásticamente?

No se trata de aprovechar el primero de mayo para incendiar las calles como en Francia (un ejemplo para hablar otro día), se trata de entender que sin organización y sin lucha, el personal veterinario, auxiliar, y resto de puestos de este sector, están condenados a continuar con unas condiciones laborales miserables, con bajos ingresos en una situación en la que la subida de los precios se ha comido las mejoras económicas que nos aportó el convenio de 2020, con muchos compañeros y compañeras sin posibilidad de conciliación familiar, ni disfrutar de una vida plena más allá del “vivo para trabajar”, ni plantearse un proyecto de vida digno (acceder a una vivienda, formar una familia, etc).

Otro ejemplo que ilustra bien la generalizada baja conciencia de nuestro colectivo profesional, la poca idea de cuáles son sus derechos y de cómo exigir su cumplimiento, está en la poca cantidad de compañeros y compañeras que han incrementado desde el 1 de enero de 2023 su salario conforme a lo que dice el convenio en su artículo 6.4. Si alguien lo ha incrementado, por favor, espero un mensaje diciéndolo. Ojalá me equivoque, pero esos casos son la excepción a la regla.

ALGUNAS CLAVES PARA LA NUEVA ETAPA

¿Hasta cuándo esta situación? Hasta que decidamos ponerle fin. Sí, pero ¿cómo?

Primero: afiliación, afiliación y afiliación. No puede ser que nuestro colectivo afectado tenga unas cifras de afiliación sindical tan baja. La organización empieza por la afiliación. Consive Las Palmas es una opción, pero hay muchas más.

Segundo: Colabora con tu sindicato. No solo basta con afiliarse. Hay que arrimar el hombro si quieres ver una mejora de tus condiciones.

Tercero: La representación de los trabajadores en el centro de trabajo. Allá donde haya condiciones. En coordinación con tu sindicato.

Cuarto: Ya está bien de asumir la vocación como parte consustancial del problema. No vale (y hay que corregir a los compañeros y compañeras que se sitúen en esas posiciones) que si quieres trabajar de lo que te gusta tienes que pasar “unos primeros años duros” y discursos de ese tipo.

El primero de mayo, día internacional de la clase trabajadora, nos recuerda a que clase pertenecemos. Nos recuerda la historia de lucha y unidad de los que nos precedieron. Sé protagonista de tu propia vida y no esperes a que la escriban otros. Toca arremangarse. Nunca nada nos cayó del cielo por gracia divina, todo lo ganamos trabajando, luchando y organizándonos. Cuanto antes lo entendamos mejor nos irá como colectivo.